Capitulo 2

La Evolución de la Vida

Secciones de este Capitulo
El Patrón de la Evolución
Sintesis Celular
La Fotosintesis
La Mutación Animal
Reproducción Sexuada
La Evolución Animal
Los Metazoarios
El Mito del Equilibrio Ecológico
El Arbol de la Vida
Dirección y Significado
El Peldaño Superior
La Evolución de los Hominoides
La Contrucción de Máquinas
La Evolución de los Homínidos
Los Australopitecus
La Caza y la Evolución
El Género Homo
La Organización Social Primitiva
El Lenguaje
Organización y Evolutión
Monogamia y Selección Sexual
La Evolución por Grupos
Los Neanderthals
El Cromañón
Homo sapiens
La Evolución Psicosocial
Limitaciones Biológicas

No existe una clara línea divisoria en términos de propiedades funcionales entre el sistema puramente químico que llamamos protocélula y la célula viva. Ambas metabolizan, crecen, mutan, se reproducen y mueren. El metabolismo se refiere a la propiedad mediante la cual un sistema autorreproductivo absorbe nutrientes y los convierte en partes de sí y en energía útil. Las protocélulas parecen ser completamente pasivas, pues sus funciones son determinadas por leyes químicas; mientras que las células, tales como la ameba, parecen actuar intencionalmente al buscar nutrientes y metabolizarlos. Sin embargo, se puede argumentar que la aparente intencionalidad de la ameba al capturar y digerir nutrientes está determinada por leyes físicoquímicas y su propia estructura físicoquímica. Las plantas, que son mucho mas evolucionadas que las amebas, parecen tan pasivas y determinadas físicoquímicamente como las protocélulas. Por tanto, puede no haber una línea divisoria verdadera o significativa entre la materia y la vida. Ambas son manifestaciones de un solo proceso evolutivo; pero la vida parece elegir, mientras la materia no. Sobre este tema se hablará más en el Capítulo 5. Primero consideraremos el patrón mas determinista de la evolución.

 
El Patrón de la Evolución (Sinopsis)

Al rastrear el proceso evolutivo desde sus inicios hasta la actualidad vemos surgir el siguiente patrón: La energía caótica se organiza en partículas elementales; éstas se organizan en sistemas de partículas (nucleones); éstos se organizan en sistemas de nucleones (átomos); los átomos solitarios se organizan en grandes sistemas de átomos con conexiones sencillas (galaxias, estrellas y planetas); dentro de las estrellas se forman átomos más complejos a partir de los más simples; dentro de los planetas los átomos se organizan en pequeños sistemas estrechamente interconectados (moléculas); éstas se organizan en sistemas de moléculas de complejidad creciente hasta que se vuelven autorreplicantes. Es entonces que comienza la evolución por selección natural y conduce a sistemas simbióticos de moléculas autorreplicantes (las protocélulas), las cuales se convierten en bacterias y éstas a su vez se organizan en células nucleadas mediante autopoiésis.

Más adelante mostraremos como este patrón continúa con las células que se organizan en sistemas autopoiéticos de células (esto es, animales multicelulares como los metazoarios) y estos sistemas se vuelven crecientemente complejos hasta que son capaces de dirigir conscientemente su propia evolución mediante la autopoiésis de orden superior. Estos sistemas (seres humanos) se organizan entonces en sociedades simbióticas, complejas e interdependientes, que sin embargo aún no son autopoiéticas.

Observemos el siguiente patrón:

 
Síntesis Celular

Los pasos en la evolución que condujeron desde la primera protocélula hasta la célula final deben haber sido tan grandes como aquéllos que condujeron desde del átomo hasta la protocélula. Los pasos más importantes en el desarrollo celular incluyeron (1) la evolución del ARN, la proteína y el ADN dentro de la célula, (2) la especialización de las proteínas en enzimas, citoplasma y los subsistemas relacionados, (3) la formación de una membrana protectora semipermeable, (4) el desarrollo de un núcleo central a medida que las bacterias evolucionaban a células y (5) la locomoción dirigida.

Es casi un hecho que mediante la selección natural se fue desarrollando una interdependencia simbiótica entre el ácido nucleico y la proteína de la protocélula hasta que ninguno de estos componentes pudo ya sobrevivir sin el otro. Este fue el comienzo de la autopoiésis. El punto en el cual surgió la autopoiésis es el más cercano al inicio de la vida tal como la conocemos, si bien esto es algo arbitrario. Las protocélulas reemplazaron eventualmente a todas las moléculas autocatalizadoras, posiblemente metabolizándolas, y luego comenzaron a competir entre sí. Aquellas protocélulas con mayor capacidad para asimilar nutrientes y reproducirse reemplazarían a las menos eficientes, es decir, aquéllas que no fueran autopoiéticas. La presión evolutiva actuó para aumentar la capacidad de (1) obtener nutrientes y (2) reproducirse.

Aquellas protocélulas que primero desarrollaron la capacidad de movimiento tenían una clara ventaja para obtener nutrientes sobre aquéllas que dependían de las corrientes de agua para que las movieran hacia lugares en donde había nutrientes. Si estas protocélulas quedaban estancadas en pozas en las que había escasos nutrientes, se morían. Eventualmente las protocélulas con capacidad de movimiento predominaron.

En un principio el movimiento pudo deberse a las vibraciones enviadas a la parte externa de la protocélula por la ausencia de nutrientes. Algunas proteínas habrían mutado en moléculas vibratorias que tenían sus vibraciones atenuadas por los nutrientes, de modo que se movían siempre en dirección a donde hubiera la mayor concentración de nutrientes. Las cilios son proteínas que tienen esta propiedad y se comportan de esta manera independientemente del resto de la célula. Esto le da la apariencia de actividad intencional a un proceso químico completamente automático. Sin embargo, la información dentro de la célula también modula a los cilios.

"La presión evolutiva" se refiere a la predisposición de la selección natural a favorecer algunas mutaciones sobre otras debido a las oportunidades ambientales existentes para dichas mutaciones. Es una presión que jala del futuro, más que empujar del pasado. Una vez que la presión evolutiva a través de la selección natural jaló a la protocélula hacia el desarrollo simbiótico, las mutaciones que favorecían a un subsistema de la protocélula a expensas de otro no sobrevivieron; ya que el movimiento favoreció a la protocélula entera. Sin embargo, la eficiencia creciente en la metabolización de los nutrientes en un lugar de la protocélula, (digamos la cubierta externa) llevaría a un crecimiento asimétrico y perjudicial. Por lo tanto, temprano en su evolución se desarrolló un subsistema para distribuir los nutrientes a todas las partes de la protocélula en una forma equilibrada. Esto ocurrió al principio mediante la circulación de una mezcla homogénea de nutrientes de modo que éstos fueran divididos equitativamente entre todas las partes de la protocélula. Más tarde esto se haría a través de caminos metabólicos especiales por moléculas especializadas, mediante un proceso llamado fotosíntesis.

 
La Fotosíntesis

Las protocélulas probablemente necesitaban como nutrientes a moléculas relativamente complejas tales como los aminoácidos y los nucleótidos. Al evolucionar las protocélulas, estos nutrientes, contenidos en las estructuras de las moléculas autocatalizadoras más viejas, se volvieron cada vez más escasas. Las únicas moléculas fácilmente disponibles eran algunas relativamente simples tales como el HCN, NH3, CH4 y CO2. Este último se había convertido en un componente importante de la atmósfera y probablemente era un producto metabólico de algunas de las protocélulas primitivas.

Recordemos que la construcción de moléculas complejas a partir de otras más simples requiere de energía. A medida que evolucionó la tierra, hubo cada vez menos energía para este fin; con excepción de la luz solar, cuya energía estaba en aumento. Sin embargo, la luz solar se encuentra difusa sobre toda la superficie terrestre y no podría proporcionar la suficiente energía para jalar a las moléculas sencillas a través de la escala evolutiva, excepto en la atmósfera superior de los rayos solares. Esta energía probablemente continuó llegando por medio de rayos, actividad volcánica, rayos cósmicos, meteoros, radiaciones y escapes volcánicos suboceánicos y demás, actuando sobre las concentraciones de moléculas.

Sin embargo, existe un proceso fisicoquímico relativamente sencillo para concentrar la energía solar, llamado fotosíntesis. El proceso de fotosíntesis no tiene valor de supervivencia por si solo, sino únicamente cuando éste es incorporado como parte de un sistema autorreplicante. Sólo una protocélula muy evolucionada o una célula viviente pudieran tener los complejos subsistemas necesarios para sustentar y utilizar la fotosíntesis. Una vez iniciada la fotosíntesis, hubo una explosión de vida.

En ese tiempo, la atmósfera y los océanos estaban llenos de CO2 y había muy poco oxígeno libre. Probablemente desde épocas remotas se produjo oxígeno por la disociación del agua en la atmósfera superior de la siguiente manera: 3H2O + fotón = 3 H2 + O3. A partir del cual el H2 escapa hacia el espacio exterior. Probablemente fue así como Marte, con una gravedad menor que la de la tierra, quedó desprovisto de agua. El ozono forma una cubierta protectora contra los rayos ultravioleta de elevada energía y se descompone en oxígeno: 2O3 = 3O2.

Una serie de mutaciones dieron a las protocélulas la capacidad de sintetizar nutrientes a partir de moléculas simples y luz solar; teniendo así una enorme ventaja sobre sus parientes menos sofisticadas químicamente. Su descendencia se amplio y llenó toda la biósfera. En cambio las protocélulas no fotosintéticas tenderían a la extinción paulatina. Casi toda la vida sobre la tierra desciende de estas primitivas células fotosintéticas. Los animales son, en esencia, plantas mutadas. Muchas de las bacterias anaeróbicas que mueren en presencia del oxígeno son los descendientes directos de las células prefotosintéticas. Estas sobrevivieron en pequeños nichos apartados que aún existen.

 
La Mutación Animal

Una vez formadas las células fotosintéticas deben haber cubierto rápidamente toda la superficie del océano. En este proceso comenzaron a absorber todo el CO2 de los océanos. A medida que éste era absorbido, más del CO2 atmosférico se disolvió en el océano por lo tanto y la concentración total de bióxido de carbono libre empezó a disminuir. Al mismo tiempo hubo un enfriamiento de la tierra debido a que disminuyó rápidamente el efecto de invernadero. Sin embargo, el sol se calentaba cada vez más. Simultáneamente, las células fotosintéticas desprendían oxígeno en los océanos y la atmósfera. En un principio el oxígeno fue absorbido por los minerales reducidos, especialmente el hierro. La tierra tuvo que oxidarse primero antes de tener una atmósfera rica en oxígeno. Eventualmente la concentración atmosférica de CO2 fue tan baja y la concentración de oxígeno y células fotosintéticas tan elevada que estas células empezaron a morir, asfixiándose en sus propios desechos, hambreadas por la falta de nutrientes. Por esta época, hace uno a dos billones de años, ocurrió la mutación que conduciría a la humanidad.

Algunas células fotosintéticas primitivas aún existen en forma de algas de color verde azulado. Los fósiles producidos por estas algas (estromatolitas) hace 3.5 billones de años fueron descubiertos en Australia en 1986. Las algas rojas y verdes representan células fotosintéticas más evolucionadas. Existen entre las bacterias células con propiedades tanto de fotosíntesis como de animales.

Al escasear los nutrientes para las células fotosintéticas se volvió ventajoso para algunas células el metabolizar los cadáveres de sus parientes muertos. Esta fue una habilidad adicional que les permitió aprovechar la muerte de las células puramente fotosintéticas. Estas células se volvieron altamente móviles, como las amebas, y comenzaron a devorar a las algas vivientes. Una vez iniciado este proceso, dado que había un gran exceso de algas, resultó una ventaja cambiar su metabolismo a una estricta oxidación de los cadáveres de las algas y suspender su fotosíntesis; de esta manera iniciaron la biosíntesis. Al empezar a respirar oxígeno estas células perdieron su capacidad de fotosíntesis. Paulatinamente, se estableció un equilibrio en el que algunas células metabolizaban mediante fotosíntesis y otras por biosíntesis, es decir, la oxidación de otras células; algunas tenían ambas propiedades. Las primeras llegaron a ser plantas, las últimas se transformaron en diversos tipos de bacterias y hongos y las intermedias se convirtieron en animales. Definimos como "bacterias" a todas las células vivientes libres carentes de núcleo. La bióloga Lynn Margulis -si bien no emplea el término "autopoiésis"- desarrolló la teoría, hoy ampliamente aceptada, de que las células nucleadas se desarrollaron a partir de la autopoiésis dentro de colonias de bacterias.

Cuando había una proliferación de plantas, ésta era rápidamente equilibrada por una proliferación de animales que metabolizaban a las plantas y sus subproductos. Si la concentración de plantas bajaba, había una muerte masiva por hambre entre los animales, quienes habían perdido su capacidad de fotosíntesis, y esto provocaba una nueva proliferación de plantas. Las bacterias fotosintéticas así como las antiguas bacterias anaeróbicas servían como amortiguador entre las dos nuevas formas de vida. Sin embargo, la presión evolutiva era tal que las ventajas a largo plazo fueron para las células animales y no para las algas o bacterias.

 
Reproducción Sexuada

Todas las células primitivas se reproducían en forma asexuada mediante fisión binaria en un proceso análogo a la división de las protocélulas. En la fisión binaria (mitosis) El ADN en el interior de la célula se replica, a sí mismo, segregándose las dos copias en los polos opuestos de la célula, luego ésta se divide en dos ejemplares idénticos. En la reproducción sexuada (meiosis), dos células diferentes comparten su ADN y se combinan en nuevos patrones, luego de dividirse en dos células haploides, cada una con la mitad del ADN original. Cada célula cede la mitad de su ADN a la otra y se hace una combinación única que se divide por mitosis.

El ADN dentro de la célula generalmente no es una sola cuerda molecular pareada excepto en las células y virus más primitivos (observemos que algunos virus están basados en el ARN y no en el ADN). En cambio el ADN siempre está organizado en paquetes pareados complementarios llamados cromosomas. Cada par de cromosomas es como un libro de instrucciones redundantes en una línea dividida por la mitad. Cada mitad es necesaria para completar el mensaje completo de cada línea. Si bien entre las especies inferiores es posible producir hembras haploides estériles a partir de un huevo no fertilizado, nadie ha podido hacer esto con los animales superiores.

