SPINOZA

LA ETICA

Presentación de Henri Lurié
Traducida Directa del Latin
Presentado en Castellano por
John David Garcia
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LA REGLA DE ORO PARA LEER A SPINOZA: TENGA PRESENTE, PARA CADA TERMINO, LA DEFINICION DADA POR SPINOZA.QUIEN LEE BIEN A SPINOZA LOGRA, A TRAVES DE EL, TODA LA SABIDURIA: EN SU MUNDO DE IDEAS NO FALTA NI UN PUNTO NI UNA COMA, DONDE TODOS LOS PENSAMIENTOS APARECEN EN EL ESTRICTO ORDEN Y CONEXION DE UN SISTEMA COHERENTE.

CONSTANTIN BRUNNER (1862-1937)

LA GRANDEZA DE SPINOZA RESPLANDECE EN NUESTRO TIEMPO POR RAZONES VITALES. NORBERT WIENER, FUNDADOR DE LA CIBERNETICA, LE LLAMA, JUNTO CON LEIBNITZ, LOS UNICOS PREDECESORES FILOSOFICOS DE SU NUEVA DISCIPLINA. EN NUESTRO SIGLO DEL TRIUNFO DE LA CIENCIA, MEDIANTE LOS COHETES ESPACIALES, MEDIANTE LA NUCLEONICA, LA AUTOMATIZACION Y LAS TELECOMUNICACIONES, DONDE LOS HORIZONTES DE LA HUMANIDAD SE HAN AMPLIADO HASTA EL INFINITO, SIN DEJAR ESPACIO PARA UN INFANTIL Y CIEGO ANTROPOMORFISMO O PARA LA AMENAZA IRRESPONSABLE DE ALGUN APRENDIZ DE BRUJO, DE DESENCADENAR EL APOCALIPSIS, CRISTO Y ESPINOZA SERAN Y PERMANECERAN COMO LOS LIDERES ESPIRITUALES Y ESPIRITAS DE LA HUMANIDAD.

H. L.
P R E F A C I O

Esta no es una traducción, pues ya existen numerosas traducciones de "La Etica" y puedo expresar que aún una traducción relativamente cuidadosa tal como la de R.H.M. Elwe sigue estando muy alejada del original.

Goethe, en un poemita llamado Un Paralelo da la clave del problema:

El otro día recogí flores del campo
las llevé, pensativo, al hogar;
Debido al calor de mi mano sosteniéndolas
sus corolas se inclinaron hacia abajo.
Puse el ramo en un vaso de agua
¡Pude contamplar un milagro!

Las corolas, una por una, se levantaron
tallos y pedúnculos lucían brillantes y verdes,
todas las flores se veían tan sanas
como si aún estuviesen plantadas en la tierra.
El mismo placer me ocurrió una vez
al escuchar mis canciones en una lengua extranjera.

La traducción de un poema es como una rosa sacada del arbusto. Alegra al que la tomó, por un tiempo, pero luego se aja y lo que queda es apenas un recuerdo de la belleza viva. Si éste es el caso para las obras de arte, el destino de las traducciones filosóficas es aún más problemático. En este caso surge otra dificultad, respecto a la total comprensión de las ideas expresadas por el autor, mediante su terminología específica.

Esto sucede particularmente en el caso de Benedicto Spinoza (1632-1677), el llamado solitario "pulidor de lentes de Vooeburg" quien rechazado por los judíos de Amsterdam y bajo sospecha de ateísmo para los círculos cristianos de Holanda y Europa Occidental, compuso en su retiro la principal obra filosófica jamás escrita por un hombre, La Etica, que en verdad es y algún día será universalmente reconocida como el código de la moderna civilización humana.

Spinoza más que cualquier otro filósofo sabía la importancia de las ideas claras y distintas. Tuvo especial cuidado de definir todos los términos que empleaba, y en usarlos siempre con el mismo significado básico. Ahora, si el traductor no comprende realmente las ideas presentadas en el idioma original -- como a menudo sucede -- si no trata de penetrar el secreto de éstas, como se resuelve un acertijo, por la recomposición pedazo a pedazo de trabajo filológico. ¿Qué puede esperarse de semejante empresa sino un monstruo que pretende representar las ideas originales? No es de extrañar que aquello de "traduttore - traditore" ha llegado a ser proverbial entre nosotros.

Por tanto, mencionemos algunas de las "vacas sagradas" de nuestro moderno Spinoza académico. Todos saben lo que es una vaca sagrada, a pesar del crítico estado socio económico de la India, dado que su religión les impide la matanza y consumo de bovinos. En cuanto al Spinoza académico moderno, es la versión oficial de una doctrina aún en ostracismo, ofrecida simplemente en un contexto histórico a los estudiantes de filosofía, o expuesta por un académico especializado a nivel de graduados.

De hecho, cada dominio particular del esfuerzo humano, sea este artístico, científico, práctico o religioso, tiene su propia terminología y jerga particular, que es en cierta forma parte de su tradición y resistirá todo intento de cambio. Por extensión uno también habla de vacas sagradas a propósito de ciertas consignas y declaraciones, que en cierto dominio dado son tomados al pie de la letra sin discusión por sus partidarios, o rechazados por los oponentes al sistema. Por ejemplo, el "imperativo categórico" y "la cosa en sí" caracterizan al kantismo; la "supervivencia del más apto mediante la selección natural" caracteriza al darwinismo; la "idea de las ideas" al platonismo; "nirvana" al budismo y la "substancia con infinitos atributos" a Spinoza.

Del mismo modo, se puede encontrar en el Spinoza académico moderno sus propias vacas sagradas. Según la cibernética, la entropía está presente en todo sistema de comunicaciones en el cual no exista una retroalimentación adecuada a su entrada o fuente de información. Esta falta de retroalimentación es automática cuando el mensaje original es dado en una lengua extranjera y requiere de traductores.

Spinoza escribió La Etica en el latín empleado por los escolásticos del siglo XVII, pero para combatir las debilidades del escolasticismo, empleó un método de pruebas geométrico como el empleado por los matemáticos. Spinoza definió cada uno de sus conceptos fundamentales, tan pronto como designaba dicho concepto con un término que tenía un significado distinto del usual. Demostraremos que al hacer esto, constantemente regresaba al significado original del término concordando con su equivalente griego.

La posición de Spinoza fue única en su estilo -- como su moderno apóstol Constantin Brunner (1862 - 1937) ha demostrado con maestría en su Spinoza gegen Kant und die Sache der geistigen wahrheit (K.Schnabel, Berlín 1910) de la cual existe nuestra traducción al inglés SPINOZA VERSUS KANT AND THE CAUSE OF ESPRITAL TRUTH. En esta obra expresa repetidamente que "todo lo que un lector tiene que hacer, para comprender bien La Etica, es tener constantemente presente, para cada término, la definición dada por Spinoza". Pero debo agregar que semejante lector debe estar familiarizado con el texto original en latín, para comprender y aprender de primera mano las ideas del autor y no tener que depender de ninguna traducción. Por supuesto semejante lector podrá trasponer y presentar estas ideas en un lenguaje de todos los días y procurará que otros se beneficien con su diligente empresa.

Lo que en realidad ha sucedido estos últimos trecientos años -- en todas las áreas lingüísticas -- es una desordenada orgía de intentos, tanto por los entusiastas como por los contrarios, y principalmente por los filólogos profesionales, de penetrar los "secretos" de La Etica, mediante una traducción literal palabra por palabra. Así nacieron estas vacas sagradas del Spinoza académico, que hacen la lectura de La Etica, en cualquier traducción, sea en inglés u otra lengua, no sólo muy difícil y tediosa, sino un insoportable desafío a la lógica y sentido común de cualquier lector sin prejuicios. Donde quiera que las vacas sagradas del escolasticismo pueden prosperar sin inhibiciones, éstas transforman la tierra en un desierto de fanatismo y ligereza.

Fue mi privilegio y destino detectar tres de estas vacas sagradas del Spinoza académico y eliminarlas de este texto en inglés de La Etica, (como ya lo había hecho en 1974 en mi traducción francesa) para que los lectores, y en especial los jóvenes, puedan comprender más fácilmente los tesoros de sabiduría eterna contenidos en esa obra inmortal.

1) Essentia: Afirmo solemnemente que la palabra latina essentia, como la emplea y define Spinoza (ETH.II./d.2) debe ser traducida correctamente como "ser" y no como "esencia" en la forma que lo han hecho todos los otros traductores.

De hecho, hoy en día, la palabra "esencia" es empleada para designar "algún ingrediente o constituyente elemental, o núcleo oculto; la naturaleza interna o constitución de algo; también una entidad espiritual o inmaterial (cf. quintesencia)". Además en nuestros países generalmente no se hace distinción entre "ser" y "existencia". Empezando con su primerísima definición (Eth.I./d.1.) Spinoza emplea el término "essentia" como axiomáticamente distinto de "existentia", al declarar que para Causa Sui (lo causado de sí) ,"essentia" implica "existentia", dado que es lo que por su propia naturaleza, sólo puede ser pensado como existente. Para asegurar que fuera de la unidad de lo Causado de Sí -- donde una (essentia) no puede ser pensada sin la otra (existencia) -- esta distinción continúa permanente para todas las cosas particulares de la ontología, agrega (Eth.I./a.7.): "si algo puede ser concebido como inexistente, su essentia no implica existencia".

Para el lector atento ya puede ser evidente que la "essentia" de Spinoza no es congruente con lo que hoy en día se comprende por "esencia". De hecho Spinoza regresa de inmediato al asunto en Eth. II. /d. 2 y define su concepto:

A la "essentia" de una cosa pertenece aquello que por su presencia necesariamente establece la cosa y por su ausencia necesariamente la anula; en otras palabra: aquello sin lo cual la cosa y viceversa, que de por sí sin la cosa, no es posible ni pensable.

En este punto el lector atento sabe que no puede sustituir la "essentia" de Spinoza por la palabra "esencia" dado que ésta sólo satisfaría parcialmente la definición anterior: la esencia o núcleo oculto de una cosa es posible y pensable sin la cosa misma. Spinoza considera necesario agregar algunas observaciones aclaratorias finales sobre el tema en Eth.II./10.Sc.2. al referirse a sus oponentes expresa:

Todos concuerdan en que Dios no sólo es la causa de las cosas con respecto a la creación, como dicen, sino también respecto al ser. Pero al mismo tiempo la mayoría de ellos afirma que un elemento sin el cual una cosa no es posible ni pensable, pertenece a la "esencia" de esa cosa; de donde ellos creen o que la naturaleza de Dios pertenece a la "esencia" de las cosas creadas, o bien que las cosas creadas podrían ser posibles y pensables sin Dios; o bien, como es más probablemente el caso, su discurso no es consistente. Y expresa en conclusión:

Pero, suficiente de eso. Mi intención aquí sólo era justificar lo que no dije: "Aquello sin lo cual una cosa no puede ser ni ser concebida, pertenece a la essentia de esa cosa".

Uniendo todas nuestras citas, el puzzle de la "essentia" de Spinoza se resuelve satisfactoriamente, al traducir su essentia por la palabra "ser" i.e. , "el hecho de ser" que es el sentido etimológico de nuestra "essentia" latina original = actus essendi en la misma forma que nuestra "existencia" significa "el hecho de existir", derivado del latín "existentia = actus existendi".

Una confirmación muy importante de nuestra tesis se encuentra en Séneca ad Lucilium, epistula LIII, donde Séneca atribuye a Marco Tulio Cicerón la paternidad del neologismo latino "essentia" un término empleado para traducir el griego ousia, este mismo derivado de To On = quod est = eso que es.

Pero el uso general prontamente olvidó este significado absoluto, y ya en Porfirio y Plotino (siglo III A.D) se habla de quattuor essentiae, esto es, los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. A éstos el escolasticismo medieval agregó su quintam essentiam, la bien conocida Quintaesencia de la Teología Cristiana, por lo cual aún hoy nuestra esencia aún retiene parte de sus encantos y aromas divinos.

Por otra parte, hay evidencia que los latinos clásicos y especialmente Séneca aún ignoraban la palabra existencia (escrita también como exsistentia) una derivación del importante verbo sisto (sistere, steti, statum), que transitivamente significa colocar e intransitivamente estar (morar) y que tiene no menos de trece derivaciones, ¡la última de sólo hace 35 años, nuestro transistor electrónico!

Esta ausencia en el mundo antiguo clásico de un nombre específico fuera del verdadero ser = einai también el fugitivo y efímero fainomenon, comprueba hasta que punto el panta rei era entonces una verdad viviente. Sólo sus lógicos oponían dialécticamente el eidos de Platón (idea) al eidion - forma seu ideatum de Aristóteles.

Pero el medievo cristiano había despedido totalmente el mundo de las ideas de Platón, al tolerar sólo las formas heladas del aristetelismo. Estas formas se convirtieron entonces en la "existenta creationis" y su estado, la exsistentia. En otras palabras, todas las cosas creadas sólo podían pretender tener una existencia dado que el ser sólo pertenecía a Dios (cf. , nuevamente Eth.II.10.sc.2) y así llegó a ser que en toda la cristiandad, existere era tomado como prácticamente un sinónimo de esse. El hombre, por supuesto, era una excepción entre las cosas, al haber sido creado a la "imagen de Dios". Tenía un alma inmortal que a su muerte se unía con la Quintaesencia en el cielo (¡qué para algunos teólogos estaba en la superficie de la luna!). Aún a ojos de Descartes, las bestias y todos los animales aún representaban simples autómatas.

Entonces llegó Spinoza, que a su vez, despidió la escolástica cristiana y todo escolasticismo, al emplear sus mismos términos, pero dándoles significado y definiciones precisas. Restauró el significado original de essentia = ousia= to on = quos est, al declarar (Eth.II.d.2):

Al ser de una cosa pertenece aquello que por su presencia necesariamente establece la cosa, y por su ausencia necesariamente elimina la cosa. En otras palabras, aquello sin lo cual y, vice versa, que ello mismo sin la cosa no es posible ni pensable.

Asignó a Existencia, en su definción de Causa de Sí, su lugar correcto como una presencia relativa en comparación con el ser absoluto.

Pues bien, esta comparación o distinción analítica no se hace evidente al traducir el latín involvere literalmente como "involucrar". Dado que para nosotros "involucrar" es sinónimo de "incluír". Decir que "essentia" (ser) incluye la "existentia" -- como han hecho muchos traductores -- es invertir los papeles como si la envoltura sin valor de "essentia" incluyera el precioso grano de "existentia", lo que es obviamente absurdo. Por tanto hemos traducido por el inequívoco término implica, al decir "aquello para lo cual el ser implica existencia". Así será formulado de ahora en adelante en todo texto inglés de La Etica, liberado de las vacas sagradas del escolasticismo.

2) Forma = solemnemente afirmo que la palabra latina forma, como la emplea y define Spinoza en Eth.II /13. y ejemplarizado en Lema.4-6ibid. así como en Eth. IV/ch.19. debe ser traducida correctamente por especie (clase), y no como "forma" como casi todos los otros traductores han hecho hasta ahora. La única excepción es R.H.M. Elwes, quien desesperadamente trató de evitar la estúpida traducción literal pero sólo hizo las cosas aún más confusas al hablar de "ser actual" i.e., por un cuerpo existente en acto, o de hecho, donde la definición de Spinoza en II./13 los llama, la naturaleza específica de los cuerpos. Elwes percibió que Spinoza emplea "figura" cada vez que se refiere a la forma o aspecto, como por ejemplo en II. /13. ax.3.

Desde el punto de vista etimológico e histórico, el término forma servía en tiempos de Séneca para traducir el griego eidos que poseía cuatro significados fundamentales: 1) forma, 2) belleza, 3)idea y 4) especie (clase). En la Edad Media los significados 3 y 4 fueron totalmente olvidados, y aún hoy en día la palabra "forma" se emplea, casi exclusivamente, con sus significados 1 y 2.

Pero, como en el caso de "essentia," Spinoza también restauró a "forma" su sentido filosófico original de especie (clase). La irrefutable prueba de esto se logra al observar en forma sucesiva:

a) La definición según Eth. II. /13 . : Cuando un conjunto de cuerpos de la misma o diferente dimensión son obligados por otros cuerpos a permanecer en contacto, o si se mueven a la misma o distintas velocidades, para comunicarse su movimiento mutuo a cierta proporción fija, decimos que estos cuepos están unidos y que juntos forman un cuerpo o individuo, lo que se distingue de otros cuerpos por el hecho de esta unión.

b) El axioma 3, que sigue inmediatamente clasifica los cuerpos y demuestra cuan cuidadosamente Spinoza distingue su "forma" del significado corriente de forma o configuración:

Dado que las partes de un cuerpo individual, o compuesto permanecen en contacto mediante superficies más o menos extendidas, será más o menos difícil hacerlos cambiar su posición; por tanto, el individuo será llevado a otra forma (figura) con más o menos dificultad.

c) El lemma 4, que sigue inmediatamente, es un ejemplo de su concepto forma = especie:

Si de un cuerpo o individuo, compuesto de varios cuerpos, algunos cuerpos son eliminados y si, al mismo tiempo, un número igual de cuerpos de la misma naturaleza toman su lugar, el individuo conservará su naturaleza como antes, sin cambiar su (forma) especie. Dem. Los cuerpos (lem.1) no se distinguen con respecto a la sustancia y (por la última definición) aquello que constituye la forma = especie de un individuo consiste en la unión de cuerpos; pero esta unión, aún si hay un continuo cambio de cuerpos, se mantendrá (por nuestra hipótesis). Por tanto el individuo conservará su naturaleza anterior, tanto con respecto a la sustancia como al modo. qed

d) Los lemas siguientes 5 y 6 que confiman el mismo empleo de forma = especie (clase).

e) Finalmente, el importante párrafo en Eth. IV. / ch. 19. que en el original expresa: "amor praeterea meretricius, hoc est generandi libido quae ex forma oritur. (("nos hace comprender que el irresistible impulso de unirse sexualmente con una pareja, viene de la profundidad de nuestro ser específico, de la especie humana de la cual somos especímen, y no de nuestro ego individual".