En la reproducción sexuada cada célula divide el libro de sus pares de cromosomas en dos mitades intercambiables con la mitad de los cromosomas de otra célula. Si ambas células fueran idénticas los efectos de la reproducción sexuada no serían diferentes a los de la reproducción asexuada. Sin embargo, dos células no son jamás absolutamente idénticas, dado que cada una tiene algunas mutaciones que alteran sus patrones de ADN de manera diferente. Cada mutación representa algún cambio en las instrucciones de una de las líneas. Los machos también tienen un cromosoma que es único para machos, compartiendo todos los demás cromosomas con las hembras. Por lo tanto, cuando las dos mitades de las diferentes células se vuelven a combinar, formarán un paquete de instrucciones completamente diferente en algunas líneas y conducirán a un nuevo individuo único.

La reproducción sexuada de-facto tiene el efecto de aumentar la tasa de mutaciones sin que se aumente significativamente la tasa de mutaciones negativas, puesto que se están combinando dos conjuntos distintos de instrucciones viables en un nuevo patrón. Puede suceder que algunas instrucciones que por sí solas son evolutivas, al combinarse se vuelven entrópicas. La enfermedad del factor Rh en los seres humanos es un ejemplo de esto; así que a veces los híbridos son inferiores a cada padre. Pero a menudo los híbridos combinan las mejores características de ambos progenitores y son superiores a ambos. Este fenómeno se conoce como "vigor híbrido".

La función vital que es controlada por cualquier instrucción está determinada por su posición en el cromosoma, eso es su posición en una página particular del libro. El conjunto de todos los cromosomas es la biblioteca que contiene los manuales de instrucciones para regular el proceso biológico de todas las criaturas vivientes. Cada biblioteca es única para cada especie y no se puede volver a combinar con la de otra especie, excepto mediante procedimientos radicales de laboratorio que involucran recombinaciones de ADN que producen híbridos interespecies llamados "mosaicos genéticos"(584). La diferenciación de las especies ocurre cuando dos grupos de la misma especie quedan aislados entre sí, de modo que no pueden cruzarse y por tanto sufren mutaciones diferentes; sus bibliotecas, esto es, sus cromosomas, se hacen tan distintos que ya no se pueden volver a recombinar aleatoriamente, debido a que hay demasiadas combinaciones no viables o porque son químicamente incompatibles.

En la evolución existe una progresión en la integración por pares: (1) algunos ácidos nucleicos y proteínas se integran en un sistema simbiótico (las protocélulas) (2) algunos ácidos nucleicos se integran en un sistema simbiótico de ADN de dos hebras (células primitivas); (3) Algunos ADN se integran en un sistema de paquetes pareados de ADN, los cromosomas (células avanzadas); (4) algunas especies se integran en pares complementarios llamados "sexos". Más adelante presentaremos una extrapolación de este sistema mediante la cual se demuestra la existencia, a todos los niveles, de jerarquías evolutivas en sistemas de cuatro pares complementarios, desde los átomos hasta las sociedades supra humanas.

Todas las especies superiores, por tanto menos entrópicas, se reproducen por medios sexuados, incluso algunas bacterias primitivas intercambian material genético dentro de sus colonias; si bien esto no ocurre en forma tan obvia e intencional como en el caso del paramecio. La variabilidad potencial de una especie recibe su máxima expresión a través del sexo y el progreso en la selección natural funciona más eficazmente. En las especies sexuadas cada individuo debe no sólo conseguir sus nutrientes y pasar por ciertos movimientos físicos para su reproducción, sino que también debe encontrar una pareja y competir por ella. La competencia por una pareja y la selección de la misma es parte importante de la selección natural en todos los animales superiores, particularmente en los humanos como elocuentemente lo hizo notar Darwin [97, 173, 245]. Sin embargo, antes de discutir la selección natural entre los seres humanos, examinemos como ha funcionado ésta en todas las especies animales que condujeron hasta la humanidad.

Cada individuo de una especie sexuada tiene más diferencias con sus propios hermanos que los individuos pertenecientes a especies asexuadas. De hecho, la probabilidad de que los mismos padres engendren gemelos genéticamente idénticos a partir de dos conjuntos distintos de óvulo y esperma es menos de 10 -100 [744], lo cuál es casi imposible! Esta es la razón por la cual somos únicos. Los gemelos idénticos vienen de un solo embrión dividido, no de dos combinaciones genéticas separadas. El mayor grado de diferenciación útil que ocurre en las especies sexuadas tiende a producir capacidades más generalizadas para predecir y controlar su entorno total dentro de la especie como un todo. Cada individuo representa una combinación única de propiedades que pueden servir de base para un nuevo peldaño en la escala de la evolución.

 
La Evolución Animal

Al estudiar la evolución de los seres humanos, la evolución de los animales es un asunto central, puesto que éstos evolucionaron de animales más sencillos, que a su vez se desarrollaron a partir de los protozoos. Sin embargo, la evolución de la vida animal está inseparablemente entretejida con la evolución de la vida vegetal. Las plantas son nuestras socias en la evolución, nuestros pares complementarios en la biósfera.

Los protozoarios son todos aquellos organismos unicelulares que carecen de capacidad fotosintética y dependen del consumo de productos o células de organismos vivientes. La evidencia fósil sobre la evolución de éstos es escasa debido a que, en general, no poseen partes duras y por tanto no dejan fósiles. Algunas bacterias segregan compuestos orgánicos únicos y se han encontrado depósitos de estos compuestos en algunas rocas de más de 3.8 billones de años. De esta manera, inferimos que las bacterias tienen alrededor de 4 billones de años. Los protozoarios evolucionaron después de que la tierra tuvo una atmósfera rica en oxígeno, hace mil o dos mil millones de años. Todos los protozoarios primitivos probablemente comían plantas. A medida que se expandieron y el alimento vegetal se hizo mas escaso algunos protozoarios empezaron a comerse entre sí.

Esta es una simple especulación, ya que muchos hechos esenciales se perdieron. Siempre estamos especulando para completar el cuadro de la evolución, la cual evoluciona también por ensayo y error. Todo en este libro puede ser un error, incluyendo todos los "hechos científicos puros".

La predación entre sí, llevada a cabo por los protozoarios estableció un nuevo equilibrio en la naturaleza, en donde había ahora cuatro tipos de formas de vida superior: (1) plantas, (algas) (2) protozoarios herbívoros, (3) protozoarios caníbales y (4) diversas combinaciones de los tres primeros. El hecho de que los protozoarios comenzaran a predar a las células animales más activas provocó que la presión evolutiva favoreciera mutaciones que reforzaran los mecanismos defensivos entre las células predables y los mecanismos más eficaces sensoriales de movilidad entre las células predatorias. Algunas de las células predables concentraron sales inorgánicas en una concha protectora, como la foramenífera y la radiolaria, éstas produjeron los primeros verdaderos microfósiles hace unos dos mil millones de años. Los famosos Acantilados Blancos de Dover fueron producto de estos microorganismos, como muchas otras formaciones geológicas tales como los depósitos de hierro Mesabi en Minnesota.

Otro método para protegerse de los predadores fue que los protozoarios se organizaran en colonias, las cuales eran demasiado grandes para poder ser ingeridas por predadores individuales. Una vez que se estableció una ventaja evolutiva en la formación de colonias, los individuos, bajo la presión de la selección natural, empezaron a organizarse en sociedades interdependientes cada vez más complejas que evolucionaron hacia animales multicelulares: los metazoarios.

 
Los Metazoarios

Somos afortunados de poder observar un ejemplo viviente de cómo las células individuales separadas se organizan en colonias interdependientes complejas. Esto ocurre en las colonias de bacterias y en el moho del limo, formados por criaturas parecidas a las amebas que combinan características de protozoario y hongo.

Las células individuales del moho del limo viven como predadores independientes ameboides similares a las amebas normales. Cuando algunas de las células individuales están listas para reproducirse segregan una substancia química llamada "arcasín". Esto sirve como atractivo y estimulante químico para que otras células individuales emigren hacia las células que la segregan. A su vez éstas segregan más arcasín, atrayendo y estimulando de este modo a otras células, hasta que existe una masa colonial de muchos miles de células. Esta masa funciona entonces como un individuo y se arrastra como verme hacia un sitio adecuado para anidar en donde se arraiga, crece un tallo, desarrolla esporas y las expulsa para que se conviertan en nuevos predadores amibioides que repetirán nuevamente el ciclo cuando las condiciones sean favorables.

Un ejemplo más dramático de la evolución metazoaria lo contiene la embriología humana. Puesto que todos los animales se han desarrollado a partir de células simples mediante una serie de mutaciones en las moléculas básicas del ADN y muchos de estos cambios se convirtieron en parte del registro permanente; entonces, el desarrollo embriológico de un ser humano o de cualquier otro animal debe reflejar la historia completa de la evolución de su especie a partir de una célula sencilla . Este es el caso a nivel embriológico, no al nivel adulto.

La historia fósil derivada de hallazgos paleantológicos confirma la evidencia embriológica de que la progresión básica se realizó de las células simples a las colonias de células, a sistemas interdependientes de células diferenciadas, a animales del tipo de los gusanos, a peces, a anfibios, a reptiles, a animales primitivos semejantes a la zarigüella, a animales placentarios generalizados, a primates habitantes de los árboles, primates habitantes en el suelo, a homínidos de tipos sucesivamente más avanzados. Todos los homínidos son primates que caminan erguidos, los cuales se desprendieron de un antepasado común hace unos cinco millones de años, en los chimpancés y los seres humanos.

No existe evidencia fósil desde el comienzo de la tierra hasta hace unos 4 mil millones de años dado que ésta fue la época de la evolución química. Hasta hace dos mil millones de años no había formas de vida superiores a las células fotosintéticas. Hace mil quinientos millones de años los protozoarios unicelulares eran la forma superior de vida. Hace 600 millones de años empezó a haber cantidades crecientes de fósiles invertebrados: esponjas, medusas, vermes, moluscos, trilobites, equinodermos, escorpiones de mar, etc. Con la posible excepción de algunos gusanos, ninguna de estas formas de vida están entre los antepasados de los seres humanos. Hace 500 a 325 millones de años no había vertebrados superiores a los peces. Entre 325 y 280 millones de años atrás, los vertebrados más desarrollados eran los anfibios, luego aparecieron los reptiles como forma de vida dominante por más de 200 millones de años.

Los mamíferos evolucionaron a partir de reptiles generalizados unos 200 millones de años atrás y los pájaros se separaron de los reptiles por esta misma época. A los mamíferos les tomó más de ciento treinta y cinco millones de años reemplazar a los reptiles como forma de vida dominante en la tierra después de la extinción masiva de los dinosaurios hace unos 65 millones de años. Los mamíferos llegaron a su máxima diversidad y número hace unos 20 millones de años y luego empezaron a sufrir una disminución gradual en el número de especies. Al mismo tiempo, empezó a diversificarse y proliferar la línea de los primates que condujo a los homínidos y los humanos. Según la evidencia fósil, los monos humanoides como el Sivapiteco y el Ramapiteco aparecieron hace unos 18 millones de años. Los Homínidos parecidos a los monos aparecieron hace unos 4 a 5 millones de años y nuestro antepasado totalmente humano, imposible de diferenciar de nosotros en ninguna característica biológica, apareció hace unos 100.000 años en Africa y el Medio Oriente y hace 50.000 años en Europa. En los últimos 100,000 años el Homo sapiens se ha convertido en la forma dominante de vida y amenaza, como todas las mutaciones radicales previas, con sobrepasar sus posibilidades de alimentación.

 
El Mito del Equilibrio Ecológico

La historia de la evolución es la historia de sucesivas catástrofes ecológicas. La fotosíntesis como valor de supervivencia ocurrió luego de que las primeras células casi habían agotado su provisión de alimentos y enfrentaban una hambruna masiva. Las mutaciones que llevaron a las células animales ocurrieron después de que las algas casi habían agotado su fuente de alimentos y enfrentaban la muerte masiva por hambre. Las células individuales mutaron en metazoarios cuando las células predadoras animales más especializadas comenzaron a ejercer presión evolutiva sobre las células omnívoras más generalizadas, al consumirlas en cantidades crecientes; amenazándolas así con la extinción. Una vez que aparecieron los metazoarios simples, algunos de ellos mutaron en predadores que atacaban a otros metazoarios y a las células sencillas más grandes. Esto estableció un nuevo ciclo ecológico en la naturaleza. La existencia de metazoarios creó un nuevo nicho ecológico para las algas, bacterias y protozoarios, en el cual éstos podían existir como parásitos de las formas de vida más grandes y más evolucionadas. Las formas de vida unicelulares se habían convertido a su vez en anfitrionas de un tipo especial de parásito llamado "virus".

Un virus es una forma degenerada de vida que ha perdido su capacidad de reproducirse, excepto dentro de la célula viviente de un huésped. Ha regresado al estadio de protocélula y más atrás. Contrariamente a algunas teorías, los virus probablemente no son los antepasados de las células, sino los descendientes degenerados de las células o protocélulas que sólo pueden existir como parásitos y no son autorreplicantes en forma independiente. Un parásito es una forma de vida que tiene mayor entropía que sus antepasados y sólo puede vivir a expensas de alguna forma de vida que tenga menor entropía. Como veremos, la inducción al parasitismo es un desequilibrio ecológico que forma parte intrínseca de la evolución y ocurre aún entre las especies más elevadas, como los seres humanos.

Es precisamente el propio desequilibrio en el sistema ecológico lo que proporciona nuevas oportunidades para la evolución de nuevas formas de vida. La aparición de plantas terrestres hace unos 400 millones de años creó un desequilibrio ecológico, que hizo posible que los animales terrestres evolucionaran de los peces y artrópodos. Al llenar un nuevo nicho ecológico los anfibios primitivos crearon un desequilibrio ecológico y casi todos fueron rápidamente reemplazados por sus descendientes, los reptiles. De la amplia variedad de vida anfibia que floreció hace 250 millones de años, únicamente sobreviven las ranas, tritones y salamandras. Los reptiles predominaron por casi 200 millones de años y con catastrófica rapidez empezaron a desaparecer.

Existe suficiente evidencia de que aproximadamente cada 26 millones de años hay catástrofes de origen cósmico, por ejemplo, colisiones con cometas, que aniquilan muchas de las especies que están especializadas y abren nuevos nichos para las especies generalizadas más inteligentes. Una de estas catástrofes aparentemente ocurrió hace 65 millones de años cuando los dinosaurios fueron aniquilados y reemplazados por los mamíferos. Estas catástrofes periódicas parecen deberse a un enjambre de cometas que intercepta la órbita de la tierra cada 26 millones de años. Existe el peligro de que toda la tierra sea destruida en cada intercepción en caso de que varios cometas grandes la impactaran en rápida sucesión.