Aquí, por supuesto, todos nuestros traductores han convertido "forma" en "belleza física", sin siquiera darse cuenta de la estrechez mental y crudeza de su confección.

Agreguemos que el adjetivo formalis es empleado por Spinoza generalmente en conjunción con esse y essentia, y debe ser traducido por "específico" en oposición a la palabra "formal" la cual sería totalmente inadecuada y equívoca.

3) Appetitus; Yo solemnemente afirmo que la palabra latina appetitus según la emplea y define Spinoza en Eth. III. /9. + sc., debe ser correctamente traducida como instinto y no como apetito según lo han hecho muchos traductores.

Nuestra palabra "apetito" es en verdad sinónimo de "deseo" y, por tanto, siempre implica conciencia de su impulso. "Apetito" es por tanto totalmente inapropiado para traducir, según su definición, appetitus según lo emplea Spinoza. Citamos esa definición, tomada de nuestra presentación, con el objeto de demostrar que todo intento de reemplazar instinto por apetito conduce a algo sin sentido:

SEA NUESTRO PENSAMIENTO CLARO Y DISTINTO, O SEA CONFUSO, SIEMPRE NOS ESFORZAMOS EN PERSISTIR EN NUESTRO SER POR UN TIEMPO INDEFINIDO Y ESTAMOS CONCIENTES DE ESTE ESFUERZO. Este esfuerzo, cuando se refiere sólo a nuestra mente lo llamamo voluntad, pero cuando se refiere a tanto mente como cuerpo, se llama instinto, que no es de hecho otra cosa que nuestro propio ser. De esto se derivan, necesariamente, todos aquellos efectos que tienden a nuestra auto preservación, y los cuáles estamos determinados a cumplir. Más aún, no hay diferencia entre deseo e instinto, excepto que el deseo es generalmente referido a nosotros dado que estamos concientes de nuestro instinto. El deseo es el instinto con la conciencia de éste.

No estando inhibido por dogma alguno, Spinoza no hace diferencia específica entre los instintos humanos y los de otros animales. Pero nuestro spinozismo académico no pudo jamás aceptar esa libertad de pensamiento y por tanto, prefiere traicionar al autor ("traduttore-traditore") antes que abandonar su propia posición de privilegio en el marco del establecimiento escolástico.

Es suficiente. Hemos eliminado estas tres vacas sagradas del escolasticismo que por más de trescientos años han pervertido el límpido lenguaje de Spinoza en una jerga atroz y deformado sus claras ideas en adivinanzas y fórmulas herméticas.

Pero todo esto pertenece al pasado. De ahora en adelante, todos los que se siente atraídos por la visión omnianimática del mundo y la eternidad de Spinoza, en especial las generaciones jovenes que buscan la verdad, encontrarán en nuestra presentación de La Etica una herramienta eficiente para familiarizarse con los principios subyacentes de la humana creatividad que han formado la civilización.

El ejemplo anterior ilustra la fundamental diferencia de enfoque entre una traducción y una correcta presentación de obras tales como La Etica. Debe mencionarse aquí al irlandés Stephen Mac Kenna (1872-1934) por su obra pionera al presentar las "Enneadas" de Plotino (Faber & Faber Londrés 1956). Citó del prólogo de E.R.Dodds:

Fue uno de esa gran línea de eruditos no profesionales cuya labor ha enriquecido nuestra literatura -- hombres que trabajaron sin importarles el logro académico o la recompensa monetaria, sólo pensando que la labor era importante... Mac Kenna creía que la traducción de una obra maestra de la literatura o la filosofía era una responsabilidad sagrada que exiguía y merecía, el máximo esfuerzo de una persona. Desde su punto de vista el traductor no debía descansar hasta transferir cada matiz del significado del autor, tanto emocionales como lógicos, al idioma de otra lengua -- idioma que debe ser rico, flexible, digno y, sobre todo, contemporáneo. La versión definitiva debe ser "libre" pero con una libertad que debe estar basada, como él lo expresó, en una "pre-servidumbre" y debe ser justificada por una fidelidad más cercana al espíritu del original que la que cualquier traducción literal podría esperar lograr... En su traducción hay el paciente y a menudo agónico esfuerzo de más de veinte años.

En los últimos años ha habido un importante cambio de actitud de los judíos hacia el hombre que la sinagoga de Amsterdam excomulgó públicamente en 1656. De hecho, este rechazo no sólo ha sido objeto de la rehabilitación por el Estado de Israel en 1960, sino hay evidencia que hoy en día, por lo menos en los Estados Unidos, Spinoza es considerado uno de los grandes rabinos de su pueblo.

Esto es decididamente un paso importante hacia la justicia y libertad de pensamiento. Sin embargo me hace hablar de otro gran rabino, que verdaderamente predicó en sus sinagogas hace unos dos mil años y que fue la víctima trágica de una injusticia aún mayor. Su genio era tan grande que no le llevó sino tres cientos años el establecer su dominio espiritual sobre el antiguo imperio romano, y desde entonces toda la civilización occidental, llamada hoy la era cristiana. Tenemos la esperanza que algún día este gran rabino sea oficialmente rehabilidato por su pueblo. No conozco ningún acto tan urgente de justicia eterna y dignidad humana, ni más beneficiosa para la hermandad humana. Pueda mi Trilogía, NUESTRA FE, contribuir a este fin.

En nuestra era de ciencia triunfante, mediante cohetes espaciales, nucleónica, mediante la automatización y los computadores electrónicos, donde los horizontes de la humanidad se han expandido hasta el infinito, sin dejar espacio a un antropomorfismo infantil y ciego, ni para la irresponsable amenaza de gatillar de algún aprendiz de brujo, Cristo y Spinoza permanecerán como los líderes espirituales de la humanidad.

Sobre esto, Constantin Bruner habla muy elocuentemente en su obra UNSER CHRISTUS, ODER DAS WESEN DES GENIES - "Nuestro Cristo, El Mortal de Genio" (Berlín 1921, pág. 706, 712 y 713):

Ustedes maravillas del mundo, Beethoven, Miguelangel, Shakespeare, Rembrandt -- pero entre los más grandes, sólo ustedes dos, Spinoza y Cristo, son los que pueden ser considerados como dignos de las más elevada y sublime calificación que puede recibir un hombre: ¡ustedes son las rocas de seguridad del espíritu humano! Una vez cada mil años, a aún con mayor intervalo, nace un hombre bendito en su corazón, que ignora el temor y la queja, que no hace preguntas, no se extraña de lo que sucede en el mundo, pero que totalmente veraz, basado en sí mismo, con valor intrépido y su infinito amor, puede y debe acarrear bendiciones sobre la humanidad, aún si, al hacerlo, es privado de su vida. Debe hacerlo, pues su amor es la voluntad de su ser y su poder, es la voluntad sagrada y bondadosa de su santidad, el hacer que aún los malos, los enemigos de su santidad se le unan -- pues de hecho son enemigos de su propia santidad.

Tenemos a Cristo y Espinoza. Ante estos dos, no hay nadie capaz de hablar a la humanidad de la verdad tan completamente y con tanto amor. En su ardiente amor responden por nosotros y despliegan todo su poder atractivo, para hacernos amarlos a su vez, para identificarnos con la voluntad creadora de su amor y, al unirnos a ellos, unirnos a la verdad eterna, grado por grado, ganando paulatinamente en firmeza. Comparados con estos dos hombres, todos los otros no se preocupan, en verdad, por nuestra salvación; puede que sus poemas, sus pinturas, su música, ser preciosa y sublime, al más elevado grado, pero todos estos hombres maravillosos son nuestros enemigos y nos mienten! ¿Y quién estuvo dispuesto a amar a uno de ellos, en la forma que se ama a Cristo o Spinoza? ¿Quién ha sido rescatado y realmente salvado por uno de ellos? En cambio Cristo y Spinoza han realmente convencido a los hombres a regresar a la unidad y la conciencia, a vencer la ralea de temores, sufrimientos y intenciones odiosas. Quién gracias a la ayuda de un hombre, puede gozar la sublime felicidad de su propio ser y de su paz mental, quien ama a un hombre como el camino y vehículo al lugar donde puede descansar en libertad y ejercer su amor fiel, ese hombre sabe también de la grandeza de la existencia humana -- bendito sea el que conoce la bajeza así como la grandeza del hombre -- y éste nunca despreciará la humanidad, nunca odiará a ningún ser humano. A quienes sinceramente, con todo su corazón, desean encontrar el camino de regreso a su propio ser y conciencia, a quienes saben lo que es esencial para el hombre, yo digo: ¡dejen de buscar y esperar que venga algún salvador, habrán bien sus ojos y encuentren!

Aquí está mi presentación de la Etica de Spinoza, la cual desde que se publicó por primera vez en 1677, poco después de la muerte prematura de su autor, ha levantado tanto la crítica más vehemente como la más entusiasta admiración en todo el mundo. Hace tiempo era necesario que un tratado filosófico tan importante fuera transformada en legible y comprensible para nuestros hermanos y que su autor fuera liberado de todas las acusaciones malignas e indignadas que, por más de tres siglos, han desacreditado su nombre y prohibido la impresión de sus obras. Aún hoy en día eruditos prejuiciosos le rehusan la audiencia sencilla y objetiva de nuestros estudiantes.

Normalmente se presenta a Spinoza como un cartesiano extraviado. Si la gente, en ocasiones, no viera declaraciones favorables de tan ilustres admiradores como Diderot, Goethe, Hegel, Claude Bernard, Albert Einstein, Albert Schweitzer, Bertrand Russell, etc., no le prestarían la menor atención. Pero la vaga aura que rodea el nombre de Spinoza se transformará en contacto directo con sus ideas, especialmente cuando la gente se dé cuenta que la publicidad, que culpa su estilo hermético, al clasificar de muy difícil el acceso a sus ideas, está equivocada y se debe exclusivamente a los galimatías de los traductores. La gente sentirá la poderosa presencia de Spinoza, su actualidad, su autoridad desprejuiciada y así logrará su reposo espiritual o como decimos nosotros espirita.

Más próximo a nosotros en el tiempo, Constantin Brunner ejemplificó el poder inspirador de la Etica con sus propias ideas y abstracciones. El hapax legomenon omnia quamvis diversis gradibus animata (II./13. sc.) de Spinoza tiene en la DOCTRINA DE LOS ESPIRITAS Y EL PUEBLO una magnífica exposición en su pneumotología que corona el volumen que trata de nuestro entendimiento práctico. En cuanto al misterioso Ens constans infinitis attributis (I. /d. 6.) es tratado en forma maestra en MATERIALISMO E IDIALISMO de Brunner.

En nuestro tiempo la grandeza de Spinoza se afirma en algunos terrenos vitales. Norbert Wiener, el fundador de la CIBERNETICA le llama, junto a Leibnitz, los únicos predecesores filosóficos de su nueva disciplina. De hecho los dos postulados en que se funda la cibernética; 1) la unidad de la mente y el cuerpo y 2) la perfección de la realidad viviente, ambas fueron formuladas por Spinoza, y sólo por él (cf. , Eth. II. /7 y II./d.6).

El libro, de Dan Levin, SPINOZA, EL JOVEN PENSADOR QUE DESTRUYO EL PASADO muestra que la personalidad de Bento, tanto como sus ideas, fascinan el espíritu y la imaginación del hombre moderno.

"¡La humanidad está al borde del suicidio! A menos que el hombre elija luchar por su continua evolución, está condenado a la extinción como especie". Declara John David García, escritor joven y dinámico, en su obra LA SOCIEDAD MORAL, UNA ALTERNATIVA RACIONAL A LA MUERTE, en la cual presenta una teoría ética revolucionaria, dentro del espíritu de Spinoza. John David García también es autor de PSICOFRAUDE Y TERAPIA ETICA, donde declara "nadie jamás ha expresado o practicado una terapia ética con mayor claridad que Spinoza".

En las últimas décadas han ocurrido muchos hitos importantes en la errática jornada de la humanidad hacia la madurez. Dos de éstas, si bien de campos diferentes, ofrecen la visión omnianimada tan grata a los lectores de Spinoza. El primero se refiere a la victoria de la cirugía sobre el prejuicio y fanatismo, al llevar a cabo trasplantes cardíacos. El segundo es él que el hombre se haya posado en la superficie de la luna confirmando, de visu, que nuestra madre tierra proporciona a la vida un entorno ecológico ideal que debe ser protegido de los contaminantes tecnológicos.

La misión de la verdadera sabiduría es combatir la superstición en todas sus formas, para liberar de la esclavitud a todos los que son capaces de ser liberados; toda devoción y forma heroica de vida tiende esencialmente a ese fin. El sabio se dirigirá fundamentalmente a los jóvenes, más maleables y receptivos a las ideas verdaderas y generosas. También le prestará mucha atención a la estructura de la sociedad humana en general, y a la de su propio país en particular, será un ferviente promotor de un estado que asegure la ley y la libertad. De este C. Brunner escribe:

Nuestro estado moderno debe ser cada vez más ese estado legal, con sus leyes permaneciendo tan firmes como las montañas de Dios ante la violencia y la decepción diabólica; nuestro estado debe ser para y contra todos los ciudadanos la represa irrompible que se supone (de otro modo pronto dejará de ser una represa). Nuestro estado no debe tolerar ningún truco contra las leyes constitucionales y no debe mostrar mansedumbre en la presencia de complots engañosos y subversivos, cualquiera que sea su origen.

Nuestro estado legal debe expresarse en todas las circunstancias en forma directa y honesta, a fin de impedir que los agentes de la injusticia social y la mentira perviertan a la opinión pública y corrompan la propia maquinaria del estado; en resumen, para impedir que construcciones quiméricas y sueños arcádicos de inequidad social se conviertan en parte viviente de nuestra realidad.

Nuestro estado prohibirá la circulación de impresos u otro tipo de circulación de notorias mentiras, propagadas por quienes emplean la arena política para sus ambiciones privadas y que averguenzan el estado y la nación con sus métodos arbitrarios y perversos. La mentira organizada y la calumnia organizada no serán toleradas bajo ningún nombre -- cuando tratan de subordinar la ley del país a la injusticia. En cuanto a la libertad de prensa y de los medios de comunicación, cuidado mi amigo, que después de derrocar a los "tiranos", esa misma libertad no sea usada para entronizar la tiranía de la mentira ! Nuestro estado legal y de libertad debe hacer a los oradores responsables, no por sus discursos inútiles, sino por aquellos dañinos, con objetivos maliciosos e insidiosos; pues una de las misiones básicas del estado es hacer que los verdaderos ciudadanos de todos los partidos políticos se den cuenta que las creencias humanas son puramente subjetivos y a menudo falsos, dado que la naturaleza humana per se, es engañosa.

A pesar de todas las objeciones y antagonistas, nuestro sabio estado democrático es y permanece la tabla de salvación para todas las estructuras sociales viables y auténticas. El estado sabio es posible, pues considera la naturaleza humana como es, y no postula cualidades ficticias para la humanidad. El estado sabio es el único que realmente promueve el bienestar público.

Todavía, nuestro mayor enemigo, nuestro único enemigo, es la intolerancia. No olvidemos nunca que "Quién blande la espada de la intolerancia, perecerá por la misma". Tampoco olvidemos que nuestro estado sabio nunca podrá ser exclusivamente "El Estado de los Sabios" pues siempre significará "El Estado de los Sabios y los Necios". El tolerar todas las creencias en el estado y el garantizar una educación pública respetuosa de todos los credos, necesariamente permitirá que la supertición reine en la mente de muchos, pero por la misma moneda, también permitirá y garantizará que la verdad sea escuchada sin riesgo de molestias judiciales como en el pasado.

La verdad, es la única verdad, pero no puede ser impuesta por la fuerza. No confien en quienes, pretendiendo ser "Campeones del Bien y de la Causa Justa" buscan dominar el mundo. "La Causa Justa" no es de este mundo - aquí sólo tenemos una multitud de causas, cada una justa para unos e injusta para otros. La aguja de nuestra brújula que apunta a la salvación y la coexistencia, se hace evidente si seguimos el camino de la tolerancia. ¡Benditos sean quienes nunca se apartan de él!

ABREVIATURAS EMPLEADAS EN LA ETICA

a. axioma

af. estados afectivos (definiciones final parte III)

ax. axioma auxiliar (e.g.;"ax.1/lem.3" = primer axioma después de lema 3)

cf. consultar, comparar

ch. capítulo o encabezamiento en apéndice de parte IV

cor. corolario (e.g.:Cor.1/p.14" = primer cor. después de preposición 14)

d. definición

def. definición auxiliar (e.g.:"def./lem.3" = def. después de lema 3)

dem. demostración o prueba

e.g. exempli gratia, por ejemplo

gda. la definición gral.de efectividad (fin parte III)

i.e. id est, esto es

lem. lema

p. proposición (e.g.:"p.27" =27ava. prop. de esta parte)

po. postulado

qed. quod erat demonstratum, lo que se probaría

sc. Scholium o nota (e.g.:sc./p.57" = nota a prop.57)

I. parte I (e.g.:"I./30" = 30ava prop. de parte uno)

II. parte II (e.g.:"II./17.sc." = nota después de prop.17 de la parte II)

III. parte tres (e.g.:"III./af.2." = 2a def. de estados afectivos)

IV. parte cuatro (e.g.:"IV/ch.29" = 9eno encabezamiento en apéndice)

V. parte cinco (eg.:"V./29" = 29ava prop. parte V)

LA VIDA DE BENEDICTO SPINOZA

Spinoza nació en Amsterdam el 24 de noviembre de 1632. El nombre Baruch (bendito) cambió a Benedicto, su equivalente en latín, después de que fue excomulgado por los judíos e Amsterdam. La familia era de origen español, y la lengua materna de Spinoza fue el español. Tenía dos hermanas, Rebekah y Miriam. Su padre, Miguel, era un modesto comerciante quien no poseía los medios para ayudar a su hijo en un negocio y por tanto decidió dejarlo estudiar literatura hebrea.