Hoy en día, el desequilibrio ecológico que está creando la humanidad se debe primordialmente al efecto de desviar la provisión de alimentos que antes servían para fines reproductivos de otros animales, para servir de alimento a un número creciente de seres humanos. El porcentaje de la biomasa total ocupado por cualquier especie es una medida biológica de su éxito evolutivo. Sin embargo, teóricamente es posible destruir el ciclo básico de la vida mediante la contaminación y otros medios [280]. Al parecer la especie humana también produce, al menos, tantos parásitos como anfitriones para éstos. Esto es entrópico.

Algunos ambientalistas lamentan la extinción de los tigres, lobos y otros grandes predadores que no tienen casi nada que contribuir a la evolución humana y son incapaces de competir con el primer predador, el Homo sapiens. Pero es más grave aún la total esterilización de grandes partes del océano o la destrucción de la capa de ozono mediante la contaminación [280]. Observamos que la tendencia en la evolución humana parece ser hacia domesticar a todas las formas de vida, -incluyéndonos a nosotros- que sirvan para fines humanos y reemplazar al resto. Si alguna vez se lograra el equilibrio ecológico, probablemente significaría el fin de la evolución.

 
El Arbol de la Vida

El árbol de la vida ilustrado en la página anexa representa el parentesco aproximado de las diferentes formas de vida y muestra su desvío del tronco principal de la evolución como una función del tiempo. Tradicionalmente se ha representado a la humanidad en la cumbre del árbol de la evolución. Esto se debía más a razones egocéntricas que a ningún criterio fundamental subyacente. Pero vamos a mostrar que éste es el lugar que le corresponde a la humanidad.


El Arbol de la Vida

Un criterio común que ha sido utilizado por algunos evolucionistas para determinar el nivel de evolución de una forma de vida dada, es el grado de transformación que ha sufrido a partir de un antepasado más primitivo. Según este criterio, los elefantes podrían aparecer como más evolucionados que los seres humanos en términos de su morfología externa, si vemos su cambio desde un antepasado primitivo. Intuitivamente sentimos que esto debe ser erróneo.

El cambio por sí mismo no determina la evolución, puesto que un cambio puede aumentar la entropía. Esto es obvio en la decadencia entrópica de los parásitos que son muy diferentes de sus antepasados. Definimos una "mejora evolutiva" como un cambio que disminuye la entropía y aumenta la complejidad del organismo. Pero no es obvio que un ser humano es más complejo que un elefante. Un elefante tiene un cuerpo más grande y un cerebro más grande que un ser humano. Sin embargo, un elefante es menos complejo que un hombre.

Sin entrar en la neuroanatomía, podemos decir que si bien el cerebro del elefante es mayor que el cerebro humano, tiene una estructura más simple y es por tanto un cerebro más simple. Esto es obvio en términos de la conducta del elefante, que en forma alguna no se aproxima a la complejidad de la conducta humana. Puesto que se sabe que la conducta es regulada por el cerebro, debemos deducir que el cerebro humano debe ser más complejo que el del elefante.

Al discutir la evolución de los antepasados inmediatos del género humano, entraremos en más detalles sobre la importancia relativa de los distintos subsistemas del cerebro; por ahora simplemente asumimos que hay una correspondencia de uno a uno entre la complejidad del cerebro y la complejidad de la conducta. En general los cerebros más grandes son más complejos que los pequeños, pero no siempre, dado que una gran parte del cerebro puede ser empleada para controlar las funciones rutinarias vegetativas del animal. Si consideramos el tamaño del cerebro en relación con el peso del cuerpo logramos la relación mostrada en la siguiente tabla:

Relación de Peso del Cerebro Con el Peso
del Cuerpo en Animales Seleccionados
Adaptado de Tobias [777]
Mamíferos

Mono ardilla (Saimiri sciutea)
Tamarino (leontocebus)
Marsopa (Delfín)(Phocaena communis)
Ratón casero (Mus musculus)
Musaraña arbórea (Tupaia javanica)
Hombre (Homo sapiens)
Musaraña terrestre (Sorex minutus)
Mono (Macaca mulatta)
Gorila (Gorilla gorilla)
Elefante (Elephas indicus)
Cachalote (Physeter catodon)

Razón

1 : 12
1 : 19
1 : 38
1 : 40
1 : 40
1 : 45
1 : 50
1 : 170
1 : 200
1 : 600
1 : 10,000

Reptiles

Cocodrilo
Stegosaurus
Brontosaurus (Apatosaurus)

 
 
 
1 : 5,000
1 : 30,000
1 : 100,000
 

Notamos que los seres humanos están bastante mejor que los elefantes pero no mejor que un ratón [777]. Esto se explica por el hecho de que la conducta interactiva compleja, por ejemplo las capacidades de aprendizaje, es controlada primordialmente por la neocorteza y no por el resto del cerebro, el cual controla las respuestas vegetativas y automáticas del cuerpo tales como los ciclos metabólicos y las emociones. Si graficamos la complejidad de conducta como función de la fracción del peso del cerebro que ocupa la corteza, entonces vemos el tipo de correspondencia directa que intuitivamente esperábamos (ver página ...)

Por ahora, asumiremos que (1) la dirección principal de la evolución es hacia el desarrollo de una conducta cada vez más compleja como medio para aumentar la efectividad reproductiva; (2) la complejidad de la conducta está en una correspondencia de uno a uno con la complejidad del sistema nervioso; y (3) una aproximación estimativa a la complejidad del sistema nervioso puede lograrse multiplicando la fracción del sistema nervioso ocupada por la neocorteza por la masa del sistema nervioso a fin de determinar el "exceso" de neuronas, como una medida bruta testimonial de esta complejidad. Desde una perspectiva diferente podemos decir que el cerebro es una computadora biológica, autoorganizada. Las partes corticales, particularmente la neocorteza, son como una computadora de usos generales que es fácilmente programable y sobre todo está autoorganizada.

Como veremos más adelante, la realidad es mucho más compleja que esto. Pero esto nos da una primera aproximación para discutir la dirección de la evolución y el significado del árbol de la vida.

 
Dirección y Significado

Si miramos nuevamente el árbol de la vida en la pág. ... vemos que éste continuamente desarrolla ramas a partir del tronco principal. Estas ramas, a su vez, desarrollan ramitas, pero eventualmente dejan de crecer y a veces mueren. Sólo el tronco principal continúa creciendo hacia arriba. Una vez que una forma de vida se separa del tronco, ésta se aleja cada vez más del tronco y nunca regresa. Eventualmente, todas las ramas deben dejar de crecer, por eso, todas las especies que se separan, paulatinamente se extinguen sin dejar descendientes.

La diferencia principal entre las especies que están en el tronco principal y las que se ramifican es que las primeras son generalizadas y las últimas especializadas.

Una especie generalizada es aquella que puede obtener nutrientes de muchas fuentes distintas y que puede sobrevivir en muchos ambientes diferentes, si bien ésta será menos eficiente en hacerlo en un ambiente específico que una que está "especializada" en ese ambiente. Una especie especializada es aquella que puede obtener sus nutrientes muy eficientemente de pocas fuentes, pero puede sobrevivir sólo en un campo muy reducido de ambientes. Cuando una especie se especializa está en camino a la extinción, ya que una mínima perturbación en su fuente de alimentos o en su ambiente puede ocasionar la muerte de todos sus miembros. Las extinciones periódicas de cada 26 millones de años eliminan las especies especializadas, dejando más espacio para las especies generalizadas más inteligentes. Esto es equivalente a "podar" el árbol de la vida. Recuerden, éstas son sólo especulaciones.

Una vez que la presión evolutiva empieza a jalar a una especie hacia la especialización, ésta se vuelve cada vez más especializada en la dirección que ha elegido. Mediante mutaciones gana las características que destacan la especialización y eventualmente pierde las características que ya no son relevantes. Es menos probable que ocurran y sobrevivan las mutaciones que lleven a una especie a retroceder hacia el tronco que las mutaciones que la llevan hacia el final de la rama. Por tanto, la especie se convierte en un sistema cerrado que existe dentro de un patrón ambiental cada vez más estrecho que finalmente la destruye.

Nótese que bajo la selección natural es inevitable la especialización. Si existen nichos ecológicos que las especies especializadas pueden llenar, éstas mutarán de una especie más generalizada hasta que los nichos se llenen. Mientras más alto esté una especie en la escala de la evolución cuando comienza a especializarse, más efectiva será dentro de cada nicho especializado. Pero una especie generalizada no empieza a competir por un nicho especializado a menos que esté vacante. Esto es lo que sucedió cuando los dinosaurios especializados que repentinamente se extinguieron hace unos 65 millones de años. Los mamíferos generalizados y algunos pájaros se especializaron y llenaron estos nichos en un período de 26 millones de años. Entonces, también empezaron a extinguirse. Las especies generalizadas están a menudo en desventaja temporal respecto a una especie más especializada; por tanto usualmente son pequeños en biomasa durante un momento determinado en el tiempo, pero son mayores en biomasa a lo largo de un período más largo de tiempo. Un ejemplo de esto es la zarigüella, un mamífero primitivo, pequeño y altamente generalizado, que puede existir en una gran variedad de ambientes. Las zarigüellas, si bien nunca son grandes en masa biológica total al compararse con animales más especializados, han existido en su forma actual por millones de años. Además, la zarigüella es menos compleja que muchos mamíferos placentados que se extinguieron en el ambiente que compartían con la zarigüella.

Por lo tanto, si bien la dirección de la evolución es hacia una complejidad cada vez mayor, la complejidad por sí misma no asegura la supervivencia y en cambio sí garantiza la extinción, si se trata de una complejidad especializada. La gran lección de la evolución es hacia una complejidad cada vez más generalizada, ya que la especialización sólo lleva a la extinción. La generalización es una condición necesaria, pero no suficiente, para que una especie continúe su camino hacia arriba en la escala de la evolución.

 
El Peldaño Superior

En cualquier época, el peldaño superior de la escala de la evolución ha sido ocupado por el tipo más complejo de animales generalizados. Hace unos 65 millones de años este peldaño estaba ocupado por los mamíferos. A medida que éstos se especializaban para llenar los nichos de los extintos dinosaurios, si bien incrementaron su complejidad y a la vez aumentaron su entropía, eventualmente fueron descendiendo, hasta que muchos de ellos se extinguieron.

Hace unos 40 millones de años el peldaño superior estaba ocupado por un solo grupo generalizado, los primates; probablemente al principio éstos tenían un aspecto muy similar a la musaraña arbórea. Como todos los grupos generalizados, los primates empezaron a desprender ramas especializadas. Los primates primitivos eran aptos para vivir tanto en los árboles como en el suelo, pero no eran destacados en ninguna de esas modalidades de vida. Todos eran omnívoros y tenían manos y pies prehensiles que usaban ventajosamente para lograr alimentos y para subir a los árboles. Cuando los primates comenzaron a especializarse, hace unos 40 millones de años, empezaron a enfatizar una forma de vida sobre la otra; o terrestre o arbórea. En ese proceso, se volvieron cada vez más especializados.

Para vivir en la tierra existía una gran ventaja en andar en cuatro pies. Por tanto, una familia de primates se hizo casi totalmente cuadrúpeda, como es el papión y el mandril. Para vivir en los árboles resultaba muy ventajoso tener brazos largos y poderosos para saltar de rama en rama; por tanto, otras familias de primates se hicieron más arbóreas desarrollando un cuerpo liviano y brazos largos y fuertes como los diversos grupos de monos (resus, macacos, capuchinos etc.). Otro grupo permaneció generalizado entre los dos, sin quedarse en un solo ambiente como sus primos más especializados. Este grupo es representado hoy en día en diversos grados por los monos antropoides, también llamados "hominoidea", como son los gibones, orangutanes, gorilas, chimpancés y seres humanos, quienes empezaron a diferenciarse de los otros primates hace unos 20 millones de años.

Por millones de años los homínidos representaron una parte muy pequeña de la biomasa de los primates, ya que no podían competir eficazmente contra sus primos más especializados. Esto se demuestra por la escasez de fósiles de homínidos, los cuales son muy escasos hasta hace unos cinco millones de años; debido en parte a que las especies arbóreas rara vez se fosilizan. El futuro de la evolución pertenecía entonces a los homínidos, pues una vez que los otros primates se especializaron, sólo éstos ocuparon el peldaño superior de la escala de la evolución.

 
La Evolución de los Hominoides

Algunos de los homínidos continuaron en el tronco principal de la evolución hasta la actualidad. Hace unos 18 millones de años ocurrieron una serie de mutaciones que permitieron que un grupo se convirtiera primordialmente en habitante del suelo, sin volverse menos generalizado. Esto fue posible sustituyendo la capacidad de correr como bípedo por la habilidad para trepar a los árboles, adquiriendo al mismo tiempo la nueva habilidad de utilizar mejor sus manos mientras se movían. El efecto neto fue probablemente un ligero aumento en su habilidad general. Al principio, esto quizá les dio pocas o ningunas ventajas a estos animales que fueron nuestros ancestros, pero lo importante es que abrió un nuevo nicho ecológico para los primates, el nicho de la especie que emplea máquinas.

 
La Construcción de Máquinas

Muchas especies han sido y aún son constructoras de máquinas. Por ejemplo las avispas, las hormigas y las abejas, quienes construyen complejos nidos que representan una máquina comunal. Los castores construyen complejos sistemas de control ecológico con sus diques, canales y casas parcialmente sumergidas; Venecias en miniatura, teniendo que juntar ramas, hacer mezcla, cavar canales, cortar árboles y colocar todo en un orden especial, en lugares adecuados y mantener sus máquinas en constante reparación.

Una máquina es un artefacto manufacturado que transforma una forma de energía en otra. Las herramientas, el lenguaje y la organización social son ejemplos de máquinas. Una máquina disminuye la entropía de un animal que la emplea en forma apropiada, al aumentar la cantidad de energía útil a su disposición. Un animal que emplea máquinas puede aumentar, como resultado de ella, su habilidad para adquirir nutrientes y reproducirse más allá de las capacidades de un animal similar que no use máquinas.

Muchos animales construyen y utilizan máquinas. La capacidad para hacer esto; es decir, el plano para la máquina y el manual de operaciones, es trasmitido a través de los genes y es estructurado en el sistema nervioso. El plano está biológicamente fijo. Esto se confirma claramente en experimentos que muestran que la capacidad que tienen los insectos, los pájaros y los castores para construir sus nidos no es aprendida, sino que es producto de instintos heredados [470]. Las máquinas de los insectos y los pájaros han permanecido iguales por millones de años [93], pues nunca han adquirido la capacidad de construir otras máquinas que no sean sus nidos. Esto se debe a que su instinto para construir máquinas es muy especializado y no generalizado.