Lucas relata un episodio de los primeros años de Bento (sobrenombre cariñoso para Benedictus) el cual tuvo un impacto innegable para él:

No se debe extrañar si el libro toda su vida una lucha contra la superstición; fuera del hecho que se sentía obligado a ello por naturaleza, las enseñanzas de su padre, que era un hombre de buen sentido, contribuyó mucho a ello.

Este buen hombre le había enseñado a no confundir la superstición con la verdadera piedad, y deseando probar a su hijo, quien sólo tenía diez años, le pidió que fuera donde una vieja de Amsterdam, a cobrarle un dinero que ésta le debía.

Cuando entró a su casa la encontró leyendo la Biblia, le indicó que esperara hasta que hubiese terminado sus plegarias; cuando las terminó, el niño le dijo el motivo de su visita, y esta buena mujer, después de contar el dinero, le dijo, mostrándoselo en la mesa "Aquí está lo que debo a tu padre, que algún día seas tan recto como él; él nunca se ha apartado de la Ley de Moisés, y el Cielo sólo te bendecirá en la medida que lo imites". Al concluir estas observaciones tomó el dinero para colocarlo en la bolsa del niño, pero habiendo observado que esta mujer tenía todo el aspecto de falsa piedad, contra la cual lo había advertido su padre, quizo contarlo a continuación a pesar de su resistencia. Encontró que tuvo que pedirle dos ducados que faltaban, que la piadosa viuda había dejado caer en un cajón, mediante una hendidura, hecha especialmente en la parte superior de la mesa, y así sus pensamientos se confirmaron. Animado por el éxito en esta aventura, y por los elogios de su padre, observaba a esta gente con más cuidado que antes y se burlaba en tal forma de ellos que todos quedaban maravillados.

Bento debe haber asistido a la Midrashim elemental e intermedia de la escuela parroquial judía hasta más o menos los catorce años. El paso siguiente habría sido la división superior, El Talmud y la Torah mismos, allí habría estudiado para ser rabino. Los archivos de clase de la división superior (enseñada por los rabinos Isaac Aboab da Fonseca y Saul Levi Morteira) han sobrevivido. Estos archivos están sin borrones ni enmendaduras, y el nombre de Bento Despinoza (o cualquier variante de éste) no figura en ellos. Esta evidencia negativa es clara y distinta. Bento había abandonado. "Porque este tipo de estudio", dice Lucas, "no podía satisfacer totalmente una mente brillante como la suya. Aún no tenía quince años cuando despertaba inquietudes que los judíos más eruditos encontraban difíciles de resolver".

Ni la kábala ni maimónides pueden haber inspirado al jóven Spinoza. Pero todo un ambiente mental no se abandona de un golpe. Antes de sufrir el impacto de Demócrito, Lucrecio, Epicuro y otros, primero estuvo expuesto al torrente judío de estudio.

En esta senda, llegamos a la primera tragedia de su vida, que es típica de lo que la rebelión debe haber significado en el ambiente marrano, donde las olas que batían contra la ortodoxia provenían de dos lados: el catolicismo y los libre pensadores. El hombre fue Uriel Dacosta o Acosta, y su trágica historia efecta más bien directamente a Bento. Hay una fuerte tradición oral y evidencia circunstancial que éste era tío de Bento -- probablemente pariente de Hana Debora, la segunda esposa de Miguel, la madre de Bento.

Spinoza estudió latín con un maestro alemán, pero después (seguramente después de la muerte de su padre en 1654) con el Dr. Franciscus Van den Enden, médico de Amsterdam, que no sólo practicaba la medicina sino en 1652 instaló una "Escuela Latina" informalmente, una escuela para enseñar "Latín y la Nueva Filosofía". Van den Enden tenía una hija, Clara María, que podía enseñar a los estudiantes de su padre, durante sus ausencias; según Colerus, Spinoza se enamoró de ella, a menudo confesó que pensaba casarse con ella. Esta, sin embargo, aceptó a un rival llamado Kerckrinck.

Cuando aprendió latín, Spinoza abandonó lo que Colerus llama "teología" y se dedicó al estudio de la filosofía natural y de Descartes. Debe haber trabajado duro en filosofía natural, pues sus libros y sus cartas muestran bastantes conocimientos de matemáticas, tanto pura como aplicada, que le ayudaron bastante posteriormente en su oficio. Empezó a abandonar la sinagoga y a los doctores judíos.

Estos esperaban que se convirtiera al cristianismo, pero estaban equivocados; pues si bien abandonó la práctica religiosa de sus padres, nunca profesó una conversión a cualquier otro credo. Al comienzo los judíos trataron de sobornarlo. Se le ofreció una pensión de mil florines si se quedaba callado y aparecía de vez en cuando en la sinagoga. Declinó la oferta y el 27 de julio de 1656 fue excomulgado con una maldición (Charem), que puede leerse completa en el Suplementum de Van Vloten. Este dice que se sabe que Spinoza no estaba presente cuando se pronunció la sentencia, pero que envió una respuesta.

Sus acusadores lo denunciaron a las autoridades civiles como un peligroso hereje y blasfemo, por lo que fue expulsado de Amsterdam. Pero a comienzos de 1657 su exilio había probablemente expirado. En la narrativa de su vida por Lucas, hay referencia para entonces de un suceso ocurrido "cerca del teatro". Un jóven fanático de la Sagrada Comunidad trató de apuñalarlo.

En 1661, según sabemos por una carta de Oldenburg, Secretario de la Real Sociedad Británica, Spinoza estaba en Rijnsburg. Oldenburg lo había visitado allí y había discutido con el "Dios, la Extensión y el Pensamiento Infinito"; ahora trataba a su amigo como clarissime Domine, Amice Colende.

La primera obra de Spinoza, Renati des Cartes Principia philosophiae more geometrico demonstrata, con su apéndice Cogitata metaphysica, fue publicada en 1663; sería la única publicada con su nombre durante su vida. En junio de 1664 se mudó a Voorburg, a sólo una milla de La Haya y pasó el resto de su vida escribiendo sus libros, que o aparecieron en forma anónima o permanecieron inéditos durante su vida. Tenía sus amigos, discípulos y admiradores, casi todos estudiantes o libre pensadores, pero ninguno era judío. El lema de la editora Meijers Nils ardentibus arduum (nada es difícil para el dedicado) probablemente explica el espíritu por el cual algunos de ellos se juntaban en "círculos" para estudiar los manuscritos inéditos de Spinoza.

Una pensión de los hermanos De Witt (los dirigentes políticos de Holanda) y una más pequeña proveniente de sus bienes, después que fueron despedazados por la multitud, ayudaba a Spinoza a sobrevivir; sus ideas eran útiles en la lucha por la mente de los intelectuales contra la casa de Orange y los teólogos. Cuando su Tractatus Theologico --Politicus apareció en 1670, sin el nombre del autor, un teólogo exclamó que el libro había sido "¡forjado en el infierno por un renegado judío y el demonio y publicado con el conocimiento del Sr. Jan de Witt!" Spinoza creía en la autoeducación; su vida ha demostrado lo que se puede lograr mediante ésta. Según su huésped Van Spyck, también pintaba. Van Spyck recordaba años después (a Colerus) que uno de sus cuadros era un "retrato" del libre pensador italiano Masianiello -- un hombre osado que tuvo un amargo final. Van Spyck dijo que el retrato se parecía a Spinoza. El biógrafo Lucas no dice nada sobre este pasatiempo ni el tallado de lentes.

El tallado de lentes sin duda proporcionaba un pretexto, que otros pensadores de su tiempo podían usar, para ponerse en contacto con un hombre tan maculado. Por lo menos Leibnitz empleó este pretexto la primera vez que se puso en contacto con Spinoza. Esta es también la única correspondencia existente que tiene que ver con el tema, y la respuesta de Spinoza demuestra que tenía verdaderos conocimientos sobre la teoría de la óptica. Leibnitz era un emergente miembro del establecimiento que se sintió atraído por las ideas iconoclastas de Spinoza. Luchó contra ellas y su filosofía de las mónadas es en general una reacción contra éstas.

El elector Palatino ofreció una vez a Spinoza un trabajo como profesor en Heidelberg, con la condición que respetara "la religión oficial del país" en sus conferencias. Declinó con elegancia. "Mi vida privada y solitaria", explicó, lo hacía inadecuado para dictar cátedra. No habrían más hechos importantes. El hecho más importante, la maldición a los veinte y cuatro años había agotado el drama que el destino le reservaba; pero su importancia trascendió lo suficiente en este sentido.

Spinoza era de constitución débil; "era enfermizo y flaco" según Colerus, y "había tenido problemas con la tisis durante unos veinte años". Su amigo Schuller, un doctor joven escribió a Leibnitz el 6 de febrero de 1677: "temo que el Sr. B.de S. nos abandonará pronto, la tisis (su enfermedad hereditaria) parece empeorar diariamente".

O no esperaba la muerte, o esperándola, el anticiparla no le afectaba, pues el 20 de febrero, al regresar su huésped de la iglesia, cerca de las cuatro de la tarde, Spinoza bajó la escala, como acostumbraba, y se reunió con el retratista y su esposa, en su salón. Se sentó fumando tranquilamente su pipa y en forma agradable discutió con ellos el sermón que se había predicado en la iglesia ese sábado.

Luego, sin dar indicio de su estado a Van Spyck, envió un mensaje a su amigo Lewis Meyer en Amsterdam, comunicándole que se sentía peor y que necesitaba urgente sus servicios médicos. Spinoza se retiró temprano esa noche, pero se levantó al día siguiente en la mañana y conversó alegremente con el pintor y su esposa. Finalmente cuando Lewis Meyer, llegó apresuradamente desde Amsterdam, encontró a Spinoza en condiciones desesperadas, tan debilitado parecía, que éste dispuso de inmediato una sopa de pollo.

El filósofo bebió la sopa con gusto y aún comió algo del pollo. Van Spyck y su esposa se animaron cuando vieron a su alojado tan mejorado y fueron a la iglesia de nuevo en la tarde.

Spinoza quedó solo con el médico, y ambos deben haber sabido muy bien que la muerte había llegado con su fatal llamado. ¿Qué puede haber dicho el agonizante filósofo como despedida a su discípulo? Lo que le dijo nadie lo sabe hasta hoy, pero como a las tres de la tarde del 21 de febrero de 1677 murió. Meyer era el único presente.

Fue enterrado el 25 de febrero en lo que se llama el "huirgraft" de la Nueva Iglesia. Su propiedad fue rematada y rindió cuatro cientos treinta florines y trece centavos.

Spinoza era muy frugal y sobrio, por no decir abstemio. Su conversación era " muy dulce y fácil". No amaba el dinero. Luego de la muerte de su padre, entregó a sus hermanas su parte legal de la herencia, con excepción de una cama y sus accesorios, a pesar de que ellas habían hecho todo lo posible para excluirlo como heredero.

Vivió según su pensamiento y la unidad de su vida y escritos es una de las razones para la permanencia de su influencia.

En las palabras finales de su discípulo Lucas: "lo que amamos y reverenciamos en los grandes hombres, vive aún y vivirá por todos los tiempos. La mayor parte de quienes han vivido en la obscuridad y sin gloria, permanecerán enterrados en la obscuridad y olvido. Benedict Spínoza vivirá en el recuerdo de los verdaderos sabios y en sus escritos, que el templo de la Inmortalidad".

SOBRE LA MEJORA DEL ENTENDIMIENTO

(RESUMEN por Henri Lurié)

Esta obra escrita por Spinoza en 1662 y que permaneció inconclusa, merece la atención del lector por sus inferencias biográficas, así como por el espíritu heroico que lo anima desde el principio.

H.L.

Luego que la experiencia me enseñó que todas las normales ocurrencias de la vida son fútiles, y considerando que ninguno de los objetos de mis temores tenían en sí mismos nada bueno o malo, excepto en la medida que mi mente es afectada por éstos, finalmente resolví investigar si habría un verdadero bien que con la exclusión de todo lo demás, me afectaría en forma permanente: si de hecho, podría haber algo cuyo descubrimiento y obtención me permitiera gozar e una continua, eterna y suprema felicidad.

Digo "finalmente resolví", porque a primera vista parecía necio abandonar lo seguro, por algo aún incierto. Podía ver los beneficios que se logran mediante la adquisición de fama y riquezas, y que abandonaría la búsqueda de estos objetos, si me dedicaba a la búsqueda de algo diferente y nuevo. Percibí que si la verdadera felicidad resultaba estar en lo anterior, necesariamente la perdería; mientras que si, por otra parte, no lo estaba y les dedicaba toda mi atención, fracasaría igualmente.

Por tanto debatí si no sería posible llegar a una nueva forma de vida, o por lo menos a la seguridad de su existencia, sin cambiar mi habitual forma de vida; con este fin lleva a cabo muchos esfuerzos, pero en vano. Porque las cosas que son generalmente estimadas por la gente como el sumo bien, pueden ser clasificadas bajo tres encabezamientos RIQUEZAS, FAMA y el PLACER DE LOS SENTIDOS; y uno se absorbe hasta tal punto con estos tres que tiene poca o ninguna oportunidad para pensar en otro diferente bien.

Por tanto me vi obligado a reflexionar cual sería más útil para mí: porque, como he mencionado, parecía estar perdiendo mi adhesión al bien seguro por algo incierto. Sin embargo, después de reflexionar en el tema, llegué a la conclusión de que abandonando la persecución de los objetos corrientes de ésta y dedicándome a una nueva forma de vida, dejaría un bien incierto por la razón de su propia naturaleza (pues buscaba algo permanente) por un bien no incierto por su naturaleza sino sólo por su posibilidad de logro. Mayor reflexión me convenció, de que sí podía ir hasta la raíz del asunto, dejaría positivamente un mal por un bien. Pues observé que estaba en extremo peligro y por tanto obligado a buscar a toda costa un remedio, por incierto que fuese; tal como un hombre muy enfermo, cuando ve que la muerte es segura a menos que se encuentre un remedio, está obligado a buscarlo con todas sus fuerzas, pues todas sus esperanzas están en esto.

Por otra parte, todos los objetos que la gente normalmente busca, no sólo no traen remedio con respecto a nuestra auto preservación, sino aún actúan como obstáculos, no pocas veces causando la muerte de quienes los poseen, y siempre de quienes son poseídos por éstos Nuestra felicidad o infelicidad, en verdad, es hecha dependiente totalmente de la calidad de los objetos que uno ama.

Una cosa no amada, no provocará discusiones en torno -- no se sentirá tristeza si perece -- no habrá envidia si es poseída por otro -- no habrá temor, odio, en otras palabras ninguna alteración del espíritu. Todas éstas resultan del amor de lo que es perecible, tal como los objetos ya mencionados. Pero el amor hacia la eterna e infinita realidad nutre la mente totalmente con alegría y no tiene nada de tristeza; por tanto es muy deseable y debe ser buscado con todas nuestras fuerzas. Pero no fue casual que use las palabras, "si pudiera llegar a la raíz del asunto" pues si bien lo que he expresado estaba muy claro en mi mente, no podía abandonar de inmediato todo amor de las riquezas, placeres sensuales y fama.

Una cosa era evidente: mientras mi mente estaba ocupada con estos pensamientos, se alejaba de los anteriores objetos del deseo, y consideraba seriamente la búsqueda de una nueva forma de vida. Este hecho me dió mucho ánimo, pues me di cuenta que el mal no era tal de resistir todos los remedios. Si bien estos intervalos de lucidez eran al principio raros y de poca duración, pero luego, en la medida que el bien verdadero se me hacía más y más discernible, se hicieron más frecuentes y duraderos; especialmente luego que reconocí que la adquisición de riquezas, placer sensual, o fama sólo son un obstáculo al ser considerados como fines y no como medios; si son buscados como medios, estarán contenidos y, lejos de ser obstáculos, pueden ayudar no poco nuestro empeño, como mostraré más adelante. Aquí declararé brevemente lo que considero el verdadero bien, y también cual es la naturaleza del mayor bien. Para que ésto sea correctamente comprendido, debemos considerar que los términos bien y mal son aplicados sólo relativamente, de modo que la misma cosa puede ser llamada tanto buena como mala, según en que relación, de la misma forma que puede ser calificada de perfecta o imperfecta.

Nada considerado en sí mismo puede ser llamado perfecto o imperfecto; especialmente si uno está conciente que todas las cosas que suceden, proceden conforme al orden eterno y a las leyes fijas de la naturaleza. Cuando el hombre en su debilidad no logra este orden en sus pensamientos, sin embargo concibe una naturaleza superior y más estable que la propia, y ve que no hay razón para que no puede adquirir una naturaleza semejante.

Así es llevado a buscar los medios para llegar a esta cumbre de perfección y llama todo lo que pueda servir como medios, un verdadero bien. El bien principal es que llegue, junto con otras personas, si es posible, a la posesión de la mencionada naturaleza superior. Qué es esa naturaleza, mostraremos más adelante, en otras palabras que es la conciencia de pertenecer a la totalidad de la naturaleza.

Este entonces, es el fin por el cual me esfuerzo, para adquirir yo mismo esa naturaleza superior, y luchar porque otros la logren conmigo. En otras palabras es parte de mi felicidad ayudar a otros a comprender como yo, de modo que su comprensión y deseos puedan estar sintonizados con los míos.

Con el objeto de lograr esto, es necesario comprender lo suficiente de la naturaleza que nos permita lograr la mencionada perfección, y también formar un orden social tal que sea más conducente al logro de este fin por el mayor número de gente con la menor dificultad y peligro. Deben ser estudiadas tanto la sociología como la educación; además como la salud es un medio no insignificante para lograr nuestro fin, la medicina debe ser considerada con especial escrutinio. También debido a que muchas tareas complejas se hacen más sencillas con artificios adecuados, otorgándonos mucho tiempo y comodidad, la tecnología no debe ser en modo alguno olvidada. Pero antes que nada, debe inventarse un medio de mejorar el entendimiento y clarificarlo, de forma que pueda aprehender las cosas sin error y en la mejor forma posible.

Así es aparente a todos que deseo dirigir todas las ciencias hacia un fin y objetivo, de modo que logremos la suprema perfección humana que hemos nombrado; por tanto, todo en las ciencias que no sirve para promover nuestro objetivo, deberá ser rechazado por inútil. En breve, todas nuestras acciones y pensamientos deben ser dirigidas a este fin.

Sin embargo, como es necesario continuar con nuestra vida mientras intentamos lograr nuestro objetivo y dirigir nuestro entendimiento por la senda correcta, estamos primero obligados a sentar ciertas reglas de vida como provisionalmente buenas, a saber las siguientes:

1) Hablar en forma intelegible a todos y cumplir con todas las costumbres generales que no obstaculizan el logro a nuestro fin. Pues lograremos una ventaja no pequeña al acomodarnos al entendimiento de la gente. Además en esta forma logramos una audiencia amistosa para diseminar la verdad.

2) Disfrutar del placer sólo lo suficiente y necesario para conservar la buena salud.

3) Tratar de obtener dinero y otras posesiones sólo hasta lo estrictamente necesario para conservar la vida y salud y seguir los hábitos sociales consistentes con nuestro fin.

Habiendo fijado estas reglas preliminares, nos aplicaremos a la tarea primaria y más importante, esto es la mejora de nuestro entendimiento y el ser capaces de saber cosas en la forma necesaria para lograr nuestro fin. También tendremos que indicar la forma y método por los cuales lograr el conocimiento mencionado. Pero primero debemos tener cuidado de no empeñarnos en una búsqueda que regrese hasta el infinito. De hecho, para descubrir el mejor método para encontrar la verdad no hay necesidad de aún otro método para descubrir a éste; ni de un tercer método para descubrir el segundo, y así hasta el infinito. Por estos procedimientos nunca llegaríamos al conocimiento de la verdad o hablando estrictamente, a ningún tipo de conocimiento. En cambio como sucede con la tecnología, nuestro intelecto por sí mismo crea sus propias herramientas intelectuales, donde logra la fuerza para realizar otras tareas intelectuales, y de estas tareas recibe instrumentos frescos, y así gradualmente procede hasta llegar a la cumbre de la sabiduría.

Así, si procedemos con nuestras investigaciones en el orden debido, inquiriendo primero sobre aquellas cosas sobre las cuales se debe inquirir, sin nunca saltar un eslabón en la cadena de asociación, y sabiendo como definir el problema antes de tratar de resolverlo, nunca tendremos otras ideas que las que son muy ciertas o, en otras palabras, claras y distintas; pues la duda es sólo la suspensión de un juicio relativo a una afirmación o negación, el cual sería pronunciado sin titubear si no se estuviera en la ignorancia respecto a un punto sin el cual nuestro conocimiento de la materia necesariamente será imperfecto. Podemos, por tanto, concluir que la duda siempre procede de una falta del debido orden de investigación.

A fin de no omitir nada que pueda contribuir al conocimiento de nuestro entendimiento y sus capacidades, agregaré unas pocas palabras sobre el tema de la memoria y el olvido. El punto más digno de atención es que la memoria es fortalecida tanto con como sin la ayuda del intelecto.

Mientras más intelegible es una cosa, más fácilmente se le recuerda, y mientras menos intelegible es, más fácilmente la olvidamos. Por ejemplo, una cantidad de palabras sin ilación es mucho más difícil de recordar que la misma cantidad de palabras en forma de narrativa. Pero la memoria también es fortalecida sin ayuda del intelecto, mediante el poder de la imaginación, o el sentido llamado común, es afectado por algún objeto físico particular. Digo particular, pues nuestra imaginación es sólo afectada por objetos particulares. Si leemos, por ejemplo, una sola historia de amor, la recordaremos muy bien, mientras no leamos muchas otras de la misma clase, pues reinará sola en nuestra memoria. Si, sin embargo, leemos varias otras de la misma clase, pensaremos en ellas juntas, y fácilmente confundiremos una con otra. Digo también, física, pues nuestra imaginación sólo es afectada por objetos físicos. Como, entonces, nuestra memoria es tal que puede ser fortalecida tanto sin como con la ayuda del intelecto, podemos concluir que es distinto del entendimiento y que en nuestro intelecto, como tal, no hay memoria ni olvido.

Nuevamente, dado que las palabras son parte de la imaginación -- esto es, dado que formamos muchas ideas en concordancia con confusos arreglos de palabras en la memoria, dependiendo de disposiciones corporales particulares, no hay duda que las palabras pueden, junto con la imaginación, ser la causa de muchos y grandes errores, a menos que estemos estrictamente en guardia. Más aún, las palabras se forman según la fantasía y opinión de la gente y son, por tanto signos para las cosas, según éstas existen en la imaginación y no como existen en el entendimiento. Es por esta razón que a todas estas cosas que existen sólo en el intelecto, generalmente se les da nombres negativos, como por ejemplo: incorpóreo, infinito, etc. (ver también muchos conceptos en realidad afirmativos, expresados negativamente, y viceversa, tales como: increado, independiente, infinito, inmortal etc., por cuanto sus opuestos son imaginados mucho más fácilmente y, por tanto, se les ocurrió primero a los hombres y usurparon nombres positivos.

También afirmamos y negamos muchas cosas simplemente porque la naturaleza de las palabras lo permiten, aun cuando la naturaleza de las cosas no. Mientras estemos ignorantes de este hecho, fácilmente podemos confundir la falsedad con la verdad.

Tengamos cuidado con otra gran causa de confusión la cual impide que nuestro intelecto reflexiones sobre sí mismo. A veces al no hacer distinción entre lo que imaginamos y lo que comprendemos, llegamos a creer que lo que más fácilmente imaginamos es más claro para nosotros y que por tanto lo conocemos. Así colocamos en primer lugar lo que debe estar en el último; el verdadero orden de investigación se invierte, y ya no es posible obtener una conclusión legítima.

Es bueno recordar que el objeto al cual tiende nuestro método es la adquisición de ideas claras y distintas, tales como las que produce el intelecto puro, y no por movimientos físicos fortuitos. Además, para que todas nuestras ideas converjan hacia la unidad, trataremos de asociarlas y ordenarlas, de forma que nuestra mente pueda, hasta donde sea posible, reflejar objetivamente todas las especificaciones de las cosas que se encuentran en la naturaleza, tanto como un todo o como partes. Mientras nos ocupamos de investigaciones sobre cosas actuales, debemos evitar sacar conclusiones de las abstracciones y ser extremadamente cuidadoso de no confundir los objetos de nuestros pensamientos con los objetos de la realidad. La mejor conclusión siempre será obtenida sea del ser de una cosa particular, o de una verdadera y legítima definición. No podemos proceder de las generalidades de axiomas universales a la consideración de cosas particulares, dado que los axiomas tienen una extensión infinita y no nos determinan a contemplar una cosa particular más que otra. Así, la forma más seguro de investigación científica es derivar las conclusiones de una definición dada; este proceso será el más fecundo y fácil, en proporción a que la cosa dada sea mejor definida.

El punto cardinal de esta parte de nuestro método consiste en el conocimiento de las condiciones de una buena definición, y los medios para encontrarlas. Una definición, para ser considerada perfecta, debe expresar el verdadero ser de la cosa y debe tener cuidado de no sustituir por éste cualquiera de sus propiedades. A fin de evitar este error, al hacer una definición deben observarse las siguientes reglas:

SI TRATAMOS CON UN OBJETO CREADO

1) La definición debe incluir su causa próxima. Por ejemplo, un círculo debería, según esta regla, ser definida como sigue: la figura descrita en un plano por cualquier segmento de línea, del cual un extremo está fijo y el otro libre. Esta definición claramente incluye la causa próxima.

2) El concepto o definición de la cosa debe ser tal que todas sus propiedades se deriven de ésta, sin necesidad de recurrir a otros conceptos; como puede observarse en la recién dada definición de un círculo.

SI TRATAMOS DE UN OBJETO INCREADO:

1) La exclusión de toda idea de causa -- esto es, el objeto no debe necesitar de explicación por nada externo a él.

2) Una vez dada la definición, no debe haber duda sobre la pregunta: ¿existe?

3) Con respecto a nuestra mente, la definición no debe contener ningún sustantivo que pueda ponerse en forma de adjetivo; en otras palabras, el objeto definido no debe ser explicado por abstracciones.

4) Finalmente, enumeraré las propiedades del intelecto que he especialmente subrayado y que comprendo claramente:

I. Nuestro entendimiento involucra la certeza -- en otras palabras, sabemos que las cosas son específicamente tales como contenidas en nuestro intelecto.

II. Nuestro entendimiento percibe cosas, al formar algunas ideas en forma absoluta y algunas ideas mediante derivación de otras. Así forma las ideas de cantidad en forma absoluta, pero no podría formar una idea de movimiento sin referencia a la idea de cantidad.

III. Aquellas ideas que el entendimiento forma absolutamente expresan infinidad; las ideas particulares (relativas) derivan de otras ideas.

IV. Nuestro entendimiento forma ideas positivas antes de formar ideas negativas.

V. Nuestro entendimiento percibe las cosas no tanto desde el punto de vista de la duración, como desde un cierto punto de vista de la eternidad e infinitud. Pues al percibir las cosas deja de lado su número y duración; donde al imaginar cosas las percibe en determinado número, duración y cantidad.

VI. Las ideas que formamos como claras y distintas, parecen ser así de la sola necesidad de nuestra naturaleza, que parecen depender de nuestro solo poder. Con las ideas confusas lo opuesto es verdadero; a menudo se forman contra nuestra voluntad.

VII. Podemos determinar de muchas maneras las ideas de cosas que derivamos de otras ideas; así podemos definir el plano de una elipse en formas diferentes.

VIII. Mientras más las ideas expresen la perfección de cualquier objeto, más perfectas son las ideas mismas; no admiramos al arquitecto que ha planeado una cabina, tanto como al que ha planeado un espléndido templo o palacio.

CONSEJOS AL LECTOR

Si leen la Etica por primera vez, leala una vez, completa, en forma superficial, saltando las pruebas y demostraciones pero tomando abundantes notas de lectura. Entonces regresé a todos los lugares que motivaron las notas y siga completamente sus preferencias personales con respecto a la secuencia de los siguientes estudios. Probablemente sienta, como yo, que no importa donde uno abrá este libro, siempre se encuentra en la médula del asunto.

Para lecturas de grupo en la etapa inicial, recomiendo I./Apéndice, II./49.sc., III/prefacio y apéndice, y V. / Prefacio.

En la etapa más avanzada, se puede empezar con las definiciones y axiomas de la parte uno y proceder, sea a la parte dos si el grupo da importancia a la sicología, o directamente, a la parte tres si el interés principal del grupo está en el estudio de la afectividad humana.

Si es un experto en Spinoza, podría encontrar mi presentación útil en muchos aspectos para cubrir la brecha entre la terminología escolástica original y el verdadero sentido de las definiciones del autor.

Pueda que piensen que he ido demasiado lejos en mi falta de miramientos de lo que se cree la más elemental obligación de un traductor fiable, en otras palabras mantener lo más estrechamente posible las palabras originales. Debe confesar que en mi larga carrera he ignorado toda reverencia por la traducción tradicional, dado que se me enseñó a muy temprana edad que nada hecho por el hombre es sagrado. Pero siempre he tratado de ser fiel al presentar tan clara y distintamente como es posible estas grandes y eternamente verdaderas ideas, que han sido formuladas por los sabios, los espiritas, de todos los tiempos y en especial, por Benedicto Spinoza en esta inmortal Etica.

L A E T I C A

BENEDICTO SPINOZA

1632 - 1677

Voorburg, Holanda

 

PRIMERA PARTE DE DIOS

DEFINICIONES

d. 1 CAUSADO DE SI: AQUELLO QUE POR SU SER IMPLICA EXISTENCIA, O AQUELLO CUYA NATURALEZA, LO HACE PENSABLE SOLO COMO EXISTENTE.

d. 2 FINITO EN SU GENERO: LO QUE PUEDE SER LIMITADO POR OTRO DE SU MISMA NATURALEZA; por ejemplo, un cuerpo es finito pues siempre podemos pensar en uno mayor. Así un pensamiento puede ser limitado por otro pensamiento, pero un cuerpo no puede ser limitado por un pensamiento, ni un pensamiento por un cuerpo.

d. 3 SUSTANCIA: AQUELLO QUE ES EN SI Y EVIDENTE POR SI MISMO; en otras palabras: AQUELLO CUYO CONCEPTO NO REQUIERE SER DERIVADO DE OTRO CONCEPTO.

d. 4 ATRIBUTO: AQUELLO QUE EL INTELECTO PERCIBE COMO PARTE DEL SER DE LAS SUSTANCIAS.

d. 5 MODO: ESTADOS DE LA SUSTANCIA, O AQUELLO QUE EXISTE EN OTRA COSA Y ES EXPLICADO MEDIANTE ESTA.

d.6 DIOS: SER ABSOLUTAMENTE INFINITO; en otras palabras: SUSTANCIA CONSISTENTE EN INFINITOS ATRIBUTOS, CADA UNO DE LOS CUALES EXPRESA UN SER ETERNO E INFINITO. Explicación: digo absolutamente infinito, no infinito en su género; pues de aquello solamente infinito en su género, se puede negar una infinidad de atributos; pero aquello que es absolutamente infinito, contiene en su ser todo lo que expresa ser y no contiene negación alguna.

d. 7 LIBRE: ES AQUELLO QUE EXISTE SOLAMENTE POR LA NECESIDAD DE SU NATURALEZA Y ACTUA SOLAMENTE POR SU PROPIA DETERMINACION. NECESARIA O FORZADA ES AQUELLA COSA CUYA EXISTENCIA ES DETERMINADA POR OTRA Y OPERA EN FORMA FIJA Y PRESCRITA.

d.8 ETERNIDAD ES LA EXISTENCIA MISMA, EN CUANTO CONCEBIDA COMO CONSECUENCIA NECESARIA DE LA REALIDAD ETERNA. Explicación: la existencia de esta clase es concebida como una verdad eterna, como el propio ser y, por tanto, no puede ser explicada mediante duración y tiempo, si bien la duración puede considerarse como sin fin ni principio.

A X I O M A S

a. 1 TODO LO QUE ES, BIEN ES EN SI O EN OTRA COSA.

a. 2 AQUELLO QUE NO PUEDE SER EXPLICADO MEDIANTE OTRA COSA DEBE SER EVIDENTE DE POR SI.

a. 3 DE UNA CAUSA DETERMINADA SIGUE NECESARIAMENTE UN EFECTO Y, POR EL CONTRARIO, SIN UNA CAUSA DETERMINADA NO ES POSIBLE UN EFECTO.

a. 4 EL CONOCIMIENTO DE UN EFECTO DEPENDE DE E IMPLICA EL CONOCIMIENTO DE SU CAUSA.

a. 5 LAS COSAS QUE NO TIENEN NADA EN COMUN NO SON COMPRENSIBLES MEDIANTE UNA DE LAS OTRAS i.e. EL CONCEPTO DE UNA NO IMPLICA EL CONCEPTO DE LA OTRA.

a. 6 UNA IDEA VERDADERA DEBE ESTAR DE ACUERDO CON SU OBJETO (IDEATUM).

a. 7 SI UNA COSA PUEDE SER PENSADA COMO INEXISTENTE, ENTONCES SU SER NO IMPLICA EXISTENCIA.

P R O P O S I C I O N E S

p. 1 LA SUSTANCIA ES POR NATURALEZA ANTERIOR A SUS ESTADOS. Dem.: Evidente de d.3 y d.5.

p. 2 DOS SUSTANCIAS CON DIFERENTES ATRIBUTOS NO TIENEN NADA EN COMUN. Dem. : También evidente de d.3 pues cada una debe existir de sí misma y ser evidente por sí; i.e. el concepto de una no implica el concepto de la otra.

p. 3 LAS COSAS QUE NO TIENEN NADA EN COMUN NO PUEDEN SER UNA LA CAUSA DE OTRA DE ELLAS. Dem.: Si no tienen nada en común, sigue que una no puede ser evidente por la otra (a.5) y, por tanto, una no puede ser la causa de la otra (a.4); qed.

p. 4 DOS O MAS COSAS DISTINTAS SE DISTINGUEN ENTRE SI O POR SUS DIFERENTES ATRIBUTOS O POR LA DIFERENCIA DE LOS ESTADOS DE LAS SUSTANCIAS. Dem. : Todo lo que es, o es en sí o en otro (a.1) i.e. (d. 3 & d. 5) el intelecto sólo comprende las sustancias y sus estados. Por tanto nada existe en el intelecto que permita distinguir las cosas entre sí, excepto las sustancias, i.e. (d.4) sus atributos y estados; qed.

p. 5 EN LA REALIDAD NO PUEDEN EXISTIR DOS O MAS SUSTANCIAS DE LA MISMA NATURALEZA O CON LOS MISMOS ATRIBUTOS. Dem. Para que hubiesen dos o más sustancias diferentes éstas deberían distinguirse o, por sus diferentes atributos o, por sus diferentes estados (p.4). Si sólo por la diferencia de sus atributos, está demostrado que no puede haber más de una con los mismos atributos. Si por diferencia de sus estados -- como la sustancia es previa a sus estados (p.1)-- sigue, que dejando aparte sus estados y considerando la sustancia en sí, (d. 3 y a. 6) en verdad no se puede distinguir una sustancia de otra, por tanto no pueden haber varias sustancias, sino una sola; qed.

p. 6 UNA SUSTANCIA NO PUEDE SER EL PRODUCTO DE OTRA SUSTANCIA. Dem.: Es imposible que en la realidad hayan dos sustancias de los mismos atributos i.e. que tengan algo en común (p.2) y por tanto (p. 3) una no puese ser causa de la otra; ni puede una ser producida por la otra; qed. Por tanto sigue que: cor. UNA SUSTANCIA NO PUEDE SER PRODUCTO DE OTRA COSA. En la realidad no encontramos sino sustancias y sus estados (a.1 + d.3 y d.5). La sustancia no puede ser producto de otra sustancia (p.6). Por tanto no puede ser producto de otra cosa.qed.