Los castores, por otra parte, han mostrado algunos cambios en la estructura de sus nidos en los últimos millones de años. Su capacidad de hacer máquinas es sólo parcialmente instintiva (biológicamente fija), si bien ésta es la parte principal. La parte no instintiva, que es más generalizada (programable), les permite hacer ligeras modificaciones al diseño. Esto es resultado del hecho de que tienen sistemas nerviosos más complejos que los insectos y los pájaros. Sin embargo, los castores se encuentran ya muy especializados para una forma anfibia de vida y sus cuerpos están adaptados para construir un solo tipo de máquina, una comunidad ecológica. En realidad no crean nuevas máquinas sino hacen ligeras variantes de un modelo existente que llevan en sus genes.

En cambio Los hominoides generalizados tempranamente, quienes tenían capacidades bípedas ligeramente superiores a las de sus primos arbóreos, no tenían instinto para hacer máquinas. Estos hominoides, que son llamados "homínidos" sólo tenían la ventaja de tener libres sus manos mientras caminaban por el suelo. No eran especialmente buenos para correr comparados con los papiones, ni tan buenos para trepar árboles como sus primos los póngidos, quienes evolucionarían en orangutanes, gorilas y chimpancés. Si no hubieran hecho un uso máximo de sus manos casi desde el principio, probablemente se habrían extinguido. La mutación para el andar bípedo, por sí sola, no habría tenido valor neto de supervivencia.

Los chimpancés actuales pueden crear máquinas, si bien muy simples, independientemente del instinto. Un chimpancé recogerá una rama caída y la empleará como garrote. Esto, sin embargo, es usar un objeto natural como máquina, no crear una, pues no hay manufactura en este proceso. En su estado natural se les ha visto tomar una ramita y deliberadamente sacarle todos los brotes con el objeto expreso de emplearla para atrapar termitas [794]. Esto no es por instinto; mas bien es aprendido de otro chimpancé o descubierto en forma independiente mediante experimentación.

La evidencia fósil indica que los antepasados inmediatos de los homínidos tenían sistemas nerviosos comparables a los del chimpancé de hoy. Por lo tanto, probablemente tenían, por lo menos, la misma capacidad para hacer máquinas. De esto se deduce que los primitivos homínidos posiblemente usaban ramas naturales y piedras como herramientas sencillas y podían hacer transformaciones sencillas con un propósito tal como sacar todos los brotes de una rama o elegir una piedra de forma conveniente para un fin específico. Esto fue suficiente para darles una ligera ventaja y abrirles una nueva forma de vida a nuestros antepasados, que adquirieron la capacidad bípeda.

 
La Evolución de los Homínidos

La evolución de la humanidad ha sido la evolución de su capacidad para crear y emplear máquinas. Una vez que las manos quedaron libres mientras caminaban, aún si ésta era sólo una libertad temporal, había una fuerte presión evolutiva para mejorar la capacidad bípeda de andar. Mientras mayor fuera el porcentaje de tiempo que el homínido pudiera caminar erecto y mantener sus manos libres, era mejor. Hace unos cinco millones de años los homínidos habían adquirido la postura erecta característica de los hombres de hoy y sus manos y brazos estaban casi totalmente dedicados a hacer, cargar y usar máquinas mientras estaban en el suelo. Esta es la época en que los chimpancés y los homínidos se separaron de su antepasado común. Se considera que los gorilas se separaron hace ocho millones de años, los orangutanes hace 14 millones y los gibones hace 20 millones de años. Esto se confirma mediante fechado del ADN [600], un método para determinar cuán cercanas genéticamente están dos especies, en términos de cuando fue la última vez que compartieron el ADN con un antepasado común. Evidencias muy recientes, no publicadas aún por el antropólogo Vincent Sarich, indican que los homínidos, chimpancés y gorilas se separaron de un antepasado común hace cinco millones de años. Sin embargo, las cifras citadas con anterioridad son las aceptadas comúnmente.

En el caso del orangután, el gorila y el chimpancé es probable que sus predecesores inmediatos como el Sivapiteco y el Ramapiteco fueran más semejantes a los homínidos que a ellos mismos. Aquellos que caminaban sobre sus nudillos (póngidos) representan tal vez homínidos especializados tempranamente. Desde hace unos cinco millones de años, los homínidos eran inferiores a los póngidos en su capacidad para subir a los árboles, pero eran mejores caminando y corriendo. Del cuello hacia abajo, los homínidos eran casi iguales estructuralmente a los hombres modernos, excepto que eran más bajos y robustos.

Al mismo tiempo que los homínidos cambiaban del cuello para abajo, estaban ocurriendo otros cambios en el cráneo. Uno de los primeros cambios fue la pérdida de los grandes caninos que caracterizaban a los póngidos, los cuales se utilizaban primordialmente en las luchas entre los póngidos machos por tener el dominio y el primer acceso a las hembras y la comida. Una característica del proceso evolutivo es que todo órgano o estructura que tenga poco o ningún papel para la supervivencia se atrofie, pues no habrá selección natural contra las mutaciones que causan su atrofia. Una vez que los homínidos empezaron a depender de las herramientas para luchar y conseguir alimentos, habría una clara ventaja para la supervivencia en los que eran más eficientes en el empleo de herramientas sobre aquellos que dependían de sus grandes caninos. Un instrumento es una máquina que transforma la energía de los músculos, huesos o dientes directamente en energía útil y pueden considerarse como amplificadores de nuestra estructura corporal. Por lo tanto, los caninos se atrofiaron y cambió la forma de la cara y de la boca. Eventualmente esto haría posible el lenguaje moderno. Sin embargo hubo relativamente poco desarrollo en la complejidad del cerebro durante esta época, la cuál también es esencial para el lenguaje.

Entre tanto que los homínidos llenaban un nuevo nicho ecológico, -situándose en algún lugar entre los papiones y los póngidos- sólo se expandieron sobre los sitios de la tierra que les eran habitables y a los que podían llegar más fácilmente. Sin embargo, es probable que todo el progreso evolutivo de los homínidos, desde los australopitecos hasta el Homo sapiens, ocurriera en Africa. Aparentemente hay algo en Africa que conduce a la evolución homínida; posiblemente su riqueza ecológica, con una gran variedad de especies.

Lo más importante en el sentido de presión evolutiva, era desarrollar una postura totalmente erguida y desarrollar la capacidad para usar herramientas. El lanzamiento de piedras le dio a los homínidos una ventaja biológica única y contribuyó al desarrollo del sistema nervioso para determinar las trayectorias, así como escoger y manejar las piedras adecuadas. La expansión temprana de los homínidos estuvo limitada a las zonas templadas de Africa. Estos aún dependían de los árboles para su seguridad, pero podían alejarse más que los póngidos dada su capacidad para correr y llevar herramientas. En aquel entonces había poca presión evolutiva para que aumentara su capacidad de hacer herramientas, debido a que aún estaba por llenarse una gran parte del mundo y los homínidos tenían pocos competidores entre otros primates usuarios de herramientas. Los homínidos se expandirían y llenarían los nichos ecológicos de las especies constructoras de herramientas que lograban la mayor parte de sus alimentos del suelo, aunque aún dependían parcialmente de los árboles para su seguridad y algún alimento. Una vez que estos nichos ecológicos se llenaron, entonces los homínidos empezaron a competir entre sí y a desarrollar más su cerebro. (Recuerden que estamos especulando).

Dado que los homínidos vivían en pequeñas bandas ampliamente dispersas y relativamente aisladas, un grupo podía ser afectado por un desarrollo evolutivo considerable, sin que esto afectara a otros grupos. En aquel entonces la población homínida total -que habitaba en su mayoría en Africa- no era más de unos pocos cientos de miles. Hoy en día existen alrededor de trescientos mil chimpancés, todos nativos de Africa, que han permanecido virtualmente sin cambios durante todo este período. Una vez que un grupo de homínidos tuvo una clara ventaja en sus máquinas y/o su uso sobre otros homínidos, empezarían a expanderse en el territorio de sus primos menos desarrollados. A través de la selección natural, los homínidos con mayores capacidades para inventar máquinas y/o mayor organización social fueron reemplazando a los homínidos menos evolucionados.

La organización social humana es una máquina en la cual los componentes son seres humanos. Por lo tanto la evolución de los homínidos se hizo primordialmente una competencia interna entre los diferentes grupos de ellos. Esto no significa que hubiese un genocidio determinado de un grupo contra otro, sino simplemente que los grupos más evolucionados consumían mas de los alimentos y se reproducían mejor que los grupos menos evolucionados. Una vez que se inició este proceso, hace unos cinco millones de años, hubo bastante presión en la evolución del cerebro con el objeto de crear máquinas más complejas, incluyendo la organización de los homínidos. Durante los últimos dos y medio millones de años el tamaño del cerebro promedio de los homínidos se triplicó.

Una de las consecuencias de desarrollar una postura erguida fue una modificación de la pelvis de los homínidos que restringió severamente el tamaño del canal para el nacimiento. Esto significó que la expansión del cerebro sólo era posible si los hijos nacían en estados de inmadurez creciente. Por lo tanto, los hijos eran completamente dependientes y muy vulnerables durante largo tiempo después del nacimiento. Esto produjo presión evolutiva para el desarrollo de la programación emocional en el cerebro que llevaría a la formación de unidades familiares en las cuales las madres y sus crías eran protegidas y alimentadas por los machos. El proceso de inmadurez creciente al nacer comenzó una vez que la postura erguida empezó a ser una ventaja evolutiva y continuó hasta hace unos 50,000 años, cuando la desventaja de la extrema inmadurez sobrepasó las ventajas de un cerebro mayor, primordialmente debido a una mortalidad infantil muy elevada. Al mismo tiempo, la interdependencia entre macho y hembra se hizo más pronunciada.

La extrema inmadurez y dependencia a largo plazo de los homínidos recién nacidos hizo imperativo que los niños estuvieran bajo constante cuidado materno durante varios años después de nacer. Era muy difícil para una hembra homínida reunir comida, menos aún cazar, mientras cuidaba a sus crías o estaba en la etapa final del embarazo. Por esta razón los homínidos machos tuvieron que estar emocionalmente predispuestos a alimentar y proteger a las hembras con las cuales se emparejaban, o de lo contrario la línea de los homínidos se habría extinguido. Al mismo tiempo, la hembra tenía que unirse a un protector macho una vez que estaba embarazada. Este mecanismo se conoce como " el nexo sexual". Ocurre entre muchas especies de mamíferos y aves, especialmente los predadores. Probablemente se fortaleció entre los homínidos debido a la sexualidad relativamente mayor de las hembras. Hoy los únicos animales hembras que se conoce que experimentan el orgasmo y están casi siempre receptivas sexualmente a sus parejas son los seres humanos. El instinto de crianza a largo plazo de la hembra, junto con la creciente socialización y proteccionismo de los machos, hizo posible que los primitivos homínidos se formaran en bandas familiares de apoyo mutuo.

En cierta medida esto de organizarse en unidades familiares existe entre todos los primates. Los papiones, que compartían con los primitivos homínidos el peligro de los predadores cuando estaban lejos de los árboles, se organizan en bandas de 15 a 50 individuos. Las hembras y los jóvenes se mantienen en el centro y son protegidos por los machos adultos que cuidan la periferia de la tropa. Los machos mismos están organizados en una jerarquía más bien compleja de grupos dominantes con individuos dominantes dentro de cada grupo. Si un miembro de un grupo de machos es amenazado por un extraño que trata de afirmar su supremacía, todo el grupo actuará como una unidad para alejar esta amenaza [220]. Esta jerarquía de estructura impone una disciplina de grupo que permite a las tropas tener estabilidad social y funcionar en conjunto como una unidad, en forma muy semejante a una organización militar. La evolución de la conducta social de los papiones necesitó de muchos millones de años de selección natural centrada primordialmente en cambios en los centros emocionales del cerebro, en oposición a los centros de la razón en la neocorteza que se emplean en la construcción de máquinas y los procesos cognitivos.

Los primitivos homínidos eran probablemente más parecidos físicamente a los chimpancés, los cuales se asemejan más a los protohomínidos, pero estaban más cercanos a los humanos en sus componentes genéticos y emocionales, en contraste con los papiones más especializados. Los chimpancés no tienen una jerarquía rígida tan compleja como los papiones. Un papión puede permanecer toda su vida en la misma tropa en que nació. Los chimpancés cambian de un grupo familiar a otro con bastante facilidad y el patrón de dominio de sus machos es más individualista y no implica organizarse tanto en camarillas aristocráticas como en el caso de los papiones. Las hembras viven más cerca de los árboles y están fácilmente dispuestas a criar y proteger a sus hijos sin ayuda de nadie. Sin embargo el comportamiento social actual de la humanidad es más semejante al de los papiones que al de los chimpancés.

A medida que los homínidos se repartían sobre la tierra, probablemente se organizaban en pequeñas unidades familiares de un macho dominante y no más de cuatro hembras adultas y sus crías. Se desarrolló un mecanismo de unión tal que el macho asumió la responsabilidad por cada hembra con la cual se emparejaba, además de sus crías y la hembra se unió fielmente y en dependencia con un solo macho. Este es el "contrato evolutivo" dentro de nuestra especie. Este tipo de estructura social ocurre actualmente en los gorilas, que en alguna formas son más semejantes a los homínidos primitivos que los chimpancés, dado que pasan un porcentaje mayor de su tiempo en tierra y sólo los jóvenes y las hembras se suben a los árboles en busca de protección. La diferencia está en que los gorilas se han especializado en una dieta totalmente vegetariana. El gorila macho, que tiene dificultades para trepar a los árboles, protege a las hembras y crías mucho más pequeñas y vulnerables, alejando a casi todos los predadores en virtud de su tamaño y fuerza (en vez de trepar a un árbol). Las hembras con crías no dependen del macho para su alimentación.

El gorila esta más especializado que el chimpancé en términos de dieta y estructura corporal. Este tipo de especialización, junto con la predación humana, está conduciendo lentamente a la extinción del gorila, puesto que su nicho se sobrepone tanto al de los humanos como al de los chimpancés, cada uno de los cuales es más capaz en su esfera. Quedan sólo unos 15,000 gorilas en todo el mundo contra varios cientos de miles de chimpancés y cinco mil millones de seres humanos. Sin embargo, el gran aumento en el número de seres humanos se debe principalmente a un fenómeno psicosocial de los últimos 50,000 años en general y de los últimos 10,000 en particular (que se discutirán más adelante). Hasta hace 50.000 años, la población homínida de la tierra era menos de un millón.