Este corolario es demostrado más fácilmente por reductio ad absurdum. Porque si la sustancia fuera producida por otra cosa, su conocimiento dependería del conocimiento de su causa (a.4.) y (d.3) y no sería sustancia.

p. 7 EXISTIR ESTA EN LA NATURALEZA DE LA SUSTANCIA. Dem.: La sustancia no puede ser producida por otra cosa (cor./p6) por tanto debe ser su propia causa i.e.(d.1) su ser necesariamente implica existencia, o la existencia es parte de su naturaleza; qed.

p. 8 LA SUSTANCIA ES NECESARIAMENTE INFINITA. Dem.: De los mismos atributos sólo puede haber una sustancia (p.5) y la existencia pertenece a su naturaleza (p.7); por tanto su naturaleza implica existencia, sea finita o infinita. No puede existir como finita, pues (d.2) estaría limitada por otra cosa de la misma especie, que también debería necesariamente existir (p.7) y habría dos sustancias con los mismos atributos. Lo cual (p.5) es absurdo. Por tanto existe como infinita.qed. sc. 1. Como la existencia finita implica una negación parcial y como existencia infinita es la afirmación absoluta de cualquier naturaleza, se desprende de la sola p.7 que la sustancia como tal es necesariamente infinita.

sc. 2 Sin duda que quienes juzgan sobre las cosas en forma confusa y no están acostumbrados a conocerlas por sus causas primeras, les será difícil comprender la demostración de p.7.

Pues tales personas no hacen distinciones entre los estados y las sustancias mismas y son ignorantes respecto a la forma en que se producen las cosas. Por tanto inventan un principio para la sustancia, en la misma forma que lo observan en los objetos de la naturaleza. En verdad quienes ignoran las causas primeras, confunden todo: se imaginan que los árboles pueden hablar como los hombres, que estos pueden nacer de las piedras así como del semen, y en general, que las especies se pueden trocar en otras. En igual forma confunden la naturaleza divina con la humana, fácilmente atribuyendo estados humanos a Dios, especialmente al no saber como los estados afectivos se originan en la mente.

Pero si consideraran la verdadera naturaleza de la sustancia, no tendrían dudas sobre p.7. De hecho esta proposición sería aceptada universalmente como un axioma y aceptada como una un concepto común, pues, por sustancia se entendería aquello que es causa de sí y evidente por sí, i.e. una cosa cuyo concepto no requiere de otro concepto para derivarse de él; donde las modificaciones (estados) existen en algo distinto y su concepto se forma mediante el concepto de las cosas en que existen. Por tanto podemos tener ideas verdaderas de modificaciones no existentes; pues si bien pueden no tener verdadera existencia, tal como concebidas, sin embargo su ser deriva de otra cosa y es concebible mediante ésta. Pero la verdad de la sustancia, tal como se la concibe, está en sí misma al ser evidente por sí. Por tanto si alguien dice que tiene una idea, una idea clara y distinta de la sustancia que es verdadera, pero que no está seguro que dicha sustancia exista, sería lo mismo que si hubiese dicho que si bien tenía una idea verdadera, no estaba seguro si no era falsa. (esto se aclara con un poco de atención); o si afirmara que la sustancia es creada, lo que sería igual a decir que una ideas falsa se ha convertido en verdadera, en resumen: ¡Lo máximo del absurdo!

Por tanto, se debe reconocer que la existencia de la sustancia, como su ser, es una verdad eterna. Podemos concluir por otra forma de razonamiento que hay sólo una sustancia semejante. Creo que esto se puede demostrar de inmediato y, a fin de proceder correctamente con la demostración, debe dejarse establecido: 1) Una verdadera definición, ni implica ni expresa nada más allá de la naturaleza de lo definido. De ello se desprende: 2) Ninguna definición implica o expresa una cantidad limitada de individuos, por cuanto, no expresa nada más allá de la naturaleza de lo definido. Por ejemplo, la definición de un triángulo no expresa nada más allá de la naturaleza propia de un triángulo y no implica un número determinado de triángulos. 3) Para cada cosa existente debe haber necesariamente una causa para que exista. 4) Esta causa de existencia debe estar contenida o en la naturaleza y definición de la cosa definida ( si su ser implica existencia), o se debe buscar en otra parte.

Se desprende que si un cierto número de individuos existe en la naturaleza, debe haber alguna causa para la existencia de ése número exacto, ni más ni menos. Por ejemplo, si en el mundo existen veinte hombres (para simplificar supondré que existen simultáneamente y que no tienen predecesores) y debemos justificar su existencia, no será suficiente mostrar la causa de la existencia humana en general; debemos también mostrar por qué hay exactamente veinte hombres, ni más ni menos; dado que debe haber una causa para la existencia de cada individuo (3); esta causa no puede estar contenida en la naturaleza propia del hombre (2 y 3) y la verdadera definición del hombre no implica ninguna consideración sobre el número "20". Por tanto la causa para la existencia de estos veinte hombres y (según 4) de cada uno de ellos, debe buscarse en otra parte. Luego podemos establecer la regla absoluta que todo lo que puede consistir en varios individuos debe tener una causa externa para su existencia. Como se ha demostrado que existir es parte de la naturaleza de la sustancia, la existencia debe ser incluída en su definición, y, de su sola definición debe concluirse su existencia. Pero de su definición (como probado en p.2 y p.3) no podemos inferir la existencia de varias sustancias, por tanto se desprende que hay una sola sustancia de la misma naturaleza.

p.9 MIENTRAS MAS REALIDAD O SER POSEE UNA COSA, MAYOR SERA EL NUMERO DE SUS ATRIBUTOS. Dem.: obviamente por d.4 p.10 CADA ATRIBUTO DE LA SUSTANCIA DEBE SER EVIDENTE POR SI MISMO. (i.e. evidente por y mediante sí). Dem.: Un atributo es lo que el intelecto percibe de la sustancia como parte de su propio ser (d.4) y por tanto (d.3) debe ser evidente por sí; qed.

sc. Es así evidente que, si bien dos atributos son, de hecho concebidos como distintos -- i.e. uno sin auxilio del otro -- sin embargo de esto no podemos concluir que constituyen dos entidades o dos sustancias diferentes. Pues la naturaleza de la sustancia es que cada uno de sus atributos es evidente por sí , y cada uno de sus atributos han siempre existido en ella simultáneamente, y ninguno de ellos puede haber sido producido por alguno de ellos; pero cada uno de ellos expresa la realidad o ser de la sustancia. Por tanto no es absurdo en absoluto el relacionar varios atributos con una misma sustancia; nada está más claro de que cada ser debe ser concebido bajo algunos atributos, y, que su realidad o ser, está en proporción al número de atributos expresando su necesidad o eternidad, y su infinidad. Por tanto no puede haber nada más claro que el Ser absolutamente infinito debe ser necesariamente definido como consistiendo de infinitos atributos (d.6), cada uno de los cuales expresa su ser eterno e infinito. Ahora si alguien pregunta por qué signo podrá él distinguir entre diferentes sustancias, que lea las siguientes proposiciones que muestran que en la realidad no hay sino una sola sustancia y que ésta es absolutamente infinita; por tanto es vano buscar un tal signo.

p.11 DIOS, O LA SUSTANCIA CONSISTENTE EN INFINITOS ATRIBUTOS, CADA UNO DE LOS CUALES EXPRESA SU SER INFINITO Y ETERNO, EXISTE NECESARIAMENTE. Dem.: si esto es negado, conciba si es posible, que Dios no existe; entonces (a.7) su ser no implica existencia. Pero esto (p.7) es absurdo. Por tanto Dios existe necesariamente. Otra dem.: De cualquier cosa que sea debe darse una causa o razón, sea de su existencia o no existencia; e.g. si existe un triángulo, debe concederse una causa o razón para su existencia; si por contrario, no existe, también debe concederse una causa o razón que impide su existencia, o que suprime su existencia. Esta razón o causa debe o estar contenida en la naturaleza de la cosa en cuestión, o ser externa a ésta. Por ejemplo, la razón para la no existencia de un círculo cuadrado está indicada por su propia naturaleza, en otras palabras porque implica una contradicción. Por otra parte, la existencia de la sustancia también se deriva de su propia naturaleza, dado que ésta implica la existencia (p.7). Pero la razón para la existencia (o no existencia) de un triángulo o un círculo, no se deduce de la naturaleza de estas figuras, sino del orden universal del mundo físico. De esta debe deducirse que ya existe un triángulo particular, o la imposibilidad de que exista actualmente. Esto es evidente de por sí. Se desprende de ello que si no hay causa ni razón para impedir la existencia de una cosa ésta debe necesariamente existir. Así, si no puede predicarse una causa o razón que impida la existencia de Dios, o que niegue su existencia, debemos, sin duda, concluir que necesariamente existe. Si una semejante causa o razón pudiera darse, ésta debe desprenderse de la propia naturaleza de Dios, o ser externa a él -- i.e. deducida de otra sustancia, de otra naturaleza. Porque, si fuera de la misma naturaleza, por ese mismo hecho se admitiría la existencia de Dios. Pero una sustancia de otra naturaleza no tendría nada en común con Dios (p.2) y por tanto no podría ni causar ni negar su existencia. Dado que una razón o causa que pudiera abolir la existencia divina no puede ser deducida de nada externo a esta naturaleza divina, esta causa debe por necesidad -- si Dios no existiera --deducirse de la naturaleza de Dios, lo que implica una contradicción. Pero hacer semejante afirmación sobre el Ser absolutamente infinito y supremamente perfecto, es absurdo; por tanto ni en la naturaleza de Dios, ni externamente, puede postularse una causa o razón que pueda abolir su existencia. Por tanto, Dios necesariamente existe; qed.

Otra dem.: La imposibilidad de existir es impotencia y, vice versa, la capacidad de existir es obviamente un poder. Ocurre entonces, que si actual y necesariamente existen sólo entes finitos, estos entes finitos serían más poderosos que el Ser absolutamente infinito, y esto es obviamente absurdo; por tanto o nada existe, o bien el Ser absolutamente infinito también existe necesariamente. Ahora bien, nosotros existimos, o por nosotros mismos, o en otro, que necesariamente existe (a,1 y p.7). Por tanto el Ser absolutamente infinito, Dios, (d.6) existe necesariamente; qed.

sc. En esta última prueba he intencionalmente, demostrado la existencia de Dios a posteriori, de modo que fuera más fácil comprender la prueba, y no porque la existencia de Dios no puediera, de las mismas premisas, ser deducida a priori. Dado que la capacidad de existir es poder, se deduce que en la proporción que la naturaleza de una cosa posee más realidad, también poseerá más poder para su existencia. Por tanto, el ser absolutamente infinito, Dios, tiene de sí un poder de existencia absolutamente infinito, por tanto existe absolutamente. Habrá muchos, supongo, que no comprenderán la fuerza de esta prueba, dado que están acostumbrados a considerar sólo aquellas cosas que fluyen de causas externas. Estos pueden percibir que lo que se forma rápidamente -- esto es, viene a existir rápidamente -- también desaparece rápidamente; por tanto consideran más difícil de lograr-- esto es, no tan fáciles de hacer existir -- las cosas que consideran más complicadas. Para refutar este error, no necesito mostrar en que sentido es verdadero el dicho "lo que viene fácil se va fácil", ni inquerir si en la naturaleza tomada como un todo, todas las cosas son o no igualmente fáciles. Sólo necesito hacer notar que no estoy refiriéndome a cosas que provienen de causas externas, sino sólo de sustancias que (p.6) no pueden ser producto de ninguna causa externa. Pues cualquier perfección o realidad puedan tener las cosas producto de causas externas, sea que consistan en muchas o pocas partes, las deben a la virtud de una causa externa, y por tanto su existencia proviene solamente de la perfección de su causa externa y no de sí mismas. Por otra parte, toda perfección de la sustancia no se debe a causa externa; por tanto la existencia de la sustancia debe surgir de su propia naturaleza, que no es otra cosa que su ser. Así la perfección de una cosa no causa la abolición de su existencia, sino por el contrario la confirma. La imperfección sí la hace abolir; por tanto no podemos estar más seguros de la existancia de algo que de la existencia del Ser absolutamente perfecto e infinito -- esto es de Dios. Dado que su Ser excluye toda imperfección e implica absoluta perfección, toda causa de duda respecto a su existencia desaparece y la más absoluta seguridad nos invade. Esto, me parece, será absolutamente evidente a todo lector atento.

p.12 NO PUEDE CONCENBIRSE UN ATRIBUTO DE LA SUSTANCIA DEL CUAL PUDIERA DEDUCIRSE QUE LA SUSTANCIA ES DIVISIBLE.

Dem. Las partes en que la sustancia así concebida, bien retendrían la naturaleza de la sustancia, o no lo harían. Si lo hacen, entonces (p.8) cada parte será necesariamente infinita y (p.6) causada por sí y (p.5) forzosamente consistirá de un atributo diferente y así, se podrían formar de una sustancia varias, lo cual (p.6) es absurdo. Por otra parte, las partes (p.2.) no tendrían nada en común con el todo, y éste (d.4 y p.10) podría tanto existir y ser concebido sin sus partes, lo cual todos admitirán que es absurdo. Pero si se admite el segundo caso, que las partes no retendrán la naturaleza de la sustancia, entonces, dado que toda la sustancia puede ser dividida en partes iguales, perdería la naturaleza de sustancia y cesaría de existir, lo cual (p.7) es absurdo.

p.13 LA SUSTANCIA ABSOLUTAMENTE INFINITA ES INDIVISIBLE. Dem.: Si pudiera dividirse, las partes en que se divida, bien retendrían la naturaleza de sustancia absolutamente infinita, o no lo harían. En el primer caso, tendríamos varias sustancias de la misma naturaleza, lo cual (p.5) es absurdo. Si lo segundo, entonces (p.7) la sustancia absolutamente infinita podría dejar de existir, lo cual (p.11) es también absurdo. Se deduce que:

cor. NINGUNA SUSTANCIA Y POR TANTO NINGUNA SUSTANCIA CORPORAL COMO TAL ES DIVISIBLE.

SC. Esta indivisibilidad se comprende más fácilmente si recordamos que la naturaleza de la sustancia sólo es concebible como infinita; mientras que, por parte de una sustancia sólo se puede concebir una sustancia finita lo cual (p.8) involucra una contradicción manifiesta.

p.14 NO ES CONCEBIBLE NI PENSABLE OTRA SUSTANCIA QUE DIOS.

Dem: Como Dios es el Ser absolutamente infinito, del cual no puede negarse ningún atributo que exprese el ser de la sustancia (d.6) y como existe necesariamente (p.11): si se concede una sustancia otra que Dios, tendría que ser explicada por algún atributo de Dios, y así existirían dos sustancias con el mismo atributo lo cual (p.5) es absurdo.

Por tanto, no puede concebirse ni pensarse otra sustancia fuera de Dios; qed. Claramente, por tanto:

cor. 1 DIOS ES UNO. Esto es (d.6) entre las cosas sólo hay una sustancia absolutamente infinita, como ya hemos demostrado, se desprende en segundo lugar.

cor. 2 LA REALIDAD EXTENSA Y LA REALIDAD PENSANTE SON O ATRIBUTOS DE DIOS O (a.1.) O ESTADOS DE LOS ATRIBUTOS DE DIOS.

p. 15 TODO LO QUE ES, ES EN DIOS, Y NADA ES POSIBLE O CONCEBIBLE SIN DIOS. Dem: No hay otra sustancia concebible fuera de Dios (p.14), esto es (d.3) nada que sea en sí mismo y evidente por sí mismo. Pero los modos (d.5) no pueden ser ni pueden ser concebidos sin sustancia; así, sólo pueden ser en la naturaleza divina. Como no hay nada fuera de la sustancia y sus modos (a.1) nada es ni posible ni pensable sin Dios; qed.

sc. Hay quienes piensan en un Dios, como un hombre, consistente en cuerpo y mente y suceptible a las pasiones. Es bastante evidente cuanto se han alejado de la verdad por lo que ya hemos demostrado. Pero dejaremos éstos a un lado. En verdad todos los que prestan atención a la naturaleza divina, niegan que Dios tenga un cuerpo. De esto consideran una excelente prueba en que definimos como cuerpo una cantidad definida, así de larga, de ancho y de profundidad, limitada por una cierta forma, y es el colmo del absurdo predicar algo semejante de Dios, el Ser absolutamente infinito. Pero simultáneamente, con otros argumentos con los cuales pretender demostrar su tesis, demuestran claramente que piensan que la sustancia corporal o extensa es totalmente distinta de la naturaleza divina, afirmando que ésta fue creada por Dios. Pero en virtud de que poder divino pudo haberse producido esta creación, es algo que desconocen; así está claro que no conocen el significado de sus propias palabras. En cuanto a mí, he probado en forma suficientemente clara, al menos según mi juicio, (cor./p6 y sc./p.8) que ninguna sustancia puede ser producida o creada por otra cosa que sí misma. Además he demostrado (14) que fuera de Dios no es posible concebir otra sustancia. De aquí sacamos la conclusión que la sustancia extensa es uno de los infinitos atributos de Dios. Sin embargo, a fin de explicar más completamente, refutaré los argumentos de mis adversarios, que pueden resumirse así:

Primero, creen que la sustancia extensa, como tal, consiste en partes; por tanto niegan que pueda ser infinita, y consecuentemente que pueda pertenecer a Dios. Esto lo ilustran con muchos ejemplos, de los que tomaré uno o dos. Dicen: si la sustancia extensa es infinita, dividamósla en dos partes: cada parte será entonces finita o infinita. Si lo primero, la sustancia infinita se compondrá de dos partes finitas, lo que es absurdo. Si lo segundo, entonces un infinito será el doble de otro infinito, lo que también es absurdo. Más aún, si una cantidad infinita es medida en pies, consistirá en infinitas unidades de esta medida; sería igual si la medida fuera de sólo una pulgada; por tanto un infinito sería 12 veces más grande que el otro (1 pié = 12 pulgadas). Finalmente, si desde un punto, situado en una cantidad infinita se trazan dos líneas divergentes AB y AC: al prolongarse al infinito, la distancia entre B Y C aumentará continuamente y de determinada pasará a indeterminada. Dado que todos estos absurdos resultan, como ellos piensan, de suponer una cantidad infinita, concluyen que la sustancia extensa debe ser finita y por tanto no puede pertenecer al Ser de Dios.

El segundo argumento también está sacado de la suprema perfección de Dios. Dicen que Dios en tanto que es un ser supremamente perfecto no puede padecer; pero la sustancia extensa, en tanto que divisible, padece y, por tanto, no puede participar del ser de Dios. Estos son los argumentos que esgrimen sobre el tema los autores que, mediante estos, tratan de probar que la sustancia extensa no es digna de la naturaleza divina y no puede pertenecer a ésta. Creo que un lector atento se dará cuenta que ya he refutado sus argumentos; pues todos ellos dependen de la hipótesis que la sustancia extensa se compone de partes, y, he demostrado que (p. 12 y cor./p.13) semejante hipótesis es absurda. Más aún, cualquiera que piense se dará cuenta que éstos, todos estos absurdos con los cuales mis adversarios tratan de concluir la finitud de la sustancia extensa, no surgen tanto del concepto de una cantidad infinita, sino más bien de asumir que una cantidad infinita puede ser mesurable y compuesta de partes finitas; la única conclusión justa que puede lograrse es que una cantidad infinita no es mesurable y no puede estar compuesta de partes finitas; esto es precisamente lo que hemos probado (p.12). De este modo su arma se vuelve contra ellos mismos.

Si persisten serán como si alguien afirmara que los círculos tienen las propiedades de los cuadrados y, al darse cuenta que está inmerso en absurdos, procediera a negar que los círculos tienen un centro desde el cual todas las líneas trazadas hacia la circunferencia son iguales. Ellos consideran la sustancia extensa -- que sólo puede concebirse como infinita, única, e indivisible (p.8, p.5 y p.12) -- a fin de probar su finitud, como compuesta de infinitas partes y que puede ser multiplicada y dividida. En la misma forma, otros, luego de afirmar que una línea se compone de puntos, pueden producir muchos argumentos para demostrar que una línea no puede dividirse ad infinitum. De hecho no es menos absurdo afirmar que la sustancia extensa está compuesta de cuerpos o partes, que sería afirmar que un sólido está compuesto de superficies, una superficie de líneas y una línea de puntos. Todos los que saben que la razón clara es infalible, y en especial quienes niegan la posiblidad del vacío, estarán de acuerdo con nosotros. Porque si la sustancia extensa pudiera ser dividida en forma que sus partes estuviesen en verdad separadas, ¿qué motivo habría para que una parte no pudiera ser destruída, el resto permaneciendo unido como antes? ¿por qué debe todo estar unido sin dejar espacio vacío? Seguramente si las cosas fueran en verdad distintas unas de otras, una de ellas podría existir sin las otras y permanecer como antes. Pero, como no hay vacío en la naturaleza (como se demostrará más adelante) todas las partes están obligadas a unirse para evitar el vacío y, por ende no se distinguen realmente, y por tanto la sustancia extensa, como tal, no puede ser divisible.

Ahora, uno puede preguntarse: ¿por qué naturalmente nos inclinamos a dividir la cantidad? Contesto que la cantidad es considerada por nosotros de dos maneras: superficialmente, como la imaginamos, o como sustancia según aparece al entendimiento solamente. De este modo si consideramos la cantidad según aparece a nuestra imaginación -- lo que hacemos más fácilmente y más a menudo -- la encontramos finita, divisible y compuesta de partes; pero si la consideramos con el entendimiento y la concebimos como sustancia -- lo que es muy difícil de hacer -- entonces la encontraremos (como he probado suficientemente) que es infinita, única e indivisible. Esto será evidente a quienes distinguen entre el entendimiento y la imaginación, especialmente si se recuerda que la materia es en todas partes igual y que sus partes no se distinguen, excepto cuando pensamos la materia como modificada en forma diversa: donde, sus partes no son en verdad distintas, sino sólo modalmente. Por ejemplo, el agua, en cuanto a agua la concebimos dividida y sus partes como separadas entre sí; pero no en cuanto a sustancia corporal; desde este punto de vista no es separable ni divisible. Además, el agua como tal es producida y corrompida, pero como sustancia no es producida ni corrompida.

Creo, ahora, haber respondido al segundo argumento; de hecho, está basado en la misma suposición que el primero -- en otras palabras que la materia, en cuanto es sustancia, pueda ser divisible y compuesta de partes. Pero, aún cuando fuera así. No veo la razón para estimarla indigna de la naturaleza divina, dado que fuera de Dios no hay ninguna otra sustancia concebible que pudiera ser para él fuente de sufrimiento. Todas las cosas, repito, están en Dios, y todas las cosas que llegan a ser, lo hacen mediante las leyes de la infinita naturaleza de Dios y ( como demostraré pronto) resultan de la necesidad de su ser. Por tanto no puede decirse en forma alguna que Dios padece de alguna manera, o que la materia extensa es indigna de la naturaleza divina, aún si se supone divisible, siempre que se le acepte como infinita y eterna. Pero por ahora suficiente de esto.

p. 16 DE LA NECESIDAD DE LA NATURALEZA DIVINA DEBEN RESULTAR UNA INFINIDAD DE COSAS EN FORMA INFINITA (EN POCAS PALABRAS: TODO LO QUE ES CONCEBIBLE POR UN ENTENDIMIENTO INFINITO). Dem: Esto debe ser evidente para quien recuerde que de la definición de cualquier cosa el entendimiento infiere varias propiedades que necesariamente se desprenden de ésta (i.e. del propio ser de la cosa definida); inferimos más propiedades en la medida que la definición exprese más realidad i.e. en la proporción que el mismo ser de la cosa definida comprenda más realidad. Ahora, como la naturaleza divina tiene, absolutamente, una infinidad de atributos (d.6) cada uno de los cuales expresa, en su propia forma, el Ser infinito, se deduce que de la necesidad etc.; qed. Por tanto sigue;

cor. 1 DIOS ES LA CAUSA EFICIENTE DE TODAS LAS COSAS CONCEBIBLES PARA UN ENTENDIMIENTO INFINITO.

cor. 2 DIOS ES CAUSA PER SE (POR SI MISMO) Y NO PER ACCIDENS (CASUALMENTE).

cor. 3 DIOS ES ABSOLUTAMENTE LA CAUSA PRIMERA.

p. 17 DIOS ACTUA SOLAMENTE SEGUN LAS LEYES DE SU PROPIA NATURALEZA Y NO ES FORZADO POR NADIE. Dem.: Hemos recién demostrado (p.16) que por la sola necesidad de la naturaleza divina, i.e. de las leyes de la propia naturaleza de Dios, resultan absolutamente una infinidad de cosas de infinitas maneras; y probamos (p.15) que sin Dios una cosa no es ni posible ni concebible, y, que todas las cosas están en Dios.

Nada por tanto existe, fuera de Dios, que pueda condicionarlo u obligarlo a actuar; qed. De esto sigue:

cor. 1 NO PUEDE HABER CAUSA -- EXTRINSICA O INTRINSICA -- QUE MUEVA A DIOS A ACTUAR, FUERA DE LA PERFECCION DE SU PROPIA NATURALEZA.

cor. DIOS ES LA UNICA CAUSA LIBRE. Dem.: De hecho, solamente Dios existe por la única necesidad de su naturaleza (p.11 y cor./p.14) y actúa por la sola necesidad de su naturaleza (p.17), por tanto (d.7) Dios es la única causa libre; qed.

sc. Algunos creen que Dios es una causa libre pues, en su opinión, Él puede hacer que esas cosas que suceden por su naturaleza i.e., que están en su poder, no sucedan, o que no sean producidad por Él. Pero esto es igual que si pretendieran que Dios puede hacer que no sea producto de la naturaleza de un triángulo plano el que la suma de sus tres ángulos internos sea igual a dos ángulos rectos; o que de una causa dada no siga un efecto, lo que es absurdo.

Más aún, demostraré más adelante, sin apoyarme en p.17 que ni el entendimiento ni la voluntad pertenecen a la naturaleza divina. Es sabido que muchos creen que pueden demostrar, que el intelecto supremo y el libre albedrío pertenecen a su naturaleza; pues dicen, no conocen nada más perfecto, que se pueda atribuir a Dios, que aquello que en nosotros es la mayor perfección. Además, si bien conciben a Dios como supremamente inteligente, sin embargo no creen que Él pueda traer a la existencia todo lo que conoce en forma actual, pues creen que esto sería destruir el poder de Dios.

Si Dios hubiese creado todo lo que está en su entendimiento, dicen, Él no podría crear nada más. Pretenden que ésto es contrario a la omnipotencia divina. Por tanto prefieren afirmar que Dios es indiferente a todas las cosas y que sólo crea determinadas cosas que él ha decidido mediante el ejercicio absoluto de su voluntad.

Sin embargo, pienso que he demostrado lo suficientemente claro (p.15) que del poder supremo de Dios, o de su infinita naturaleza, una infinidad de cosas, todas las cosas han necesariamente fluido en infinitas maneras, y fluirán para siempre con la misma necesidad: exactamente como de la naturaleza de un triángulo plano sigue por toda la eternidad que sus tres ángulos internos son igual a dos ángulos rectos. Por tanto la omnipotencia de Dios ha sido y permanecerá por toda la eternidad la actualidad permanente.

Creo que esta manera de abordar el problema, atribuye a Dios una omnipotencia mucha más perfecta. Además, expresándolo con franqueza, mis adversarios más bién niegan la omnipotencia de Dios. Pues, ¿No se ven obligados a confesar que si bien Dios comprende una infinitud de cosas posibles, nunca podrá crearlas? Si él creara todo lo que comprende, dicen ellos, agotaría su omnipotencia y !Se haría imperfecto! A fin de establecer la perfección de Dios se ven así impelidos a hacerlo incapaz de hacer todas esas cosas sobre la cuales se extiende su poder;sin duda, ésta es la hipótesis más absurda y !la más repugnante a la omnipotencia de Dios!

Más aún-- para decir aquí unas palabras sobre el entendimiento y la voluntad comunmente atribuídos a Dios-- si "entendimiento" y "voluntad" pertenecen al eterno ser de Dios, estos atributos deben considerarse en un significado muy diferente del que normalmente tienen. Pues "entendimiento" y "voluntad" que forman parte de la naturaleza divina, forzosamente se diferenciarán totalmente de nuestro entendimiento y voluntad: de hecho habrá entre ellos tanta correspondencia como hay entre Can, constelación, y nuestra ruidosa mascota. Esto lo demostraré como sigue.

Si el "entendimiento" pertenece a la naturaleza divina, no puede ser semejante a como normalmente se considera el nuestro, posterior o simultáneo a la cosa comprendida, pues Dios es causalmente anterior a todas las cosas (cor./p. 16). Al contrario la verdad y especificidad de las cosas es lo que es, dado que existen objetivamente como tales en el entendimiento de Dios. Por tanto, el entendimiento de Dios, en cuanto concebido como constituyente de su ser, es la propia causa de las cosas, tanto de su ser como de su existencia. Esto parece haber sido reconocido por aquellos que han afirmado que el entendimiento de Dios, la voluntad de Dios y el poder de Dios son una misma cosa. Dado que el entendimiento de Dios es la sóla causa de las cosas, tanto de su ser como de su existencia, debe necesariamente diferir de éstas con respecto tanto a su ser como a su existencia. Una cosa causada difiere de su causa precisamente por lo que obtiene de la última. Por ejemplo, un hombre es la causa de la existencia de otro hombre, pero no de su ser -- pues éste último es una verdad eterna y, mientras los dos hombres pueden estar en total acuerdo en cuanto a ser, deben tener una existencia diferente; por tanto, si la existencia de uno de ellos cesa, la del otro no cesará en la misma forma necesariamente. Pero si el ser de uno de ellos pudiera ser destruído y hecho falso, el ser del otro sería también destruído.

Por tanto una cosa que es la causa tanto del ser como de la existencia de cualquier objeto o efecto, debe ser diferente de ese efecto tanto respecto a su ser como respecto a su existencia. Ahora, el entendimiento de Dios es la causa tanto del ser y de la existencia de nuestro entendimiento. Por tanto; el entendimiento de Dios--en cuanto concebido como constituyente del ser divino--difiere de nuestro entendimiento tanto en ser como en existencia y no puede corresponder a éste en absoluto, excepto en nombre, como expresamos anteriormente. Nuestro razonamiento sería similar en el caso de "voluntad" como cualquiera puede fácilmente comprender.

p. 18 DIOS ES LA CAUSA IMANENTE DE TODOS LAS COSAS Y NO SU CAUSA TEMPORAL.
Dem: Todas las cosas están en Dios y deben ser concebibles mediante Dios (p.15); por tanto (cor.1/p.16) Dios es la causa de aquellas cosas que están en él. Este es nuestro primer punto. Además, fuera de Dios no hay otra sustancia concebible (p.14)i.e. , nada exterior a Dios. Este es nuestro segundo punto. Por tanto, dios es etc.;qed.

p. 19 DIOS i.e., TODOS LOS ATRIBUTOS DE DIOS SON ETERNOS.
Dem.: Dios (d.6) es la sustancia que (p.11) existe necesariamente
, ésto es (p.7) la existencia pertenece a su naturaleza o --lo que es lo mismo-- sigue de su definición; por tanto Dios es eterno (d.8). Además mediante los atributos de Dios podemos comprender como lo que (d.4) expresa el ser de la sustancia divina i.e. , pertenece a ella. Ahora, la Eternidad pertenece a la naturaleza de la sustancia (p.7), por tanto Dios, ésto es, todos los atributos de Dios son Eternos; qed.sc.Esta proposición es también evidente de la forma en que demostré (p.11) la existencia de Dios; mediante esa prueba se hace evidente que la existencia de Dios, como su ser, es una verdad eterna. Más aún (en p. 19 de mis "Principios de la Filosofía Cartesiana") también he probado la eternidad de Dios en otra forma, que no necesito repetir aquí.

p. 20 LA EXISTENCIA DE DIOS Y SU SER SON UNA Y LA MISMA COSA.
Dem.: Dios y todos sus atributos son eternos (p.19) i.e., cada uno de sus atributos expresa existencia (d. 8) Por tanto los mismos atributos que explican el ser eterno de Dios, explican al mismo tiempo su existencia eterna; en otras palabras: lo que constituye el ser de Dios constituye al mismo tiempo su existencia; en otras palabras: lo que constituye el ser de Dios al mismo tiempo constituye su existencia; qed. De eso sigue:

cor. 1 LA EXISTENCIA DE DIOS, ASI COMO SU SER, ES UNA VERDAD ETERNA.

cor. 2 DIOS, ESTO ES TODOS LOS ATRIBUTOS DE DIOS, SON INMUTABLES.Si pudieran cambiar con respecto a la existencia, esto implicaría también un cambio en su ser i.e. , un cambio de verdadero a falso, lo que es absurdo.

p. 21 LO QUE SE DESPRENDE DE LA NATURALEZA ABSOLUTA DE CUALQUIER ATRIBUTO DE DIOS, DEBE HABER EXISTIDO SIEMPRE Y SER INFINITO, en otras palabras: ES ETERNO E INFINITO MEDIANTE ESE ATRIBUTO.
Dem.: Si se niega ésto, supongamos que algo en algún atributo de Dios se desprende de la naturaleza absoluta de dicho atributo y que, al mismo tiempo, es finito con una existencia o duración limitada, e.g., la idea de Dios en pensamiento. Ahora el Pensamiento, considerado como un atributo de Dios (p.11) es necesariamente infinito en su naturaleza. Pero en la medida que posee la idea de Dios, se le supone (en este caso) finito. Sin embargo, no puede ser concebido como finito a menos (d. 2) que sea limitado por otro pensamiento; pero no por (otro) Pensamiento que tiene la idea de Dios (que aquí se supone finito): por tanto, debe ser limitado por (otro) pensamiento en la medida que no constituye la idea de Dios, pero que, sin embargo, (p. 11) existe necesariamente. Así hemos postulado un Pensamiento que no posee la idea de Dios y en el cual, considerado como Pensamiento absoluto, la idea de Dios no seguiría naturalmente--pues se le considera como constituyendo y también como no constituyendo la idea de Dios--lo cual va contrario a nuestra hipótesis. En cambio, si la idea de Dios expresada en el atributo Pensamiento, o hablando en general, cualquiera otra cosa en cualquier atributo de Dios (porque nuestra demostración es universal). Se desprende de la necesidad de la absoluta naturaleza de ese atributo, debe necesariamente ser infinito; que era nuestro primer punto. Además, aquello que se desprende de la necesidad de la naturaleza de cualquier atributo no puede tener una duración limitada. Supongamos cualquier cosa que exista en algún atributo de Dios y por la necesidad de la naturaleza de ese atributo, por ejemplo: la idea de Dios en el Pensamiento, y supongamos que no haya existido en algún momento o que esté a punto de no existir. Pues bién, el Pensamiento al ser atributo divino, debe necesariamente existir inmutable (p. 11 & cor. 2/p. 20) y más allá de los límites de la duración asumida de la idea de Dios, y, habría existido forzosamente sin la idea de Dios, lo que es contrario a nuestra hipótesis ; pues postulamos que dado el Pensamiento , la idea de Dios necesariamente fluía de éste. Así, la idea de Dios en el Pensamiento, o cualquier cosa que se desprenda necesariamente de la naturaleza absoluta de cualquier atributo de Dios, no puede tener una duración limitada si no es eterna mediante el dicho atributo; que es nuestro segundo punto. Recuerden que la misma proposición se aplica a cualquier cosa, en cualquier atributo, se desprenda de la naturaleza absoluta de Dios.

p.22 CUALQUIER COSA QUE SE DESPRENDA DE UN ATRIBUTO DE DIOS, COMO ESTADO DE UNA MODIFICACION QUE EXISTE NECESARIA E INFINITAMENTE MEDIANTE ESE ATRIBUTO, TAMBIEN DEBE EXISTIR NECESARIA E INFINITAMENTE.
Dem.: Similar a la de la proposición precedente.:

p. 23< TODO MODO QUE EXISTA NECESARIA E INFINITAMENTE, DEBE SEGUIR O DE LA NATURALEZA ABSOLUTA DE ALGUN ATRIBUTO DE DIOS, O DE UNA MODIFICACION (DE ESE ATRIBUTO) QUE EXISTA TANTO NECESARIA COMO INFINITAMENTE.
Dem.: Un modo existe en otro, mediante el cual debe ser explicado (d. 5) ésto es (p.15) existe en Dios y es sólo pensable mediante Dios. Por tanto si un modo es concebido como existiendo necesaria e infinitamente, debe ser concebido o percibido mediante algún atributo de Dios, en la medida que este atributo es concebido como expresión de la infinidad y necesidad de la existencia, ésto es (d. 8) la eternidad, o en otras palabras (d.6 & p. 19) en cuanto es considerado absolutamente. Por tanto un modo que etc.; qed.

p.24 EL SER DE LAS COSAS PRODUCIDAS POR DIOS NO IMPLICA EXISTENCIA.
Dem.: Evidente de d.1 pues aquello que es causa de si y existe por la sola necesidad de su naturaleza, es tal que su ser--considerado en si mismo--implica existencia.Por tanto;cor.