Por ahora asumiremos que los primitivos homínidos tuvieron una estructura emocional entre la del gorila y la del chimpancé y evolucionaron hacia una organización social similar a la de los papiones. Las familias de homínidos probablemente expulsaban a los machos jóvenes al alcanzar éstos la madurez y las hembras jóvenes se iban si se emparejaban fuera de la banda. El macho procuraba tener tantas hembras como podía proteger y alimentar, evitando la competencia de cualquier otro macho. Los homínidos primitivos no eran cazadores, sino recolectores y posiblemente carroñeros, expulsando a las hienas y otros carroñeros más pequeños de donde estaban las presas abandonadas por los grandes predadores, lanzándoles piedras. A medida que se adaptaron mejor a una existencia de caminar y correr, empezaron a incluir mas carne en su dieta y eventualmente se convirtieron en cazadores.

Durante la primera ola de expansión homínida, que duró unos tres millones de años y estaba limitada al Africa, la cacería de los homínidos se limitaba probablemente a las crías y los heridos de otras especies, incluyendo los antropoides y algún homínido ocasional de otro grupo; así cazan hoy los chimpancés. Eventualmente la habilidad de los homínidos en el empleo de garrotes y piedras fue suficiente para derribar piezas más difíciles, aunque pequeñas aún. Hoy, los chimpancés arrojan piedras a los potenciales predadores para alejarlos, pero no pueden cazar animales en esta forma, por lo menos en forma confiable. Durante esta fase de la evolución los homínidos, comenzaron por primera vez a competir duramente entre sí.

Al mismo tiempo que los homínidos lograban la postura totalmente erecta y llenaban todos los nichos ecológicos que estaban disponibles, los cambios climáticos provocaron que los vastos bosques tropicales que cubrían gran parte de la tierra fueran reemplazados en gran medida por praderas. Esto fue muy desventajoso para los primates habitantes de los árboles, pero dio a los homínidos una gran ventaja. La posición erecta les permitía ver a una gran distancia en el pastizal alto. La habilidad para cazar que habían adquirido, les permitía vivir sin el refugio y alimentación de los árboles, mejor que los otros primates. En este punto los homínidos, que tenían una posición precaria en su nicho, empezaron a expandirse y todos los otros primates a declinar. Posteriormente los monos arbóreos se expandieron nuevamente en los bosques de Asia y Sud América, pero los póngidos nunca más alcanzaron a los homínidos, y algunos, tales como el gorila y el orangután, están al borde de la extinción, debido principalmente a la presión humana.

 
Los Australopitecus

Los Australopitecus eran un grupo variado de homínidos de amplia distribución, que empezaron a extenderse en Africa hace unos cinco millones de años. El rápido retroceso de los bosques les abrió nuevos nichos y se convirtieron en parte importante de la biomasa de los primates; ocupando en forma exclusiva el peldaño superior de la escala de la evolución. Como todas las otras especies generalizadas en el tronco principal de la evolución, algunos empezaron a especializarse y llenar otros nichos. El Australopitecus robustus, también conocido como Parantropo, se convirtió en un vegetariano de cuerpo relativamente grande, que empezó a ocupar el nicho que habían dejado los grande póngidos. Sus muelas posteriores, grandes y planas, indican que pueden haber abandonado la cacería para concentrarse en una dieta exclusivamente vegetariana. Se extinguió hace un millón de años.

El fósil más antiguo del género homo (Homo habilis) parece tener unos dos y medio millones de años. El cráneo más reciente de Homo habilis es de hace 1.8 millones de años (hasta 1988). Por tanto, el género Homo coexistió en Africa con los Australopitecinos tardíos más especializados durante por lo menos 1.4 millones de años.

Es evidente que muchos de los primitivos Australopitecus se especializaron en lo que ahora sabemos fueron líneas extintas del desarrollo homínido. La principal forma de especialización de los hominoides parece haber sido el convertirse en vegetarianos estrictos. Aquellos que escogieron esta especialización se hicieron muy grandes, como el gorila actual y el extinto hominoide gigante Gigantopiteco. En parte, la razón para el aumento de tamaño fue la necesidad de tener intestinos extra largos para extraer la mayor alimentación posible de la vegetación menos nutritiva, la cual debía ser consumida en grandes cantidades. Los gorilas, por ejemplo, pasan un término medio de ocho horas al día sólo comiendo. Hay alguna evidencia de que los homínidos gigantes (Megantropo y sus sucesores) que vivieron en el sudeste de Asia hasta hace relativamente poco tiempo, también se convirtieron en estrictos vegetarianos.

Por lo tanto, la dirección en la evolución de los Australopitecus fue hacia un cazador omnívoro altamente generalizado. Mientras los Australopitecinos llenaban los nichos evolutivos de los cazadores omnívoros que usaban herramientas dentro del ambiente en expansión de las savanas de pastizales, pudieron mantener su estructura social en pequeñas unidades familiares con un macho adulto. Al mismo tiempo, la competencia de otros predadores ejerció un máximo de presión evolutiva para aumentar la complejidad cerebral, a fin de desarrollar mejores habilidades para cazar, primordialmente al desarrollar y utilizar más eficazmente herramientas cada vez más complejas. El Australopitecus evolucionó hacia un predador de cerebro grande, muy apto para cazar solo. Durante este período se desarrollaron la domesticación del fuego, los utensilios de piedra tallada y las lanzas primitivas, las cuales eran palos afilados con piedras endurecidos al fuego. Las lanzas con puntas de piedra fueron una invención muy posterior. Esto permitió al cazador solitario defenderse contra los predadores y capturar animales relativamente grandes, tales como ciervos. Sin embargo, una gran parte de la biomasa de los animales de caza estaba formada por grandes herbívoros tales como elefantes, bisontes, rinocerontes, etc., que estaban más allá de la capacidad de un cazador solitario y también de la mayoría de los grandes predadores. Aún un potente predador, como un tigre, no puede matar a un elefante adulto y sano. A medida que la caza pequeña y mediana fue consumida por los Australopitecus y otros predadores, los animales grandes proliferaron. La selección natural favoreció entonces el tipo de mutaciones que llevaría a la formación de grupos de homínidos más grandes en un nuevo tipo de organización social.

 
La Caza y la Evolución

Los primitivos Australopitecus trasmitieron a los jóvenes sus habilidades para cazar y hacer herramientas mediante el ejemplo. La conducta imitativa es una característica de los hominoides en general y de los homínidos en particular. Aquellos Australopitecus que tenían el mejor cerebro se convirtieron en los mejores cazadores en virtud de haber aprendido la habilidad necesaria y en raros casos inventaron nuevas habilidades. Los mejores cazadores también atraían y alimentaban a un mayor número de hembras, por lo tanto, produjeron un mayor número de hijos. Esto proporcionó la selección natural básica para el desarrollo del cerebro. Los jóvenes machos probablemente eran expulsados de la banda cuando empezaban a competir con sus padres por las hembras, o expulsaban al padre si éste se había debilitado mucho por la edad al empezar el conflicto. Por lo tanto, sólo los combatientes y cazadores más aptos se reproducían. La barba humana se desarrolló en esta época como medio de protección de la garganta de los machos durante su competencia. Este mismo patrón básico de relacionarse existe también entre los gorilas y los papiones; los adultos se comportan de manera tolerante y aún protectora hacia los machos inmaduros, pero se vuelven bastante menos tolerantes cuando éstos maduran.

La selección natural funcionó en las hembras primordialmente por la habilidad de éstas para criar y cuidar a sus hijos y su voluntad de unirse a un macho protector. Por tanto, la selección natural trabajó en los centros emocionales del cerebro de los Australopitecinos para producir hembras sumisas y maternales atraídas por machos dominantes y agresivos que fueran protectores hacia las hembras y sus crías, aunque intolerantes hacia otros machos adultos.

El desarrollo de la habilidad para construir máquinas no podía estar limitado a un solo sexo, ya que depende de las estructuras corticales. Unicamente los centros emocionales en lo profundo del cerebro, que son fuertemente influenciados por las hormonas sexuales durante el desarrollo embriológico, pudieron hacerse específicos con respecto al sexo. Por lo tanto, hembras igual que machos pudieron crear máquinas, si bien no necesariamente las mismas máquinas.

El nicho que se abrió para los cazadores que pudieran unir sus recursos y capturar animales grandes, ejerció al mismo tiempo una presión evolutiva para que se dieran nuevos cambios emocionales en los machos. El cazar en grupo no fue una ventaja evolutiva para los primitivos Australopitecus puesto que aún no tenían las herramientas ni las habilidades necesarias para cazar animales grandes. La selección natural se basó en la habilidad individual de cada hembra y macho. Sin embargo, hace unos dos millones de años, y posiblemente antes, el cazar en grupos llegó a ser evolutivamente práctico debido a: (1) cambios en la ecología que los propios Australopitecos habían provocado al contribuir a la disminución de los animales pequeños y medianos, (2) la proliferación de animales de caza y predadores grandes, y (3) su propio incremento en cuanto a número y tecnología para cazar.

A fin de realizar la cacería por grupos, los machos no sólo tenían que ser tolerantes entre sí, sino que tenían que cooperar activamente y compartir la caza entre ellos. La mutación que hizo esto posible fue una muy simple. Sólo era necesario que el adulto extendiera su actitud amistosa y protectora hacia sus hijos inmaduros y que los jóvenes no se sintieran atraídos sexualmente hacia las parejas de su padre o hacia sus hermanas. Entre los póngidos ocurre un cierto tipo de esta programación emocional, que se ha observado como no incestuoso, al menos entre madre e hijos. Algunos experimentos realizados con niños humanos indican que aquellos que son educados en una misma familia, independientemente de su relación de sangre, no se sienten fuertemente atraídos sexualmente. La programación emocional contra el incesto tiene un claro valor evolutivo, dado que minimiza la posibilidad de combinar genes perjudiciales y maximiza la variabilidad genética. Por tanto, no fue necesario que los machos adultos expulsaran a sus hijos machos para formar un patrón exogámico de apareamiento en las sociedades homínidas primitivas y preverbales. Notamos que el apareamiento exogámico maximiza la variabilidad de cualquier especie y disminuye la posibilidad de que se combinen genes perjudiciales; es decir, aumenta la tasa de evolución, tal como lo hace la reproducción sexual.

La mutación emocional que hizo a los machos adultos tolerantes y protectores hacia sus hijos adultos, probablemente también los hizo menos agresivos hacia otros machos, pero no necesariamente más tolerantes. Por tanto, la cacería en grupo comenzó probablemente como una empresa familiar donde el macho dominante y sus hijos mayores cooperaban para cazar. Esto abrió un nuevo nicho ecológico para los homínidos, dado que ahora virtualmente todos los animales estaban a su merced. Los fósiles indican que los homínidos de hace 300,000 años ya estaban matando y consumiendo gran número de elefantes y rinocerontes. Esto necesitaba de la cooperación de muchos machos adultos. La cacería de grupo temprana casi seguramente estuvo limitada a animales más pequeños.

A medida que se desarrolló la cacería grupal, la necesidad de exogamia y cooperación de grupos haría que diferentes familias se juntaran, aunque fuera por períodos breves, por la simple razón de intercambiar parejas. Este tipo de estructura social existe actualmente entre los aborígenes australianos. Cuando se suscitaba la ocasión apropiada, ocurría una cacería grupal en la cual cooperaban dos familias. Las familias estaban estrechamente vinculadas mediante sus apareamientos y semejaban un clan. Eventualmente, varias familias que trabajaban juntas vieron que podían capturar animales más grandes, entonces se unieron grupos de familias de hasta dos docenas de individuos, integrando una formación de caza muy unida. Algunos indios norteamericanos tenían este tipo de estructura social. Pero los homínidos que practicaron este tipo de cacería grupal en gran escala no fueron los Australopitecinos, sino nuestros antepasados inmediatos, pertenecientes al género Homo.

 
El Género Homo

El género Homo difiere de los Australopitecus más avanzados principalmente en que (1) tiene un cerebro mayor, (2) un mayor tamaño similar al de los humanos modernos, y (3) mandíbulas y cara más pequeños. Los Australopitecus parecen no haber tenido un cerebro superior a 700 cc. El cerebro del Homo erectus, que siguió al Homo habilis, tenía una media de 900 cc. Aunque recientemente fue hallado en Africa un fósil de Homo erectus de hace 1.6 millones de años, no es hasta hace unos 500,000 años que aumentaron significativamente representantes del género Homo en todo el mundo excepto Oceanía, Antártica y América. La evidencia más antigua de cacería en grupo a gran escala es de menos de 400,000 años [152, 96].

Parece haber habido un equilibrio ecológico por más de un millón de años entre los cazadores grupales del género Homo, que eran la minoría, y los grupos de cazadores solitarios y vegetarianos de los Australopitecos. Es también posible, pero no probable, que la mutación al género Homo Sapiens se llevara a cabo varias veces en forma independiente en diversas partes del mundo y esto condujera a las cuatro razas principales de hoy. Esta es la teoría sobre la formación de razas presentada por C.S. Coon en The Origin of Races [156]. Parece poco probable, aunque no imposible, a la luz de otros ejemplos de evolución paralela. Pudieron haber algunas desventajas en la mutación al género Homo que hicieron extinguirse estas mutaciones aisladas, por ejemplo, la intolerancia por parte de los Australopitecinos, mucho más numerosos. En todo caso, no hay evidencia fósil de una dominación clara dentro del grupo de homínidos por el Homo habilis hasta hace 2.5 millones de años. El Homo habilis evolucionó en Homo erectus en menos de un millón de años. En todo este tiempo los Australopitecus de las últimas variedades especializadas abundaban en el continente Africano. El mecanismo exacto por el cual los Australopitecus fueron reemplazados por el género homo solo puede ser conjeturado. Lo que se sabe es que en un período de 1.5 millones de años, las familias de Australopitecinos fueron totalmente reemplazados por cazadores grupales del género Homo.

El Homo erectus tenía un cerebro que ya estaba dentro de la gama de tamaño de los cerebros de los humanos actuales (900 a 1200 cc). Podía matar a cualquier animal terrestre mediante la caza en grupo. Su estructura social variaba de una sola familia a un pequeño clan de unas ocho familias con alrededor de 32 personas. La principal presión evolutiva fue en la habilidad para inventar, hacer y utilizar mejores herramientas y una nueva máquina: la organización social.