DIOS NO SOLO ES LA CAUSA DE QUE LAS COSAS LLEGUEN A EXISTIR, SINO TAMBIEN DE QUE CONTINUEN EXISTIENDO.
Esto es según la fraseología escolástica, Dios es causa del ser de las cosas (causa essendi rerum). Pues, existan o no, cuando consideramos su ser, encontramos que éste no implica ni existencia ni duración; por tanto, no puede ser la causa ni de una ni de otra. Por tanto Dios debe ser la única causa, pues sólo a él pertenece la existencia (cor.1/p.14); qed.

p.25 DIOS ES LA CAUSA EFICIENTE NO SOLO DE LA EXISTENCIA DE LAS COSAS, SINO TAMBIEN DE SU SER
Dem.: Si se niega ésto, entonces Dios no es la causa del ser de las cosas; por tantoel ser de las cosas (a. 4) sería concebible sin Dios, que (p. 15) es absurdo. Por tanto Dios es etc.:qed.sc.Esta proposición se deduce más claramente de p. 16. Porque es evidente que, dado la naturaleza divina, el ser de las cosas debe deducirse de ella, así como su existencia; de otro modo: Dios debe ser considerado la causa de todas las cosas, en la misma forma que se considera su propia causa. Este quedará aún más claro del siguiente corolario: cor.

LAS COSAS PARTICULARES SON SIMPLEMENTE ESTADOS DE LOS ATRIBUTOS DE DIOS, O BIEN MODOS QUE EXPRESAN LOS ATRIBUTOS DE DIOS EN FORMA CIERTA Y DETERMINADA. Probado por p.15 y d. 5.

p.26 TODO LO QUE ESTA ACONDICIONADO PARA HACER ALGO, NECESARIAMENTE HA SIDO ACONDICIONADO PARA ELLO POR DIOS; LO QUE NO HA SIDO ACONDICIONADO POR DIOS, NO PUEDE ACONDICIONARSE A SI MISMO PARA HACERLO.
Dem.: Aquello por lo cual se dice que son acondicionadas las cosas, es necesariamente algo positivo (lo que debe ser obvio) y Dios, por la necesidad de su naturaleza, es la causa eficiente (p.25 & p. 16) tanto de su ser como de su existencia; éste es el primer punto. Nuestro segundo punto es claramente deducido de éste. Porque, si lo que no ha sido acondicionado por Dios, se pudiera acondicionar a si mismo, la primera parte de nuestra demostración sería falsa y ésto, como he demostrado, es absurdo. Por tanto, todo lo que está acondicionado etc.; qed.

p.27 AQUELLO QUE HA SIDO ACONDICIONADO POR DIOS PARA HACER ALGO, NO PUEDE POR SI MISMO ANULAR ESTE ACONDICIONAMIENTO.
Dem.:Evidente de a.3.

p.28 TODO INDIVIDUO, O TODA COSA FINITA Y QUE TIENE UNA EXISTENCIA CONDICIONADA, NO PUEDE EXISTIR O SER DETERMINADA A HACER ALGO, A MENOS QUE SEA CONDICIONADO PARA ELLO POR UNA CAUSA OTRA QUE SI, LA CUAL TAMBIEN ES FINITA Y CON UNA EXISTENCIA CONDICIONADA; EN LA MISMA FORMA, ESTA CAUSA A SU VEZ NO PUEDE EXISTIR NI SER DETERMINADA PARA HACER ALGO, A MENOS QUE SEA CONDICIONADA POR OTRA CAUSA, TAMBIEN FINITA Y CONDICIONADA PARA EXISTIR, ASI HASTA LO INFINITO.
Dem.: Todo lo condicionado para existir y hacer algo, ha sido condicionado así por Dios (p.26 & cor./p. 24). Pero aquello que es finito y tiene una existencia condicionada, no puede ser producido por la naturaleza absoluta de cualquier atributo de Dios; pues, lo que sigue de la naturaleza absoluta de cualquier atributo de Dios es infinito y eterno (p.21). Por tanto debe seguir de algún atributo de Dios, en cuanto se le considere modificado en alguna forma; la sustancia y los modos constituyen el total de la existencia (a.1;d.3& d.5), los modos son simplemente estados de los atributos de Dios. Pero una cosa individual no puede seguir de ninguno de los atributos de Dios como un estado infinito y eterno ese atributo. Por tanto debe seguir de uno de los atributos, en la medida que ese atributo haya sido modificado por algún estado el cual es finito y tiene una existencia condicionada. Este es nuestro primer punto. Ahora bien , esta causa o estado (por la razón por la cual establecimos la primera parte de esta demostración) debe a su vez ser determinado por otra causa, que también es finita y tiene una existencia limitada; y así (por la misma razón) hasta lo infinito;qed.sc. Como algunas cosas (primordiales) deben haber sido producidas en forma inmediata por Dios, o sea aquellas que siguen necesariamente de su naturaleza absoluta, y, mediante ellas aquellas otras cosas que no son ni posibles ni concebibles sin Dios, se deduce: 1- Dios es la causa absolutamente próxima de las cosas producidas inmediatamente por El, y no (como se expresa normalmente) su causa in suo genere (en su género). Porque los efectos de Dios no son ni posibles ni pensables sin El como causa (p.15 y cor./p. 24). 2- Que Dios no puede ser designado propiamente como la causa remota de cosas individuales, excepto con el objeto de distinguir estas cosas de las que El produce inmediatamente, como resultado de su naturaleza absoluta. Pues por "causa remota" entendemos una causa que no está, en forma alguna unida al efecto. Pero todas las cosas están en Dios y así dependen de Dios en forma que sin El no son ni posibles ni concebibles.

p. 29 EN LA NATURALEZA NADA ES CONTINGENTE, PERO DE LA NECESIDAD DE LA NATURALEZA DIVINA TODAS LAS COSAS ESTAN DETERMINADAS PARA EXISTIR Y OPERAR DE CIERTA MANERA.
Dem.: Todo lo que es, es en Dios (p. 15) Pero Dios no puede ser llamado contingente. Porque (p. 11) El existe necesariamente y no en forma contingente (p. 16); es así, bien que consideremos la naturaleza divina absolutamente, o si la consideramos como determinada para obrar de cierta manera (p.27). Más aún , Dios no sólo es la causa de la existencia de estos modos sino (cor. /p. 24) también de su determinación para obrar en cierta manera (p.26); si no fueran determinados por Dios, es imposible, y no contingente, que se hicieran determinados y, vice versa, que se hicieran no determinados por sí mismos. Por tanto en la naturaleza etc. qed.sc. Antes de continuar, deseo explicar, o más bién reiterar, lo que se debe comprender por natura naturans, naturaleza creativa, y por natura naturata, naturaleza creada. Creo que de lo dicho está suficientemente claro que por natura naturans debemos comprender aquello que es por sí y es evidente por sí, o los atributos de la sustancia que expresan el eterno e infinito ser, en otras palabras (cor. 1/p. 14 & cor.2/p. 17) Dios, en cuanto considerado como causa libre. Por natura naturata debemos comprender todo lo que sigue de la necesidad de la naturaleza divina, o cualquiera de los atributos de Dios, ésto es todos los modos, en cuanto considerados como cosas que están en Dios y que, sin Dios,no son posibles ni concebibles.

p. 30 EL ENTENDIMIENTO REAL, SEA FINITO O INFINITO, DEBE COMPRENDER LOS ATRIBUTOS DE DIOS Y SUS MODIFICACIONES Y NADA MAS.
Dem.: Una idea verdadera debe estar de acuerdo con su objeto. (a. 6); en otras palabras (y obviamente) todo lo contenido objetivamente en el entendimiento, debe necesariamente encontrarse en la Naturaleza. Pero en la Naturaleza (cor. 1/p 14) no hay sustancia otra que Dios, ni modificación alguna excepto aquellas (p. 15) que están en Dios y que, sin El, no son ni posibles ni concebibles. Por tanto un entendimiento real etc. , qed.

p. 31 EL ENTENDIMIENTO REAL, SEA FINITO O INFINITO, ASI COMO LA VOLUNTAD, DESEO, AMOR etc. DEBEN REFERIRSE A LA NATURA NATURATA Y NO A LA NATURA NATURANS.
Dem.: Obviamente por entendimiento no significamos Pensamiento Absoluto, sino sólo un cierto modo de pensamiento, diferente de otros modos de pensamiento, tales como amor, deseo etc. y que por lo tanto (d.5) se explica mediante el Pensamiento absoluto; en verdad es explicable mediante (p. 15 & d. 6) aquel atributode Dios que expresa el eterno e infinito ser del Pensamiento, sin el cual no es posible ni pensable. Por tanto debe referirse a la naturaleza creada antes que a la naturaleza creadora, como también deben serlo los otros modos del pensamiento; qed.sc. Al referirme a entendimiento real, no significa que admita que exista algo como entendimiento en potencia; pero a fin de evitar toda confusión, me refiero a lo que es más claramente percibido por nosotros, el hecho mismo de nuestro entendimiento. Nada podemos conocer sin, al mismo tiempo, enriquecer nuestra comprensión de nuestra facultad de conocer.

p. 32 LA VOLUNTAD NO PUEDE LLAMARSE CAUSA LIBRE, SINO SOLO CAUSA NECESARIA.
Dem.: La voluntad es sólo un modo particular de pensamiento, como el entendimiento; por tanto (p. 28) ninguna volición puede existir ni ser determinada a operar, sino es determinada por otra causa y ésta nuevamente por otra, y así hasta el infinito. Pero aún si la voluntad se supone infinita, debe sin embargo ser determinada por Dios, no en virtud de ser Dios la sustancia absolutamente infinita, sino por la virtud de Dios de poseer un atributo que expresa el infinito y eterno ser del Pensamiento (p. 23). Por consiguiente, sea que se conciba como finita o como infinita, necesita de una causa para ser determinada a existir y operar. Así (d. 7) no puede llamarse causa libre sino sólo causa necesaria. Por tanto:

cor. 1 DIOS NO OPERA MEDIANTE SU LIBRE ALBEDRIO

cor. 2 LA VOLUNTAD Y EL ENTENDIMIENTO ESTAN CON RESPECTO A LA NATURAL EZA DE DIOS EN LA MISMA RELACION QUE EL MOVIMIENTO Y EL REPOSO, Y LO FENOMENOSNATURALES EN GENERAL, TODOS LOS CUALES DEBEN SER DETERMINADOS POR DIOS PARA EXISTIR Y OPERAR EN DETERMINADA MANERA. (p.29).
Porque la "voluntad", como todos los otros fenómenos, necesita de una causa, mediante la cual es determinada a existir y operar en determinada manera. Si bien de cualquier voluntad o entendimiento pueden resultar una cantidad infinita de consecuencias, ésto no permite decir que Dios opera mediante su libre albedrío, como tampoco la infinita cantidad de consecuencias resultantes de cualquier movimiento o reposo, nos justifican expresar que Dios opera mediante su libertad de movimiento o reposo. Por cuanto, "voluntad" no pertenece a Dios más que cualquier otra cosa en la naturaleza, sino está en la misma relación con El que movimiento, reposo y semejantes cosas, las cuales hemos demostrado que siguen de la necesidad de la naturaleza divina y de ésta son determinadas a existir y operar en determinada manera.

p. 33 LAS COSAS NO PODRIAN HABER SIDO PRODUCIDAS POR DIOS EN NINGUNA OTRA MANERA NI EN NINGUN OTRO ORDEN, QUE COMO FUERON ACTUALMENTE PRODUCIDAS.
Dem.: Todas las cosas siguen necesariamente de la naturaleza de Dios (p. 16) y son determinadas por ésta para existir y operar en una manera dada(p. 29). Por tanto, si las cosas hubieran podido ser de una naturaleza diferente, o pudieran haber sido condicionadas para operar en forma diferente, de modo que el orden natural hubiese sido distinto, entonces la naturaleza de Dios también hubiese sido capaz de ser diferente de lo que es ahora; y por tanto (p. 11) también esa naturaleza diferente habría forzosamente existido, y por tanto habría habido dos o más Dioses. Esto (cor.1/p. 14) es absurdo. Por tanto las cosas etc.; qed.

sc. 1 Habiendo así demostrado, más claro que la luz del día, que nada puede justificar que se llame a las cosas contingentes, deseo explicar brevemente que significado debemos darle a la palabra "contingente". Pero, primero, expliquemos los conceptos de "necesario" e "imposible". Una cosa se llama necesaria sea con respecto a su ser o respecto a su causa; porque la existencia de una cosa sigue necesariamente o de su ser y definición, o de una causa eficiente dada. Por razones similares se dice que una cosa es imposible en la medida que su ser o definición implica una contradicción, o porque no existe una causa externa que pueda producir semejante efecto; pero podemos llamar contingente a una cosa sólo en la medida que nuestro conocimiento es deficiente. De hecho, una cosa de la cual no sabemos si su naturaleza implica o no contradicción, o de la cual sabiendo que no implica contradicción no estamos seguros de su existencia, al ignorar el orden de las causas. Una cosa semejante, digo, no puede aparecer a nosotros como necesaria o imposible: por tanto la llamamos contingente o posible.

sc. 2 De lo dicho sigue claramente, que las cosas han sido producidas por Dios con la mayor perfección, por cuanto han seguido necesariamente de la naturaleza más perfecta. Ahora, éste hecho no implica ninguna imperfección en Dios, pues hemos sido obligados a afirmarlo así debido a su perfección. Si se asumiera lo contrario, implicaría claramente--como recién he demostrado--que Dios no es supremamente perfecto; puesto que si las cosas hubieran podido ser producidas de cualquier otro modo, tendríamos que asignar a Dios una naturaleza distinta de aquella que la consideración del Ser absolutamente perfecto nos obliga a asignarle. No cabe duda que muchos rechazarán esta forma de pensar como ridícula, y rehusarán contemplarla en su entendimiento, sencillamente porque están acostumbrados a asignar a Dios una libertad totalmente distinta a la que (d. 7) hemos deducido; de hecho le asignan una Voluntad absoluta. Sin embargo estoy también convencido que si reflexionan sobre esta materia y pesan debidamente toda la secuencia de nuestras demostraciones, entonces rechazarán la " libertad" que ahora le atribuyen a Dios, no solamente como infantil, sino también como un gran impedimento a la ciencia. No hay necesidad que repita lo que dije en el escolio a la proposición 17. Pero para provecho de mis openentes, pienso demostrar más adelante que aún suponiendo que la Voluntad pertenece a la naturaleza de Dios, sin embargo sigue de su perfección que las cosas no podrían haber sido creadas otras que como son, ni en orden diferente. Esto se comprueba fácilmente si reflexionamos en lo que nuestros oponentes mismos conceden, esto es: " sólo depende del decreto y voluntad de Dios que cada cosa sea lo que es." Si fuera de otro modo, Dios no sería causa de todas las cosas. Tienen que admitir además que todos los decretos de Dios han sido rectificados desde toda la eternidad por Dios mismo. Si fuera de otro modo Dios sería culpado de imperfección, o inconstancia. Pues en la Eternidad no existe cosas como cuando, antes o después; por tanto sigue de la misma perfección de Dios que nunca puede decretar, ni nunca pudo decretar cosa otra alguna; también: que Dios no existió antes de sus decretos ni pudo existir sin ellos.

Aquí ellos podrán argumentar: Supongamos, dirán, que Dios hubiese hecho una realidad diferente, o hubiese determinado otros decretos de todo la Eternidad, con respecto a la Naturaleza y su orden, no podríamos concluir de ésto ninguna imperfección en Dios. Pero al expresar ésto, admiten implícitamente la posibilidad que Dios cambie sus decretos. Porque si Dios hubiese ordenado cualquier decreto, diferente de los que ha ordenado con respecto a la Naturaleza y su orden--en otras palabras, si hubiese querido y pensado distinto sobre la Naturaleza--forzosamente habría tenido un entendimiento diferente y también una voluntad diferente de las que tiene actualmente. Si fuera admisible asignar a Dios un entendimiento y voluntad diferentes, sin cambio alguno en su ser y perfección, ¿Que impediría que cambiara sus decretos con respecto a las cosas por El creadas, y sin embargo permaneciendo perfecto? Pues, de cualquier forma que se les considere, su entendimiento y su voluntad, con respecto a las cosas creadas y su orden, tienen la misma relación con su ser y su perfección. Por otra parte, todos los filósofos que he leído, admiten que el entendimiento de Dios es actual, y no en potencia; como también admiten que su entendimiento y su voluntad no son distintos de su ser, de ésto sigue: Que si de hecho Dios tuviera otro entendimiento y otra voluntad, su ser habría sido diferente necesariamente. Así, como había concluído anteriormente, mis oponentes deben admitir que: Si las cosas hubiesen sido creadas por Dios en forma distinta de lo que son, su entendimiento, voluntad y ser, habrían forzosamente sido diferentes, lo cual es absurdo. Así, como las cosas no podrían haber sido creadas por Dios en ninguna otra forma y orden que la actual, y como la verdad de esta proposición sigue de la suprema perfección de Dios, no hay razón válida para hacernos creeer que Dios no estaba dispuesto a crear todas las cosas que están en su entendimiento, con la misma perfección con que comprende todo.