 
La Organización Social Primitiva

Así como una máquina compleja puede lograrse por instinto, -tal es el caso de los insectos sociales, pájaros y castores- así también se pueden formar por instinto sociedades más complejas, como es el caso de las abejas y los papiones. Nótese que la organización social es una máquina en la cual los componentes son seres vivientes. La organización social de los primitivos homínidos en familias grandes y pequeñas, estaba basada primordialmente en el instinto. Pero, cuando los grupos de familias empezaron a integrarse en grupos de caza más grandes y permanentes, tuvo que haber un tipo de organización social que no fuera totalmente instintivo. Se desarrolló entonces un sistema similar al de los papiones, para darle al grupo una estructura jerárquica y una cadena de mando. La organización social de los papiones se desarrolló durante millones de años de evolución. La cacería en grupo se desarrolló entre los homínidos en no más de dos millones y probablemente sólo unos 500,000 años. Este corto tiempo pudo resultar insuficiente para desarrollar las respuestas instintivas características de los papiones. Más aún, no existen indicios de organización social instintiva entre los humanos más que de la familia. Lo que sí existen son las características primitivas de los primates, de dominación y sumisión.

Las mutaciones básicas en el instinto que hicieron posible la cacería en grupo fueron (1) la extensión de la tolerancia del macho dominante hacia otros machos adultos y (2) el evitar el contacto sexual con las hembras tabú por los machos adultos. Esto, junto con la dominación jerárquica, es suficiente para establecer una cadena de mando y hacer posible que muchos machos adultos vivan juntos, pero no es suficiente para hacerlos cazar como un grupo coordinado.

El cazar elefantes involucraba separar a la víctima de la manada y luego matarla. Los elefantes son inteligentes, muy gregarios y se protegen mutuamente. La evidencia fósil indica que algunos elefantes eran atrapados en fosos y otros eran asusados hacia barrancos. Estas actividades requerían de planeación, previsión y una estrategia prestablecida. Esto no puede hacerse sin algún tipo de lenguaje.

 
El Lenguaje

Algunos antropólogos y lingüistas dicen que los seres humanos nunca hubieran podido ser cazadores grupales sin lenguaje. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto, como lo indica la cacería en manada de los leones, los lobos y aún los chimpancés. Mientras el Homo erectus cazaba animales de tamaño mediano, posiblemente podía arreglárselas sin un lenguaje, puesto que varios se conjuntaban en torno a la presa y todos atacaban en masa a la señal del líder. Pero una vez que comenzó este tipo de cacería, resultó ventajoso desarrollar signos y señales para coordinar el ataque y cambiar de estrategia si aparecían situaciones inesperadas. Debido a esto, hubo una presión evolutiva para mejorar el sistema de comunicaciones y la selección natural aseguró la supervivencia y evolución continua de aquellos grupos de caza que tuvieran los mejores sistemas de comunicación. De modo que con el inicio de la cacería grupal, la evolución del lenguaje fue muy acelerada.

Notamos que entre los chimpancés existe una rudimentaria capacidad lingüística, ya que pueden aprender, aunque no crear, un lenguaje simple de signos. También tienen gruñidos claramente diferenciados para comunicarse.

El desarrollo del lenguaje humano implicó otra modificación en la neocorteza y probablemente ésta es la principal causa del rápido aumento en el tamaño del cerebro durante este período. Esto representó una tasa de aumento en la complejidad sin paralelos en la evolución. Debe haber habido una ventaja evolutiva muy fuerte en los cerebros grandes, ya que se inició casi repentinamente. La única explicación posible parece ser el desarrollo del lenguaje, pues las herramientas, si bien fueron mejoradas en este mismo período, no representan un incremento tan grande en complejidad [152, 596].

La capacidad lingüística apareció mucho antes de que existiera algo parecido a un lenguaje moderno. El Homo erectus seguramente usaba el lenguaje como un medio para comunicar órdenes y archivar eventos sencillos, no para comunicar pensamientos abstractos como es capaz el lenguaje moderno [449]. Sin embargo, este lenguaje rudimentario era una nueva máquina destinada a una importante evolución. Hacía posible la organización más compleja.

Mediante el lenguaje fue posible decirle a alguien no sólo que ejecutara un patrón sencillo, sino una serie completa de acciones correlacionadas. La cacería organizada del tipo más complejo se hizo posible, así como también la estructura social correspondiente con jerarquías, tabúes y tareas complejas. La presión evolutiva para hacer herramientas probablemente era aún bastante fuerte, y esto también requería de un cerebro mejorado. Sin embargo, la construcción de herramientas casi seguramente fue enseñada a través de ejemplos, como lo había sido por millones de años, y no por instrucción verbal. La principal ventaja del lenguaje fue que hizo posible una organización compleja y flexible de seres humanos, que pudo ser trasmitida de generación en generación. Desde este momento la dirección de la evolución estuvo basada más y más en la competencia entre grupos y no entre individuos.

 
Organización y Evolución

La selección natural operó asegurando la supervivencia del grupo cazador más efectivo y no del individuo más efectivo, sin importar cuan grande fuera su poder individual. Aquellos grupos que tenían a los individuos superiores serían los más sobresalientes, en igualdad de condiciones. Sin embargo, la cooperación, la simpatía y la disciplina de los individuos eran tan importantes como su habilidad técnica. Aquellos grupos que desarrollaron las reglas más efectivas de organización social pudieron sobrepasar a otros grupos cuya capacidad individual era mayor. Aquellos grupos que se sobrerrecargaron de supersticiones y reglas de conducta irracionales estuvieron en desventaja ante grupos menos entrópicos.

Era necesario que el grupo proporcionara apoyo y protección a sus miembros, pero no podía estar por mucho tiempo sobrecargado con miembros defectuosos que no podían hacer su propia tarea o que aumentaran la entropía del grupo en otras formas. Hasta nuestros días el problema de qué hacer con los seres humanos parasitarios sigue siendo un problema ético importante. Los esquimales de hace cien años lo resolvían mediante la presión del grupo, que empujaba a los viejos y los minusválidos a suicidarse por congelamiento cuando eran una carga para el grupo.

En el pasado, los individuos dependientes simplemente morían cuando sus padres dejaban de cuidarlos. Una vez que empezó la cacería grupal, había valor de supervivencia en cuidar a los adultos heridos o enfermos que tenían habilidades valiosas, por cuanto éstas se recuperarían con el tiempo. Aún un cazador permanentemente incapacitado podía ser de valor para el grupo si podía seguirlos, puesto que el grupo estaba moviéndose constantemente, y mientras tanto podía hacer herramientas o prestar otros servicios normalmente desempeñados por los no cazadores. Así, la mayor parte de los grupos de cazadores desarrollaron una ética social que aumentaba la seguridad individual al asegurar a los discapacitados la protección del grupo , siempre y cuando éstos pudieran prestar servicios valiosos.

Se encontró el fósil de un Neanderthal que había perdido un brazo muchos años antes de morir, según lo indicaba el hueso sanado. No pudo haber cazado ni sobrevivido como individuo aislado, sin embargo, el grupo lo protegió por muchos años debido a que lo apreciaba; se había formado un nexo entre él y el grupo que era similar en su efecto al nexo sexual existente entre las parejas. Algunos antropólogos llaman a esto el "nexo de caza" [543]. Ocurre entre hombres que cazan juntos y se hacen interdependientes. Hoy vemos una manifestación similar en la estrecha amistad que se desarrolla entre los hombres que luchan juntos, como una sola unidad, contra un enemigo común en tiempos de guerra. Este tipo de unión no parece unir a más de diez individuos a un mismo tiempo y a veces a menos. Este es más o menos el número de cazadores machos adultos que el grupo podía mantener. Es el mismo límite superior que casi todas las organizaciones militares en el mundo ponen en su unidad militar más básica, la escuadra o patrulla. Es el mismo límite superior en el tamaño de un equipo en la mayoría de los deportes competitivos.

Mientras los seres humanos vivían primordialmente como cazadores, no podían organizarse en bandas de más de cincuenta individuos. Posiblemente la banda media no era mayor de 32, con unos ocho cazadores adultos machos. Cuando la caza se hacía escasa, las bandas tenían que dividirse en subunidades más pequeñas, posiblemente hasta la familia individual. Esta situación provocó un cambio en las relaciones macho-hembra dentro de la unidad familiar individual, dado que ya no era económicamente viable el patrón básico polígamo de los homínidos de los cuatro millones de años anteriores, así como el de muchos primates y nuestros parientes más cercanos, los póngidos. Había demasiado valor de supervivencia en la caza de grupo para que sucumbiera ante el instinto sexual polígamo básico. Era ventajoso tener tantos machos cazadores juntos como la densidad de caza lo permitiera, pero no había suficiente comida para que todos tuvieran familias polígamas. Por lo tanto, el hombre se hizo por necesidad monógamo, como son casi todas las especies de cazadores en grupo. El macho dominante podía tener dos o tres parejas, pero esto era raro. Es de suponerse que la estructura básica de la sociedad homínida desde hace 1.5 millones de años hasta hace unos 10,000 años consistía en grupos de familias monógamas, rara vez más de ocho familias, con exogamia. Los esquimales que sobrevivieron como cazadores grupales en relativo aislamiento hasta hace unos 100 años tenían este tipo de estructura social.

 
Monogamia y Selección Sexual

La selección sexual juega un papel muy importante en la evolución. Como indicamos antes, el desarrollo de la reproducción sexuada representó una gran ventaja en la evolución, puesto que aumentó la variabilidad de la población bajo la selección natural y, en efecto, permitió que las especies tuvieran una tasa de mutaciones mucho más alta sin aumentar en forma importante la tasa de mutaciones perjudiciales. Mientras los homínidos siguieron la tradicional forma poligámica de emparejamiento con un macho dominante que disponía del máximo acceso a las hembras, no hubo una ventaja evolutiva especial en que el macho fuera muy selectivo al escoger una hembra en vez de otra. Simplemente escogía a todas las hembra disponibles, pues aunque en circunstancias apropiadas, potencialmente podía tener a cientos de hembras constantemente embarazadas, en la práctica, probablemente rara vez tenía un harem de más de cuatro hembras fértiles, el máximo número que un cazador hábil podía mantener.

Sin embargo, había una gran ventaja evolutiva si la hembra elegía al mejor macho que podía encontrar a fin de que le diera la mayor seguridad posible tanto a ella como a su prole, dado que ella sólo podía unirse con una sola pareja a la vez. Por ello la presión evolutiva produjo mutaciones emocionales de modo que las hembras fueran más selectivas sexualmente que los machos, demostrando una marcada preferencia por los machos superiores disponibles, como hacen todos los primates hoy en día. Probablemente también demostraban celos hacia las hembras rivales que podían poner en peligro su seguridad al diluir la capacidad protectora del macho con demasiadas bocas que alimentar. La selección natural favoreció a las hembras que dieron una gran prioridad al cuidado de sus propias crías. Por lo tanto, ya estaba en marcha una tendencia evolutiva a desarrollar la monogamia entre los homínidos hembras, casi desde el comienzo de la evolución de los homínidos, cuando las hembras se hicieron cada vez más dependientes de los machos. La monogamia era para la hembra algo óptimo evolutivamente. Es decir, que la "condición" de la hembra es maximizada por la monogamia, mientras la "condición" del macho es maximizada por la poligamia. "Condición" se refiere al potencial para producir descendientes.

Dado que la tendencia era que los primates machos ejercieran absoluto dominio sobre las hembras, estos machos impusieron la poligamia a las hembras. Se alcanzó así un compromiso que quizá era óptimo para la especie, el cual preprogramaba emocionalmente a las hembras para que fueran cada vez más intolerantes con las nuevas rivales cuando el macho construía su harem. Eventualmente, las hembras de mayor edad se unirían para alejar a cualquier rival nueva, mientras el macho protector estaba ausente. Con el transcurso del tiempo, mediante la selección natural, esta intolerancia hacia las nuevas hembras aumentó de modo que los harems se hicieron cada vez más chicos. Al mismo tiempo, mientras mayor era su harem, menos interesado estaba el macho en aumentarlo, de modo que se llegó a un compromiso evolutivo entre machos y hembras de la especie que produjo una familia de tamaño óptimo desde el punto de vista de la evolución. Este fue un compromiso que dio el máximo de ventajas reproductivas a los machos superiores, al tiempo que disminuyo el peligro de que las hembras y sus crías tuvieran que competir por alimentos y protección contra sus rivales inmediatas. Dicho compromiso maximizaba el número esperado de crías supervivientes para el macho.

A medida que la selección natural favorecía la intolerancia de las hembras contra sus rivales y el macho disminuía el tamaño de su harem, hubo una ventaja evolutiva para que el macho se hiciera más selectivo eligiendo como pareja a las hembras superiores: las más fuertes, más saludables y más inteligentes. Para la época en que la cacería en grupos se hizo tecnológicamente factible, ya había una fuerte predisposición hacia la monogamia entre los homínidos, si bien era más fuerte en la hembra que en el macho. La elección de pareja había sido algo crucial para la hembra desde hacía mucho tiempo y se había vuelto crecientemente importante para el macho. Ahora era un asunto de la mayor importancia para ambos. Pues la supervivencia de sus crías y su continua evolución dependía de la elección de pareja.

La tendencia evolutiva fue hacia una inteligencia creciente y generalizada. Por tanto, la selección sexual probablemente estuvo fuertemente basada en la inteligencia. Aún hoy la correlación más fuerte entre todas las características mensurables de los matrimonios es su I.Q. (coeficiente intelectual ) [389]. Esto no significa que el I.Q. es sinónimo de inteligencia, sino más bien es indicativo de un aspecto parcial de la inteligencia. Si hubiera disponible alguna medida más directa de la inteligencia, probablemente constituiría una correlación aún más alta en los matrimonios. Esta característica está más correlacionada que las físicas o aun el estatus socio económico, la religión o los valores. Es un indicativo de un ancestral programa emocional que ha sido determinado genéticamente por millones de años y que aún funciona. En otro nivel lo vemos por la mucha mayor selectividad mostrada por las mujeres al elegir compañeros sexuales (no necesariamente parejas), que la que muestran los hombres [415,416]. Sin embargo, las nuevas epidemias de enfermedades de trasmisión sexual están cambiando estos patrones.

La consecuencia más importante del apareamiento monogámico mediante la selección sexual intelectual es que probablemente aumentó la tasa de evolución para la humanidad [389].

La poligamia reducida maximiza la tasa evolutiva cuando hay una gran selectividad de ambas partes. Pero la preprogramación emocional en los machos humanos es tal, que se vuelve muy indiscriminado cuando tiene la oportunidad de uniones polígamas ilimitadas [415]. Sólo la unión monógama le predispone emocionalmente a ser muy selectivo. Por tanto, la monogamia no sólo fue un prerrequisito esencial para la cacería grupal, sino probablemente aceleró la evolución del cerebro humano. La monogamia y la caza grupal produjeron una interacción sinergética sobre la evolución de la humanidad en general y de la inteligencia humana en particular.

 
La Evolución por Grupos

A través de la unión exogámica y el desarrollo del lenguaje hubo un constante flujo de información entre las diferentes bandas cazadoras en forma de genes y máquinas (herramientas, lenguaje y organización social). Al desarrollarse el lenguaje, las bandas de cazadores que estaban aisladas entre sí se fueron diferenciando lingüísticamente, de tal manera que se volvió más difícil intercambiar información entre ellas cuando se encontraban. Esto es análogo a la diferenciación de las especies aisladas en diferentes ambientes. Con el tiempo, probablemente se desarrolló quizá una jerarquía de comunicaciones entre personas, el flujo más libre de información se daba primero dentro de la familia, luego de la banda, luego en el clan, después en el grupo lingüístico y finalmente en la raza. Tal vez se desarrollaron también algunos tabúes respecto a emparejarse fuera del grupo lingüístico. Esto y la separación geográfica dieron origen a la separación racial del Homo erectus.

A medida que nuestros antepasados continuaron poblando la tierra, entraron en conflicto respecto a los derechos territoriales; aumentaron las guerras entre bandas, clanes, tribus, naciones y razas. En este contexto, "nación" es el conjunto de todas las personas con un lenguaje común. Entre mayor fuera el número de cazadores que se podían unir en una banda, mayor era la probabilidad de éxito en la batalla; pero la cantidad de animales de caza obraba contra las grandes concentraciones de cazadores. Por lo tanto, los grupos de bandas que pudieron desarrollar un tipo de gobierno constituido para trabajar juntos contra enemigos comunes, tuvieron más probabilidades para sobrevivir e incrementar su número. Esto aumentó la presión evolutiva para el desarrollo del lenguaje hasta que se pudieron codificar las ideas más abstractas de lealtades jerarquizadas, de modo que todos supieran sus obligaciones hacia su familia, su banda, su clan, su tribu y su nación.

Posiblemente se haya desarrollado una aversión instintiva, un tipo de xenofobia, contra las razas notablemente diferentes (en consecuencia, aversión a las culturas consideradas como "inferiores", o sea, diferentes), de no ser así, no se habrían formado las distintas razas, excepto por absoluto aislamiento geográfico. La cacería grupal de los Indios de Norte América tenía estos tipos de organización social y patrones de conducta, si bien contaban con máquinas mucho más desarrolladas que las que tenían los cazadores grupales de hace 200,000 años. Existen también evidencias de genocidios masivos cuando chocaban grupos de homínidos cazadores muy diferentes (diferentes en cultura o raza). En tiempos más recientes esto sucedió cuando los iroquíes exterminaron a los mohicanos, los polinesios exterminaron a los aborígenes australoides, los romanos a los cartagineses y hoy en día, los musulmanes y cristianos se exterminan entre sí en el Líbano. En la misma forma probablemente los Cromagñones exterminaron a los Neanderthal europeos.

 
Los Neanderthal

Hace unos 400,000 años, los homínidos empezaron a mutar en dos razas, cada una de las cuales era más como el Homo sapiens que el Homo erectus. Uno, el más generalizado, llevaría directamente a los humanos modernos; el otro condujo a un grupo más ramificado y temporalmente más exitoso, los Neanderthal, los cuales representan la última divergencia importante del tronco principal de la evolución homínida. Tanto el sapiens como el Neanderthal continuarían desarrollando su cerebro, pero el cerebro del Neanderthal se desarrolló en una dirección muy diferente [152,225] como se muestra aquí.

El hombre de Neanderthal tenía un cerebro muy grande (1720 CC). Su área prefrontal era la mitad del tamaño de los humanos modernos y menos de la mitad del tamaño del Cromañón.

El hombre moderno tiene un cerebro de una medida grande (1350 CC, que ha disminuido desde la época del Cromañón quien tenía 1500 CC).

El cerebro del Homo sapiens comparado con el del Neanderthal, muestra un tamaño muy grande del área prefrontal en el hombre moderno y por lo tanto su mayor capacidad para la ética, la previsión y planeación creativas. (Figura adaptada de Elliot [225].)

Tanto el linaje sapiens como el Neanderthal se desarrollaron en la dirección de ser cazadores más eficaces. Sin embargo, el Neanderthal enfatizó un aumento en el desarrollo de los centros sensoriales y motores en la mitad posterior del cerebro, mientras el sapiens enfatizó un aumento en los centros más elevados, relacionadas con el lenguaje, la imaginación y, sobre todo, los centros éticos en la parte frontal del cerebro, especialmente los lóbulos frontales que eran del doble de tamaño de los del Neanderthal [225].

Ambos desarrollos fueron valiosos. Pero el del Neanderthal fue más especializado, como en tener una visión más aguda y músculos más fuertes. El cerebro alcanzó su límite máximo de tamaño debido a los problemas obstétricos mencionados antes, y pudo haberse ido en dos direcciones. Ambos cambios incrementaron su eficacia como cazador y aún la capacidad para hacer herramientas. Los Neanderthal fueron magníficos atletas, con excelente memoria de relaciones espaciales y habilidad para discriminar entre complejos estímulos visuales y auditivos. Probablemente tuvieron una habilidad manual mayor que ningún grupo homínido existente antes o después de ellos y una habilidad para hacer excelentes herramientas considerablemente superior a la del Homo erectus. Sin embargo, tenían una capacidad lingüística muy limitada. Un análisis reciente de la estructura anatómica de la cavidad bucal y laringe del Neanderthal indica que quizá ni siquiera físicamente podía formar los sonidos complejos del lenguaje moderno. Más desastroso aún en esta etapa de la evolución fue el escaso desarrollo de los lóbulos frontales del Neanderthal, que son los centros corticales de la previsión, imaginación, invención y ética, los cuales son esenciales para crear la organización humana. El equipo superior tanto sensorial como motor probablemente concedió al Homo Neanderthalensis una ventaja temporal sobre el Homo sapiens en cuanto a su habilidad para cazar, pero el patrón básico de la evolución humana no era en esa dirección; sino en la dirección de incrementar la habilidad para usar, construir e inventar máquinas. La inventiva es la habilidad más generalizada que puede tener una especie; el Neanderthal era relativamente deficiente es esta, debido a su estructura cerebral.

Sin embargo, por varios cientos de miles de años el Neanderthal pudo extenderse sobre gran parte de la tierra y dominar completamente Europa. En Europa, que se congeló totalmente durante este período, el Neanderthal sobrevivió hasta hace unos 30,000 años. Una vez que empezó a especializar su cerebro en la dirección de la agudeza sensorial y motora, el resto de su cuerpo siguió esa dirección y se desarrolló en un criatura rechoncha, muy musculosa, con protuberancias óseas para proteger sus ojos. Un hombre de Neanderthal clásico medía unos 165 cm., pesaba unos 90 kg. (al comparar subespecies y razas de homínidos es conveniente considerar a los machos y no a las hembras porque estos eran más diferenciados que las hembras). Sin embargo, desarrolló herramientas muy elaboradas y una gran habilidad en la caza de tal modo que podía matar al gran oso de las cavernas de Europa; masacró a éstos en gran cantidad, posiblemente para alimento y para apoderarse de sus cavernas; aunque parece que en parte lo hizo por razones religiosas [152,353].

El hombre de Neanderthal enterraba a sus muertos con rituales complejos que incluían decorar el cuerpo y proporcionarle herramientas. Casi con seguridad poseyó un arte rudimentario. Aparentemente también practicaba el canibalismo ritual, que puede haber estado limitado a comer solo los cadáveres de los miembros reverenciados de la banda cazadora o de la familia que habían muerto por causas naturales y no mataba a sus semejantes, como se evidencia por el cuidado de los mutilados. Esta práctica de canibalismo ocurre en la actualidad entre algunas tribus Papúas de Nueva Guinea, que se limitan a comer el cerebro de sus antepasados venerados. Los Neanderthal parecen haber practicado rituales de trepanación en los cuales se exponía el cerebro, tal vez para dejar salir los malos espíritus o entrar a los buenos. Algunos Neanderthal sobrevivieron esta ceremonia, como se evidencia por los huesos soldados en calaveras fósiles.

En general, los Neanderthal eran bastante humanos, especialmente en su formación emocional y su cuidado hacia los miembros heridos de la banda. Eran religiosos, artísticos, industriosos, compasivos y valientes. Su cerebro especializado era un 25% más grande que el del hombre moderno. Sin embargo, no pudieron ser tan organizados, inventivos y despiadados como nuestros antepasados, los cuales comenzaron como una pequeña minoría invasora desde Africa Septentrional y en sólo unos pocos miles de años reemplazaron completamente a los Neanderthal europeos, en lo que puede haber sido el primer caso de genocidio masivo en la tierra.

 
El Cromañón

El Cromañón no sólo era totalmente humano, es decir, Homo sapiens, sino que parece haber sido superior en promedio al hombre moderno en cuerpo y cerebro. El típico macho Cromañón era un magnífico ejemplar físico de cerca de un metro ochenta centímetros y de unos 90 kg. de peso. Más importante, tenía un cerebro totalmente moderno, que en promedio era casi un 20% más grande que el cerebro humano actual. Las implicaciones y razones de esta aparente degeneración del Homo sapiens se discutirán más adelante.

El fósil más antiguo semejante al Homo sapiens- el hombre de Heidelberg-data de unos 400,.000 años y se encontró en Europa Central. Pudo haber durante este período, un puente de tierra en el Mediterráneo por vía de Malta, a medida que las aguas de los océanos se convirtieron en glaciares que cubrieron Europa. Unos 100,000 años atrás, los Neanderthal estaban distribuidos sobre toda Eurasia y Africa, desarrollando adaptaciones como cazadores en un clima extremadamente frío. Aunque pudieron haber sido muy peludos, también confeccionaron vestidos de pieles para su protección. Los Neanderthal Europeos y Asiáticos tardíos tenían quizá una forma de vida muy similar a la de los esquimales polares de hace unos pocos cientos de años, si bien les faltaban varios utensilios esquimales importantes, especialmente las raquetas de nieve y las agujas, el lenguaje moderno y una organización social compleja.

Por otra parte, el Cromañón, parece haber evolucionado en el clima y las condiciones más templadas de Africa, las cuales le permitieron permanecer más generalizado y luego invadir Europa en masa hace unos 45,000 años. Evidencia genética reciente indica que todos los seres humanos descienden de una sola mujer Homo sapiens subsahariana que vivió hace unos 200,000 años. Todos los demás homínidos aparentemente fueron exterminados por esta invasión Africana de Homo sapiens [901].

Hace cuarenta y cinco mil años, Europa estaba completamente dominada por los Neanderthal. En 15,000 años todos los Neanderthal habían desaparecido. Sabemos que había muy poco cruce entre los Neanderthal y los Cromañón en Europa porque no hay fósiles intermedios. Esto puede parecer extraño, pues aunque los Cromañón hayan matado a los machos Neanderthal en disputas por los terrenos de caza, es característico de los hombres primitivos el subyugar a las mujeres de los pueblos conquistados y mezclarse con ellas. Si esto hubiese sucedido, entonces los clásicos genes Neanderthal habrían entrado en la corriente principal de la evolución humana a través de las mujeres Neanderthal y encontraríamos fósiles de híbridos intermedios, pero éste no es el caso. Por lo tanto, éste fue un verdadero caso de genocidio. Las mujeres Neanderthal fueron asesinadas o se les dejó morir de hambre. Esto pudo suceder debido a la presión evolutiva por el apareamiento monógamo y la intolerancia de las mujeres Cromañón, pero más probablemente se debió al hecho que los machos Cromañón no se sentían atraídos sexualmente por las Neanderthal. Conociendo la inclinación del macho Homo sapiens a la poligamia, o al menos hacia aventuras sexuales eclécticas [415], esto implica que los Neanderthal Europeos habían mutado en una subespecie que era totalmente repulsiva a nuestros antepasados. Quizá los hombres Neanderthal no eran tan selectivos, pero al no poder elegir, se extinguieron.

Sin embargo, en las regiones más templadas del mundo, se han encontrado fósiles intermedios entre Neanderthal y Homo sapiens. Parece que hubo una fuerte presión evolutiva tanto en la dirección del Neanderthal como la del Cromañón hace 200,000 años. Ocasionalmente las bandas que no habían llegado demasiado lejos en la dirección del Neanderthal o del Sapiens se comunicaron, se cruzaron y produjeron híbridos. A través de éstos, todos podemos tener algunos genes de Neanderthal, si bien la rama Cromañón tiene un claro predominio. Los Neanderthal fueron exterminados cuando la rama africana del Homo sapiens comenzó a invadir Eurasia hace más de 100,000 años.

El Neanderthal europeo, habiendo estado aislado del resto de la humanidad por las glaciaciones durante 30,000 años o más, llevó a su límite su especialización. Las características evolutivas del Cromañón se desarrollaron en relativo aislamiento de las de los Neanderthal y cuando las dos subespecies se encontraron ya no tenían lo suficiente en común para cruzarse. Puede ser incluso que no fueran mutuamente fértiles, si bien parece poco probable, dado que aún los leones y los tigres son mutuamente fértiles, como lo son las subespecies más divergentes de perros. Las diferencias entre las razas humanas más divergentes de hoy no son suficientes para impedir el cruzamiento. Pero las diferencias entre los Neanderthal europeos y los Cromañón eran mucho mayores que las existentes entre cualquier raza, de modo que hay una pequeña posibilidad de que no pudieran cruzarse, en cuyo caso, nuestros antepasados de este período pueden no ser culpables de genocidio deliberado.

Como quiera que el Cromañón haya contribuido al exterminio de los Neanderthal, hace unos 35,000 años tenía por toda Europa una cultura floreciente de caza grupal, tenía elaboradas costumbres religiosas y era muy creativo. Desarrolló herramientas cada vez más complejas, incluyendo el arco y la flecha, creó grandes obras de arte y puso las bases para los lenguajes modernos.