Pero mis oponentes dirán: En las cosas mismas no hay perfección ni imperfección; aquello que está en ellas y que causa que se les llame perfectas o imperfectas, buenas o malas, depende solamente de la Voluntad de Dios, y por tanto, si El lo hubiese deseado, el podría haber hecho que lo que ahora es perfección fuese extrema imperfección y vice versa. Les pregunto:

¿Qué es semejante aseveración, sino una abierta declaración que Dios, quien necesariamente conoce lo que desea, puede mediante su " voluntad", conocer las cosas en forma diferente a cómo las conoce? Esto, como he demostrado,

¡Es el colmo de lo absurdo!

Por tanto, puedo volver el argumento contra mis adversarios: Todas las cosas dependen del poder de Dios. Para que las cosas fueran distintas de como son, la Voluntad de Dios tendría que ser necesariamente diferente.Pero la Voluntad de Dios no puede cambiar ( como hemos recién demostrado en virtud de la perfección de Dios). Por tanto tampoco pueden las cosas ser otras que lo que son. Confieso que la opinión que somete todas las cosas a la voluntad de una deidad indiferente y las hace dependientes de su gusto, está menos alejada de la verdad que la opinión de quienes pretenden que Dios siempre actúa en función de promover el bien. Pues estos últimos parecen establecer algo fuera de Dios e independiente de El, lo que considera como un modelo mientras opera, o que considera como una meta definitiva. Esto es nada menos que someter a Dios al destino, la cosa más absurda que pueda afirmarse de Quien hemos demostrado ser la primera y única causa libre del ser de todas las cosas así como de su existencia. Por tanto no vale la pena dedicar tiempo a refutar este absurdo.

p. 34 EL PODER DE DIOS ES IDENTICO CON SU SER.
Dem.: De la sóla necesidad del ser de Dios sigue que es la causa de sí mismo (p. 11) y de todas las cosas (cor. /p. 16). Por tanto el poder de Dios, por el cual El y todas las cosas son y actúan, son idénticas con su ser; qed.

p. 35 TODO LO QUE CONCEBIMOS COMO EN EL PODER DE DIOS, NECESARIAMENTE ESTA EN SU PODER.
Dem.:Todo lo que está en el poder de Dios, debe (p. 34) pertenecer a su ser, de modo que necesariamente sigue de éste; por tanto, Todo lo que concebimos etc.; qed.

p. 36 NADA EXISTE EN LA NATURALEZA DE QUE NO SIGA ALGUN EFECTO.
Dem.: Todo lo que existe , expresa en forma bien determinada la naturaleza o el ser de Dios (cor./p. 25), ésto es, (p. 34) todo lo que existe, expresa en forma bién determinada el poder de Dios, que es la causa de todas las cosas. Por tanto (p. 16) de toda cosa necesariamente debe seguir un efecto; qed.

A P E N D I C E

En la parte anterior he explicado la naturaleza y propiedades de Dios. He demostrado que existe necesariamente, que es único, que es y actúa por la sóla necesidad de su propia naturaleza, que es la causa libre de todas las cosas, como es así; que todas las cosas están en Dios y por tanto dependen de El, que sin El no son ni posibles ni concebibles; finalmente, que todas las cosas son predeterminadas por Dios, no por su libre albedrío, ni por su absoluto gusto, sino por su naturaleza absoluta o infinito poder. He cuidado, además, en cada oportunidad que se ha ofrecido, de atacar los prejuicios que puedan impedir la comprensión de mis demostraciones. Pero, aún restan errores que podrían y pueden impedir la comprensión de la conección de las cosas en la forma que lo he explicado anteriormente. Por tanto creo conveniente someter estos errores a la razón. Todos estos prejuicios provienen de la común suposición, que todas las cosas en la Naturaleza actúan, como los hombres, considerando un fin; de hecho es considerado que aún Dios se dirige a un fin, y dirige todas las cosas hacia un fin determinado--Pues dicen que Dios hizo todas las cosas para el hombre, y el hombre para que lo adorara. Por tanto, consideraré esta opinión, preguntando primero, ¿Porqué es generalmente aceptada y porqué están todos naturalmente tan dispuestos a aceptarla? En segundo lugar, mostraré su falsedad y, finalmente, indicaré como ha causado muchos otros prejuicios como: bueno y malo, corecto y equivocado, alabanza y censura, orden y confusión, belleza y fealdad, y otros semejantes.

Pero éste no es el lugar para deducir estos prejuicios de la naturaleza de la mente humana. Pero será aquí suficiente asumir como punto de partida lo que debe ser universalmente admitido, en otras palabras que los hombres nacen ignorantes de las causas de las cosas, que todos, instintivamente, buscan lo que les es útil y que están concientes de esta tendencia. De ésto sigue, primero, que los hombres se piensan libres, por cuanto están concientes de sus voliciones y deseos, y nunca ni siquiera sueñan en su ignorancia, de las causas que los han dispuesto a querer y desear en determinada forma. Segundo, que los hombres siempre actúan hacia un fin, en otras palabras, hacia aquellos que les es útil, y que buscan. Así no es de maravillarse que tiendan a buscar sólo las causas finales, y una vez encontradas, están satisfechos, no teniendo causa para otras dudas sobre el suceso. Si no pueden encontrar estas causas de fuentes externas, se ven obligados a volver la atención hacia ellos mismos y refleccionar en que los hubiese inducido a causar el evento dado, y así, necesariamente juzgan otras naturalezas por la suya propia. Más aún, al encontrar en si mismos y exteriomente, muchos medios que los ayudan en su búsqueda por lo útil, por ejemplo: los ojos para ver, los dientes para masticar, hierbas y animales para comer, el sol para dar luz, el mar para criar peces etc., los lleva a considerar toda la Naturaleza como un medio para lograr estos bienes.

Ahora, estando concientes que han encontrados estos medios y que no los hicieron, tuvieron un motivo para creer que algún otro ser los hizo para su provecho. Pues habiendo considerado las cosas como medios, les era imposible creer que se habían creado solos; entonces juzgando según los medios que estaban acostumbrados a preparar para si, los hombres fueron inducidos a creer en algún gobernante o gobernantes de la Naturaleza, dotados de libertad humana y que cuidaban de arreglar y adaptar todo para el uso humano. En cuanto a la naturaleza específica de estos gobernantes, no teniendo información al respecto,se vieron obligados a juzgar por su propia naturaleza y afirmar que los dioses dispusieron todo para el uso del hombre, a fin de someter a los seres humanos y obtener de éstos los más elevados honores. De ésto siguió que cada uno inventó por su cuenta, conforme a sus habilidades, una forma particular de adorar a Dios, de forma que Dios le amara más que al resto y dirigiese a la entera naturaleza para la satisfacción de su ciego deseo e insaciable avaricia. Así el prejuicio se convirtió en superstición y echó profundas raíces en la mente humana; y por esta razón todos se esforzaron con celo en encontrar las causas finales de las cosas: pero en su intento de probar que la Naturaleza no hace nada en vano i.e., nada que es inútil para el hombre, sólo han demostrado que la Naturaleza, los dioses y los hombres, están todos locos. Consideren, por favor, los resultados: entre las muchas ayudas brindadas por la Naturaleza, encontraron algunas dificultades, tales como: tempestades, terremotos, enfermedades etc.; entonces declararon que estas cosas sucedían cuando los dioses estaban irritados por alguna ofensa de los hombres o por alguna falta en el culto.

La diaria experiencia, protestaba y probaba por infinitos ejemplos, que la buena y mala fortuna afligían por igual a los píos e impíos; sim embargo no abandonaban su inveterada superstición. Les era más fácil clasificar estas contradicciones con otras cosas deconocidas, cuyo objeto ignoran, que destruir todo el edificio y reemplazarlo por uno nuevo.

Por tanto han formulado como axioma que los juicios de los hombres trascienden por mucho la comprensión humana y semejante dogma podría haber bastado para ocultar al género humano la verdad por toda la eternidad, si las matemáticas, que sólo consideran el ser y las propiedades de las figuras, sin considerar sus causas finales, no hubiesen revelado otro patrón de verdad. Hay otras razones (que no es necesario mencionar aquí) fuera de las matemáticas, que hicieron que otros hombres se dieran cuenta de todos estos prejuicios y llegaran al verdadero conocimiento de las cosas.

Ahora creo haber explicado suficientemente mi primer punto. No es necesario de demostrar latamente que la Naturaleza no tiene un objetivo final y que las causas finales son meras ficciones humanas. Esto, creo, es ya bastante evidente, tanto de las causas y asunciones en que he demostrado se basan estos prejuicios, como también de p. 16 y cor. /p. 32, y de hecho mediante todas las proposiciones en que he demostrado que todo en la naturaleza procede de una eterna necesidad y con la mayor perfección.

Sólo añadiré que esta doctrina teleológica trastorna totalmente el orden natural. De hecho, lo que es en realidad una causa, ella considera como efecto y vice versa; lo que por naturaleza es primero, lo hace último y aquello que es lo más elevado y perfecto lo convierte en lo más imperfecto. Pero, dejando de lado el problema de causa y prioridad por evidente de por si, queda claro de p. 21, 22 y 23 que el efecto más perfecto es aquel producido inmediatamente por Dios; por otra parte mientras más causas intermedias requiere un efecto, más imperfecto es. Además, si las cosas creadas inmediatamente por Dios, fueron hechas simplemente para lograr su fin, entonces las cosas que vinieron después, por cuyo objeto (según pretenden) fueron hechas las primeras, serían necesariamente las más excelentes de todas. Por añadidura, la dicha doctrina teleológica elimina la perfección de Dios: si Dios obra con un fin como objeto, necesariamente desea algo de lo que está privado. Nuestros teólogos y metafísicos hacen aquí una distinción entre un objeto de carencia y un objeto de asimilación, todavía confiesan que Dios hizo todas las cosas por sí y no por la creación. Como no pueden indicar nada como existente antes de la creación, excepto Dios mismo, como objeto por el cual hubiese obrado, se ven obligados a admitir (como está claro que deben), que Dios carecía y deseaba aquellas cosas por las cuales creó los medios. Nótese que los seguidores de esta doctrina, tratando de demostrar su talento para asignar causas finales, han iniciado un nuevo método de argumentación para probar su teoría. Nada menos que una reducción no al imposible, sino a la ignorancia; así mostrando que no tienen otra forma de afirmar su credo.

Por ejemplo, si de un tejado cae una piedra en la cabeza de alguien y lo mata, por su nuevo método demostrarán que la piedra cayó con el fin de matar al hombre; pues, si no hubiese caído con ése objeto por la voluntad de Dios ¿cómo han sucedido tantas circunstancias ( y a menudo hay muchas circunstancias semejantes) concurrentes por mera casualidad? Se les puede contestar, que sucedió porque soplaba el viento y el hombre caminaba en esa dirección. " Pero por qué " insistirán " estaba soplando el viento y por qué el hombre caminaba hacia allá? Si nuevamente se les expresa que el viento soplaba porque el mar se había agitado el día anterior, estando antes el tiempo en calma, y que el hombre había sido invitado por un amigo, nuevamente insistirán: "¿Pero por qué se agitó el mar y el hombre fué invitado en ese momento?" Así, continuarán sus preguntas de causa en causa, hasta que uno se ve obligado a refugiarse en la voluntad de Dios--en otras palabras el santuario de la ignorancia. Nuevamente al contemplar la estructura del cuerpo humano, se sorprenden; ignorando las causas de tan grande obra de arte, concluyen que éste no ha sido formado en forma mecánica, sino por habilidad divina y sobrenatural, de tal forma que ninguna parte estorba a otra.

De esta forma todos los que buscan las causas verdaderas de los milagros y procuran comprender los fenómenos naturales como seres inteligentes y no comtemplarlas como un estúpido, es calificado y denunciado como un hereje impío por aquellos que las masas adoran como intérpretes de la Naturaleza y de los dioses. Porque estos potentados saben que al suprimir la ignorancia, el estupor que constituye su única forma de mantener y preservar su autoridad, también desaparecería. Por ahora dejo este tema y paso a mi tercer punto. Luego que los hombres se convencieron que todo lo creado, fué creado para ellos, estuvieron obligados a considerar como el aspecto más importante de las cosas la utilidad de éstas, considerando como las mejores aquellas que tienen un efecto más beneficioso para la humanidad. Más aún necesariamente tenían que formarse algunas ideas generales para explicar la naturaleza de las cosas, tales como: bondad, maldad, orden, confusión, calor, frío, belleza, deformidad y así por el estilo; al tomar por hecho su propia libertad se suscitaron las nociones de alabanza y culpa, pecado y mérito. Me referiré a estas últimas más adelante, al tratar de la naturaleza humana; las primeras las explicaré brevemente ahora.

Los hombres han llamado bueno todo lo que conduce a la salud y al culto de Dios, calificando de malo todo lo que entorpece estos objetivos. Como quienes no comprenden la naturaleza de las cosas, están privados de todo juicio positivo, simplemente representan las cosas como les conviene y confunden su imaginación con el conocimiento; por tanto, siendo verdaderamente ignorantes, tanto de su propia naturaleza como de las cosas creen firmemente que hay un orden en las cosas. Cuando los fenómenos son tales, que su impresión en nuestros sentidos requiere de poco esfuerzo de la imaginación, pudiendo por tanto ser fácilmente recordados, decimos que estas cosas están bien ordenadas; si son al contrario, decimos que están mal ordenadas o confusas. Además las cosas que son fácilmente imaginadas nos son más agradables, pues los hombres prefieren el orden a la confusión--como si hubiera algún orden en la Naturaleza, independientemente de nuestra imaginación--y dicen que Dios ha creado todas las cosas en un orden perfecto; así, sin quererlo, atribuyen a Dios imaginación,a menos que piensen que Dios anticipó la imaginación del hombre y arregló todo de modo que fuera más fácil de imaginar por el hombre. Cualquiera que sea su torcido pensamiento, no creo que se les pueda introducir la duda al indicar el hecho que hay una infinidad de fenómenos, sobrepasando lejos la imaginación humana, y muchos otros que confunden la debilidad del hombre. Pero suficiente sobre este tema.

Las otras nociones generales no son, también, sino formas de imaginar, en las cuales la imaginación es afectada de forma diferente; sin embargo los ignorantes las consideran como los principales atributos de las cosas, por cuanto cree que todo fue creado para ellos; de esta forma, en la medida que les afectan son consideradas buenas o malas, saludables o podridas y corruptas. Por ejemplo: si el movimiento comunicado a nuestro nervio óptico por algún objeto representado, conduce a la salud, los objetos que lo producen son considerados hermosos; si excitan la impresión contraria, se les llama feos. Las cosas percibidas por el olfato son llamadas fragantes o fétidas; si mediante nuestro gusto: dulces o amargas,sabrosas o insípidas; si mediante el tacto: duras o blandas, ásperas o suaves. Todo lo que afecta nuestro oído se dice que produce:ruido, sonido o harmonía. En este caso, hay quienes son lo suficientemente lunáticos para creer que aún Dios se complace en la harmonía; y hay filósofos que se han persuadido que el movimiento de los cuerpos celestes produce harmonía--todos estos ejemplos son suficiente demostración de que cada cual juzga según se condición mental, o mas bién, confunde las formas de su imaginación con las cosas.

No debe extrañarnos que se hayan levantado todas las controversias que hemos visto, conducentes al escepticismo; pues si bien los cuerpos humanos tienen muchos puntos de semejanza, también difieren en muchos otros; así lo que parece bueno a uno es malo para otro; lo que está bien ordenado para uno está desordenado para otro; lo que agrada a uno es desagradable a otro y así por el estilo. No necesito una mayor enumeración pues no es éste el lugar adecuado para tratar latamente el tema, por otra parte el hecho es suficientemente conocido. Se dice comunmente: "hay tantas maneras de pensar como hombres; cada uno es sabio a su manera y los cerebros difieren tanto como los paladares." Todo ésto demuestra que los hombres juzgan las cosas según su mentalidad y, más bien, imaginan que verdaderamente conocen; si comprendieran los fenómenos, como comprueban las matemáticas, se convencerían, aún si no se sintieran atraídos, por lo que he demostrado. Ahora podemos comprender que todas las explicaciones comunmente dadas de la Naturaleza son sólo formas de imaginación que no indican la verdadera naturaleza de las cosas; también les den nombres, como si fueran entes con existencia fuera de la imaginación. Les llamo entes de la imaginación y no de la razón.

Por tanto todos los argumentos sacados de estas nociones comunes son fácilmente refutados.Muchos argumentan como sigue: "Si todas las cosas siguen por necesidad de la absolutamente perfecta naturaleza de Dios, ¿Por qué hay tanta imperfección en la Naturaleza? Tales, por ejemplo como: cosas corruptas hasta la putrefacción, deformidad que asquea, confusión, el mal, el pecado etc." Pero estos razonamientos son fácilmente refutados, pues la perfección de las cosas es considerada sólo según su naturaleza y poder; las cosas son más o menos perfectas, según deleiten u ofendan los sentidos del hombre, o según le sean útiles o repugnantes. En cuanto a los que preguntan por qué Dios no creó a todos los hombres de modo que fueran gobernados sólo por la razón, mi respuesta es la siguiente: A El no le faltó material para la creación de toda clase de perfección, desde la más alta a la menor; más extrictamente: porque las leyes de su naturaleza son tan vastas, que son suficientes para la producción de todo lo que es pensable para una mente infinita, como he demostrado en p. 16. Tales son los errores y prejuicios que he tratado de analizar; si hay muchos más de la misma clase, cualquiera puede refutarlos fácilmente mediante la reflexión.

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