Los vascos pueden ser los más cercanos descendientes genéticos y lingüísticos de los Cromañón, ya que (1) anatómicamente son similares a los Cromañón (2) es el único grupo de personas que tiene más de 60% de tipos sanguíneos Rh negativos ( una antigua característica), (3) viven en la misma región aislada en los Pirineos que los primitivos Cromañón, y (4) tienen un lenguaje único, no relacionado con ninguna otra lengua. Sin embargo, los Cromañón de ayer, como los vascos de hoy, se han cruzado con todas las oleadas sucesivas de la humanidad que llegaron a Europa desde Asia y Africa para producir todos los tipos Europeos modernos. Los Europeos de hoy son sólo una de las muchas razas que constituyen el Homo sapiens.

 
Homo Sapiens

Todos los homínidos vivientes somos de la misma especie Homo sapiens. El fósil más antiguo data de unos 75.000 años. La evolución del Homo sapiens ha sido casi totalmente cultural, no biológica; de hecho, estamos degenerando a nivel biológico. El Homo sapiens ha llevado la dirección principal de la evolución homínida, hacia una creciente habilidad para crear y emplear máquinas, pero se ha vuelto en totalmente dependiente de ellas; ésta es una causa de la degeneración biológica del cuerpo. También ha ocurrido cierta adaptación biológica, como se demuestra en la diversidad de los cinco tipos raciales básicos, o sea, Mongoloide, Negroide, Caucasoide, Australoide y Capoide.

Las características mongoloides son de adaptación biológica al extremo frío (Pliegue epicánteo en el ojo, pelo áspero aislante, abundancia de grasa cutánea en la cara, baja proporción entre superficie y masa, relativamente pocas glándulas sebáceas, etc.) Las negroides son de adaptación al calor extremo (piel oscura, relativa abundancia de glándulas sebáceas, casco solar ventilado de pelo crespo, proporción alta entre masa y superficie, etc.). El negro nilótico es un habitante del desierto y el pigmeo un habitante del bosque. Ambos parecen descendientes de un tipo intermedio común. Las características caucasoides no son tanto una adaptación, exceptuando la nariz larga y delgada para calentar el aire, como una degeneración, si bien la piel pálida es una degeneración que da ventajas en un clima frío y nublado al aumentar la cantidad de vitamina D sintetizada en el cuerpo por la luz solar. Los aborígenes australianos son el Homo sapiens más parecido a nuestro antepasado de hace 100.000 años, si bien tienen un cerebro más pequeño y un cráneo más grueso que el Cromañón y cualquier otra raza viviente y de hecho tiene muchas de las características del Homo erectus [30]. La diferenciación racial entre los negroides y el resto de la humanidad se inició hace unos 115,.000 años y hace unos 40,000 años entre los caucasoides y los mongoloides [90]. No ha habido un aislamiento genético entre razas en los últimos 100,000 años, a excepción de los aborígenes australianos que estuvieron aislados genéticamente durante 30,000 años, por lo menos.

Muchos otros tipos humanos representan razas más generalizadas que no se han especializado tanto como las indicadas arriba o que son los híbridas de varias razas más especializadas. En términos de su éxito biológico, los caucasoides son primeros ( 55% de la biomasa homínida); luego vienen los mongoloides (37% de la biomasa); juntos los mongoloides, caucasoides y sus diversos híbridos constituyen más del 92% de la especie humana. Los negroides son menos del 7% de la especie humana, y los australoides y capoides son menos de un medio por ciento de la humanidad de hoy [30, 172]. Debe indicarse que el gran aumento de caucasoides es un fenómeno de los últimos 300 años. Hasta entonces, los mongoloides habían llevado la delantera.

Desde la aparición del Homo sapiens, la competencia evolutiva se ha hecho cada vez más sangrienta y directa entre los diversos subgrupos humanos. La base de esta competencia ha sido la habilidad para crear y usar máquinas complejas, las cuales son los medios de la evolución homínida moderna. Las máquinas son empleadas para controlar los recursos naturales, terrenos de caza, tierras cultivables, minerales, gente, etc. Pero la más importante máquina creada durante los últimos 10,000 años ha sido la organización humana. Pues cuando los humanos se organizan en sociedades progresistas que mejoran el patrón evolutivo básico al aumentar la información coherente dentro de la biomasa, entonces pueden crear máquinas cada vez mejores e incrementar el número de ellas. Ha habido una constante interacción entre las máquinas del lenguaje, la organización y las herramientas. Para los humanos, la evolución es ahora una cuestión casi totalmente psicosocial.

 
La Evolución Psicosocial

La evolución psicosocial es únicamente para los homínidos. No hay evidencia de que ningún otro grupo animal evolucione o haya jamás evolucionado en esta forma. Como se indicó antes, el proceso básico de evolución implica un aumento en la cantidad de información verdadera existente en un sistema. En general, las mutaciones aleatorias disminuyen la información verdadera en el sistema y aumentan la entropía, tal como sucede al sustituir palabras al azar en un libro coherente disminuyendo así la información verdadera que existe en él. Sin embargo, si (1) los libros se reprodujeran más rápidamente de lo que están siendo desordenados por los cambios aleatorios, y (2) aquellos libros con la información más coherente se reprodujeran más rápidamente que los que tienen menos información, y (3) los libros más incoherentes no se reprodujeran en absoluto, entonces podríamos tener una biblioteca de libros evolutivos. Sin embargo, ésta no es una forma muy eficiente de mejorar nuestra biblioteca, aún si tuviésemos libros que siguieran las reglas de la selección natural. Una mejor manera es hacer los cambios en los libros en formas directas, no aleatorias,. Este es precisamente el proceso de la evolución psicosocial.

Podemos considerar una especie como si fuera una biblioteca de información verdadera. Para todas las especies, excepto el Homo sapiens, esta información está contenida totalmente en el ADN colectivo de la especie, que claramente contiene mucha información redundante, aun cuando cada individuo es único. Este ADN está mutando constantemente y recombinándose en nuevos patrones. Mediante la selección natural, cualquier especie puede continuar evolucionando hasta que se hace demasiado especializada. Entonces se extingue. Este ha sido el patrón de toda la evolución, incluyendo la de los homínidos. Sin embargo, al construir máquinas, los seres humanos incrementaron su inteligencia generalizada, evitando la especialización.

Muy temprano en la evolución homínida nuestros antepasados empezaron a atesorar información extragenética de cómo hacer y utilizar máquinas. Esta información fue pasando de generación en generación a través del aprendizaje, pues ningún homínido ha nacido sabiendo como hacer ninguna máquina; si bien puede haber nacido con una estructura corporal genéticamente determinada, con un mejor cerebro, que les hiciera más fácil aprender a usar e inventar máquinas. La inventiva fue la mutación psicosocial esencial que hizo posible este nuevo tipo de evolución.

Un invento es una nueva máquina que puede aumentar la "aptitud" de la especie. "Aptitud", recordamos, se refiere al potencial de una especie o un individuo para producir descendientes. La aptitud es una función directa de la recolección de nutrientes, la búsqueda de pareja y la capacidad reproductiva. Un invento es producto de un reordenamiento del entorno físico, biológico y/o psicosocial en un nuevo patrón que produce una máquina nueva y/o más efectiva. Por ejemplo, las herramientas requieren de un invento de tipo físico, la atención médica requiere de un invento biológico, el lenguaje y la estructura social requieren de inventos psicosociales. Mientras los homínidos estaban organizados en pequeños grupos, los beneficios de sus inventos estaban limitados casi exclusivamente a la familia en la cual vivía el inventor y sus descendientes. Por tanto, la habilidad para inventar y pasar el conocimiento de su invención a los descendientes fue la dirección principal del cambio evolutivo, una vez obtenida la posición totalmente erecta.

Los inventos críticos que son responsables de la evolución humana son muchos e interdependientes, por ejemplo: herramientas, lenguaje, gobierno, agricultura, ciencia, matemáticas, computadoras, etc. Las máquinas evolucionan de generación en generación en forma similar a las especies. Las tecnologías primitivas eventualmente desaparecen y son reemplazadas por otras más modernas que no podrían existir sin las tecnologías previas que ya se han perdido. Tecnología es el proceso para diseñar, construir y emplear máquinas. Por lo tanto, mientras más evolucionaron los homínidos, más dependientes fueron de su tecnología heredada no genéticamente, hasta que en la actualidad, el ser humano típico no puede existir sin las máquinas y el conocimiento acumulado.

Las máquinas mismas se convirtieron en amplificadores y extensiones del cuerpo y sirven para las mismas funciones que los órganos más especializados de las otras especies. Un garrote sustituye los fuertes y largos brazos de los póngidos; una piedra afilada hace el trabajo de sus grandes y afilados colmillos. Una lanza reemplaza los cuernos de los animales herbívoros; un cuchillo, las garras y dientes de un carnívoro. El arco y la flecha no tienen equivalente preciso en la naturaleza, pero es superior en muchas circunstancias a cualquier combinación de cuernos, colmillos y garras. Es una extensión de nuestra habilidad para lanzar piedras. Hoy hacemos máquinas que nos permiten volar más rápido y lejos que cualquier pájaro; telescopios y microscopios que nos permiten ver mejor que cualquier ojo no asistido, sensores químicos electrónicos que nos permiten oler mejor que cualquier sabueso y un lenguaje que nos permite procesar, archivar e intercambiar información en una forma que es análoga al sistema nervioso de nuestro cuerpo. Esta capacidad es amplificada por la invención de las computadoras y la comunicaciones electrónicas (radio y T.V.). El patrón que surge es que la humanidad está formando una entidad interdependiente y colectiva con características análogas, pero muy amplificadas, de su propio cuerpo. La Humanidad es un todo unificado de personas, máquinas y conocimientos. Cada parte es esencial a la supervivencia de la otra. Juntas todas las partes crean una entidad colectiva que puede trascender sus limitaciones biológicas.

 
Limitaciones Biológicas

Hay límites evolutivos inherentes a la estructura de la vida como la conocemos. La limitación principal es la cantidad de ADN que puede contener una célula. El ADN que puede contener una célula es reducido, debido a que el tamaño total de una célula esta limitado por la proporción entre su masa y su superficie, además de otras relaciones fisicoquímicas. Dicha proporción debe ser por lo menos igual al valor crítico para el huevo humano, o la célula no podrá intercambiar gases con su entorno en una tasa adecuada para mantener un metabolismo viable. Por lo tanto, una célula no puede ser mayor que unos 10-6 gramos, y puesto que tiene que haber siempre menos ADN en una célula que su masa total, la complejidad de la vida está limitada a la cantidad de información que puede ser archivada en dicha cantidad de ADN. En realidad, éste es un límite superior bastante burdo para la complejidad de la vida, dado que (1) la cantidad real de ADN en una célula debe duplicarse antes de la reproducción, (2) mucha de la información celular debe ser redundante y/o ser empleada para realizar autorreparaciones o la célula sería muy inestable y (3) el ADN es menos que el 10 elevado a menos dos porciento de la masa de cualquier célula. Por lo tanto, el límite superior más realista acerca de la máxima cantidad de ADN no redundante que se encuentra disponible para estructurar la complejidad de cualquier individuo es cercana a 10 elevado a menos trece gms. En todo caso, es una cantidad finita y de un orden relativamente pequeño.

Existen otras limitaciones prácticas tales como el tamaño del sistema nervioso y la cantidad de redundancia necesaria en el sistema nervioso para asegurar la estabilidad y la confiabilidad. Sin embargo, considerando la masa de ADN no redundante como el límite a la información genética que puede contener la vida, vemos que la evolución a través de las mutaciones genéticas únicamente es muy limitada y probablemente no se puede obtener por este medio nada que sea de mayor complejidad que un ser humano. Ya de por sí la humanidad es una especie muy inestable, al borde del suicidio [280]. Sin embargo, la cantidad de información coherente disponible para la humanidad mediante la evolución psicosocial es virtualmente ilimitada. La humanidad ha continuado y puede continuar evolucionando culturalmente, si bien el promedio de nuestros cuerpos parece estar decayendo en comparación con los del Cromañón. Aquí la palabra clave es "en promedio".

Las mayores capacidades craneanas jamás observadas en un Homínido ocurren en los humanos actuales, no en los Cromañón. Por lo tanto, aunque el cerebro humano "promedio" puede estar disminuyendo de tamaño -y recuerden que hay otros elementos que determinan la complejidad además del tamaño- el tamaño y la complejidad máxima del cerebro humano es hoy mucho más grande que jamás lo haya sido; la razón para que suceda esto es debido a que la humanidad inventó la agricultura y la sociedad civilizada. Ambos inventos hicieron posible que seres humanos relativamente defectuosos sobrevivieran y se reprodujeran, desempeñando tareas simples y especializadas para la sociedad como un todo. Estas personas no habrían podido sobrevivir en una sociedad cazadora competitiva donde habrían tenido que desempeñar muchas funciones diferentes tales como fabricante de herramientas, cazador, guerrero, cocinero, sastre, médico, etc, pero que sin embargo, sí han podido sobrevivir como parte especializada de una sociedad mucho más compleja. En la medida que una sociedad se vuelve más compleja, se hace posible que individuos cada vez más defectuosos sobrevivan y se reproduzcan, hasta que hoy en día es posible la supervivencia y la reproducción de un gran número de parásitos totales, incapaces de cuidar de sí mismos y que morirían rápidamente si alguien menos defectuoso no los alimentara constantemente a ellos y sus hijos.

Al mismo tiempo, en la medida en que las máquinas asumen cada vez más las funciones especializadas de los seres humanos, se hace posible que un porcentaje cada vez menor de personas inventen, produzcan, usen y mantengan todas las máquinas esenciales para la sociedad. Por lo tanto, el espectro de las capacidades humanas se hace más amplio, mientras que el promedio se hace cada vez más bajo, y una cantidad creciente de seres humanos inician existencias parasitarias en una sociedad cada vez más automatizada. Es posible que la evolución humana continúe a una tasa creciente, hasta cierto punto, aún a pesar de que la gran mayoría de la raza humana esté degenerando.

Hasta ahora, la trascendencia de las limitaciones biológicas a la evolución humana a través de la evolución psicosocial, ha permitido que la humanidad evolucione a una tasa creciente, compensando la entropía creciente en lo puramente biológico. Sin embargo, este no es un simple proceso lineal y la creciente entropía biológica puede interactuar con otros componentes de la información humana para producir una entropía psicosocial que eventualmente puede invertir la evolución humana y llevar a la extinción, tal como ha sucedido con tantas especies. Para comprobar que éste es el caso, consideremos la evolución de la mente.

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